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William Giraldo, el hombre que lideró el rescate de Hidroituango: “Nunca he dejado que mis decisiones se vean afectadas por política”
William Giraldo Jiménez está al frente de Hidroituango. Junto a 6.500 personas, evitó una tragedia que pudo ser peor que la ocurrida en Armero, donde murieron más de 20.000 habitantes.
Un estudiante de ingeniería eléctrica de la Universidad Nacional de Colombia salvó cientos de vidas y mantuvo de pie a Hidroituango, el proyecto de generación de energía más importante del país que promete cubrir el 17 % de la demanda de electricidad y acabar con el fantasma del apagón. El mundo entero estuvo pendiente de las decisiones de William Giraldo Jiménez y hoy, con más tranquilidad, recoge los frutos de la hazaña maestra.
El rostro del hombre de bigote es la imagen más recordada de las tormentas que nublaron la hidroeléctrica que estuvo a punto de colapsar en 2018. Aunque él fue contratado ese año para liderar la operación y el mantenimiento de la turbina que daría luz por primera vez con la fuerza del río Cauca, los planes cambiaron y asumió el papel más trascendental de su vida: frenar la caída de una obra pública apalancada con 19 billones de pesos.
A pocas semanas del encendido de Hidroituango, varios derrumbes cayeron sobre los túneles que desviaban el agua del poderoso afluente y amenazaron la estabilidad de la presa que aún no estaba terminada. La corriente se frenó abruptamente y miles de habitantes sortearon con la pesadilla de que una gran avalancha terminara con todo lo que habían construido, algo similar a la tragedia de Armero que mató a 20.000 personas.
Empresas Públicas de Medellín (EPM) nombró a William Giraldo Jiménez vicepresidente de Proyectos de Generación de Energía para que evitara el colapso. En ese momento, la decisión más compleja que tomó fue inundar la casa de máquinas, el corazón de la hidroeléctrica, con el fin de que sirviera de canal y garantizara el flujo del río Cauca. El 10 de mayo de 2018 será un día que le costará superar por el alto riesgo que asumió.
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“Haber desviado el agua por casa de máquinas fue muy duro y muy difícil porque sabíamos que iba a haber un gran daño en todo lo que teníamos, pero no sabíamos qué tanto, tampoco sabíamos cuánto tiempo iba a demorarse eso”, reconoció el ingeniero en entrevista con SEMANA desde el municipio de Ituango el día que logró cerrar por completo el túnel de desviación que tuvo en vilo a Colombia durante seis años consecutivos.
Sin embargo, esta no fue la única contingencia que él enfrentó, pues tiene un dossier de incidentes que han marcado la historia del proyecto en materia de salud, política, contractual, social y legal. La pandemia generada por el covid-19 fue la que más lo marcó: tuvo que despedir a cientos de empleados de la obra y continuar con ella con las pocas manos que le quedaron, dado que era latente el riesgo de fallecer por la infección.
“Lo más duro que a uno le da es hacer cosas para las cuales no está capacitado y atender la contingencia del covid fue bastante complicado. Había que desocupar el proyecto y corríamos riesgo de morirnos. Éramos unos pobres ingenieros luchando porque la gente no se nos muriera, porque no nos enfermáramos y luchando para que el proyecto no se fuera a parar”, agregó el funcionario de Empresas Públicas de Medellín.
Otro dolor de cabeza fue la política. Sus jefes fueron alcaldes y gerentes de diferentes orillas ideológicas que se enfrentaron ante la opinión pública por el desarrollo de la obra. Las acusaciones de supuesta corrupción iban y venían, al igual que los presuntos malos de manejos que habrían generado la contingencia en 2018. Mientras tanto, él diseñaba junto a su equipo de trabajo cómo sacar adelante el proyecto y darle tranquilidad a la gente.
“Tampoco estaba preparado para el asunto político, pero llegó un momento en que yo también he tomado decisiones. Yo leía la prensa, escuchaba radio, veía televisión, me mantenía muy informado de las noticias que ocurrían. Llegó un momento donde me desconecté de todo y no quise volver. Hoy no leo nada, ni escucho nada, ni creo en nada, ni atiendo nada, porque pienso que eso no lo deja andar a uno”, comentó el ingeniero.
En medio del turbulento escenario, William Giraldo Jiménez también atendió una recomendación de una de las directivas y la aplicó al pie de la letra: “Me dijo: ‘Lo político lo manejo yo y lo técnico lo maneja usted’. Yo le dije, listo, yo no me meto en nada suyo y usted no se mete en nada mío. Desde ese momento, yo seguí en lo mío y nunca he dejado que mis decisiones técnicas se vean afectadas por situaciones políticas”.
La fórmula del funcionario es tener a Dios por delante y el respaldo de la familia: “Si uno no tiene familia que lo acompañe, que lo ayude, si no tiene un hogar estable y un Dios que le ayude, no es capaz de enfrentar esta dificultad. Lo único que hay aquí son personas normales que todos los días hacen su trabajo y que son ayudadas por Dios, porque hay un ser supremo que nos lleva y nos pone en el cerebro las decisiones que tenemos que tomar”.
El enfoque técnico de William Giraldo Jiménez, más los conocimientos de las 6.500 personas que lo acompañaron en el proceso, fue fundamental para superar las adversidades en Hidroituango. Hoy la hidroeléctrica tiene encendidas cuatro turbinas y, diariamente, le está ofreciendo electricidad al país. El objetivo es prender cuatro máquinas más para aportar el 17 % de la demanda nacional de energía.