Antioquia
Niño de 13 años le disparó a una compañera del colegio en Antioquia
Los familiares no han interpuesto la denuncia del caso, pero aseguran que no fue un accidente.
“Quieta. No se mueva o le disparo”, fueron las palabras que escuchó una menor de trece años en la sala de una casa del municipio de Nariño, ubicado en el oriente del departamento de Antioquia, el pasado 11 de agosto. Al frente de Mariana estaba un compañero de clase con el brazo estirado mientras sostenía un arma de fuego.
Todo empezó un jueves soleado cuando los alumnos del grado octavo del colegio local decidieron pasar el día en la piscina del pueblo. El paseo los tomó por sorpresa, ninguno estaba listo. Fueron de casa en casa recogiendo los trajes de baño. Una parada en el hogar de Jerónimo terminó en una tragedia que hoy lamentan en las esquinas de Nariño.
De acuerdo con el relato que la víctima les entregó a sus familiares, ella estaba junto a otras personas en el primer piso de una residencia y, de un momento a otro, bajó uno de sus amigos con una pistola en la mano. Todos creyeron que estaba jugando. Sin embargo, el pánico llegó cuando la cargó y les apuntó con una mirada amenazante.
“Le dijeron: no, eso no tiene nada, deje de hablar. Cuando él la cargó, a mí me dio miedo. Yo me fui a mover para correrme y él, pum, disparó. Yo en el momento no sentí nada. Cuando me miré la ropa, me vi mucha sangre y yo dije: ¿qué me pasó? Al ladito había un espejo y yo me miré, estaba sangrando”, recuerda la menor los hechos del 11 de agosto.
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La persona que accionó el arma de fuego le insistió en un perdón cuando procesó la magnitud de la emergencia que protagonizó. Los testigos le decían alarmados que no se dejara caer. Ella pidió un mototaxi para que la trasladaran al centro hospitalario de Nariño, “¿o me van a dejar morir?”, les dijo minutos después de recibir el impacto.
El menor que le disparó se encargó de llevarla al servicio de urgencias y luego se perdió de la vista de Mariana. “Él estaba muy nervioso”, alcanzó a reconocer la menor mientras batallaba por su vida y un seguro que le impidió acceder oportunamente a los servicios que requería en ese momento: médicos especialistas que le quitaran la bala.
Según el dictamen inicial, el proyectil ingresó por el costado de la cara y le dañó el nervio óptimo. Después de implementar varias técnicas en una clínica del municipio de Rionegro, a más de 120 kilómetros de su casa, le lograron arrancar el objeto del ojo derecho y reorientar la vista, aunque la familia cree que no volverá a ver por las complicaciones que están llegando.
“Aunque los médicos nos dicen que la niña es un milagro de Dios porque las secuelas que le dejó este atentado hubieran sido para mayor, porque la bala le cayó en una parte muy delicada. La niña era para que quedara invalida. La bala entró por el ojo derecho, le dio la vuelta por todo el cuello y quedó en el lado izquierdo, al lado de la oreja”, mencionó uno de sus familiares.
Hasta el 31 de agosto, los padres de familia no habían interpuesto una denuncia formal ante las autoridades. Aseguraron que esta semana lo harán a razón de que este hecho no lo califican como un accidente, sino como un escenario intencional por parte del otro menor de trece años, matriculado en el mismo curso que Mariana.
Ahora bien, frente a la atención que han recibido por parte de la administración municipal de Nariño, criticaron que no hayan recibido una llamada de los funcionarios para conocer el estado de salud de la niña ni apoyo económico para costear las intervenciones quirúrgicas que le han practicado.