Antioquia
Plan Moisés: el gigantesco operativo que busca tranquilidad en el Bajo Cauca
Más de ocho mil hombres están custodiando el paro de mineros en Antioquia, luego del confinamiento de 300 mil personas.
SEMANA conoció en exclusiva el operativo que adelanta el Ejército Nacional, Policía y Fuerza Aérea para volver a tener el control en la subregión del Bajo Cauca antioqueño en medio de la violenta manifestación minera que confinó a 300 mil habitantes.
El plan fue bautizado como Moisés. Este sustantivo tiene varias explicaciones. Empezó con la letra ‘m’ porque se activó en el mes de marzo, mientras que el nombre se sustenta en el profeta que, según la Biblia, liberó al pueblo hebrero de la esclavitud de Egipto.
Ese es el objetivo que tienen los uniformados: quitar las cadenas que el Clan del Golfo le puso a los municipios de Caucasia, Nechí, El Bagre, Cáceres, Tarazá y Zaragoza, filtrado en un paro minero. Hay secuestros, bloqueos, amenazas y destrucción de bienes públicos.
Más de ocho mil hombres llegaron a los pueblos a hacerle contrapeso a los deseos del enemigo. El panorama que encontraron es crítico: los protagonistas de las acciones ilegales son menores de edad que reciben dinero y drogas a cambio de generar caos.
Los oficiales no han parado de recibir golpes e insultos por parte de los manifestantes. El diálogo y la paciencia los ha tranquilizado para no responder con la misma fuerza: al frente tienen a cientos de ciudadanos que han crecido en medio de una crisis social.
El Ejército Nacional advirtió que el procedimiento ético que hoy se emplea en el Bajo Cauca y nordeste es resultado de una intensa formación en inteligencia emocional. Mientras crece el fuego en las calles contra el Estado, la conversación ha salvado vidas.
El origen de la protesta
Las llamas que las autoridades están tratando de apagar comenzaron el 2 de marzo, luego de que destruyeran nueve dragones brasileros destinados a la extracción ilícita de yacimientos mineros sobre el río Nechí, en la jurisdicción del departamento de Antioquia.
Con base en la investigación, los dueños de la maquinaría serían las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC). Ese operativo enfureció al gremio. Cientos de trabajadores informales salieron a las calles a pedir un freno en los planes contra la minería ilegal.
En un principio se advirtió que la manifestación sería pacífica. Sin embargo, 24 horas después de la primera movilización, arrancó la tragedia. El grupo delincuencial se infiltró y se llevó por delante el cese al fuego de hostilidades que pactó con el Gobierno nacional.
Aunque en varios comunicados de prensa advierte el comando central que no está detrás de las vulneraciones de derechos humanos, otra cosa dicen las unidades de la inteligencia y el presidente Gustavo Petro: hay contundentes pruebas que sostienen esta tesis.
Lo más delicado han sido los bloqueos. Árboles con importante valor ambiental fueron talados e instalados a un pie de la troncal que comunica a Medellín con la costa atlántica para frenar el trayecto de los carros. Entre tantas cosas, esto generó desabastecimientos.
También la misión médica se vio afectada. Los pacientes no se volvieron a montar en ambulancias y las Fuerzas Militares prestaron sus vehículos para salvarles la vida. Una de esas historias la cuenta Abigaíl, una recién nacida que llegó al mundo en medio de la crisis.
De igual manera, activaron caravanas para acompañar a los carros que se mueven por la troncal que cruza por el Bajo Cauca para evitar que los violentos los ataque. Esto se concentra entre Valdivia, Caucasia y Planeta Rica, en el departamento de Antioquia.
Persiste el miedo
Si bien hay ocho mil hombres en las calles dando garantías de seguridad, una parte de la comunidad no ha aceptado la tranquilidad de los últimos dos días. Las intimidaciones que emite el Clan del Golfo por medio las redes sociales los mantiene bajo estricto encierro.
Las autoridades no tienen la respuesta para explicar este fenómeno. La información la tiene la gente: “Si ellos nos dicen que hay que cerrar, hay que cerrar. Si no lo hacemos, vienen y nos matan”, comentó un tendero de la plaza de mercado de Caucasia.
Pero nadie se atreve a atribuirles el nombre de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia: “Llegan en una moto y gritan que hay que cerrar, no tenemos otra solución”, agregó el hombre. Este sentimiento lo comparten cien mil estudiantes que no volvieron al colegio.
Frente a este escenario, el Gobierno nacional optó por dejar las tropas en el terreno de manera indefinida. Mientras tanto, evalúa la posibilidad de sentarse a dialogar nuevamente con los líderes del paro de mineros para tramitar las diferencias.