Chocó
Vidas perdidas en Quibdó: A ‘Pecas’ lo mataron solo para enviar un mensaje de violencia
Su nombre aparece en la lista de 600 jóvenes asesinados en los últimos siete años en Quibdó. No hay quién responda por su muerte.
David Rivas Ospina estaba atendiendo a los clientes del local que administraba en Quibdó cuando llegaron los cobradiarios de la extorsión. Al negarse a entregar una millonada, lo acribillaron con una pistola. Su muerte convulsionó las calles de la capital de Chocó.
Él fue una de las primeras víctimas que dejó este fenómeno criminal: su vida la condicionaron a un fajo de billetes que no tenía en el bolsillo. El hambre por la plata que despertó la pandemia de covid-19 en las organizaciones armadas le sacó factura.
La emergencia ocurrió hace dos años cuando el comercio se recuperaba de los estragos que dejó el confinamiento. Su jefe lo dejó a cargo del negocio y de darle la cara a los delincuentes que, sagradamente, cada mes pasaban por dinero para dejarlos trabajar.
Pero ese noviembre de 2020 la caja registradora estaba vacía. La indicación fue no entregarles nada. La negación desató la furia de los capos que se estaban posicionando violentamente en el mercado. Ellos ordenaron matarlo cuando no cedió a las órdenes.
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Aunque las cámaras de seguridad registraron el hecho y las imágenes se difundieron sin freno por las redes sociales, las autoridades judiciales no pudieron identificar a la persona que le disparó. Su familia pide esclarecimiento, esquivo con los jóvenes chocoanos.
Detrás del nombre de Rivas Ospina estaba Pecas, un activista y estudiante de quinto semestre de ingeniería ambiental. Su mirada solo estaba en dos objetivos: trabajar para pagar la universidad y cumplirle a su mamá, Yesenia Rivas, la lista de sueños pendiente.
El himno que lo acompañaba diariamente era la canción Vida de rico de Camilo, dedicada a su progenitora: “Yo no tengo pa darte ni un peso, pero sí puedo darte mis besos. Pa sacarte yo tengo poquito, pero es gratis bailar pegadito”, le tarareaba constantemente.
Por este tiempo estaría alzando el título de profesional si las balas no lo hubieran silenciado. De lo que dejó plantado en la tierra, están saliendo frutos. Los ambientalistas de Chocó le pusieron su nombre a una reserva por el respeto que tuvo con la naturaleza.
Mientras que su Yesenia se pasea por los pasillos de la Fiscalía de Quibdó para conocer el avance del proceso penal. La respuesta que le dan la ha escuchado cientos de veces y ya se la sabe de memoria: “Entendemos su dolor, estamos en investigaciones, señora”.
La llama que encendió el incendio tampoco se ha apagado. La extorsión está disparada en Quibdó. De acuerdo con las estadísticas de las autoridades, en 2022 se interpusieron 300 denuncias por este delito. Frente a los datos de 2021, hubo un incremento del 172 %.
Nadie aparece para asumir el homicidio de Pecas, pero la familia anticipó que no descansará hasta encontrarlo. Se sospecha que habría sido un menor de edad quien accionó el arma de fuego porque son los más expertos en este tipo de sicariato.
Aunque el objetivo de Rivas Ospina y su madre era tener una vida de ricos con el poco dinero que cargaban, el fin cambió su rumbo. Ahora el propósito del hogar es encontrar un aire de tranquilidad cuando se confirme la judicialización del que le arrebató los sueños.
“Yo lo que quiero es justicia, reparación y no repetición. Nuestros jóvenes están muriendo. Esto debe preocuparnos y se debe parar. Parece que al Estado no le interesa, pero nosotros como mamás seguiremos luchando por eso”, relató Yesenia Rivas.
Ella tiene como referente a la asociación de Madres de Falsos Positivos de Soacha y Bogotá que han recorrido un camino largo en Colombia para hacer las violentas muertas de los suyos. En Quibdó buscan a los responsables de, al menos, 600 crímenes juveniles.