NACIÓN
Mafias disfrazadas de inversiones, ¿al mando de quién? Estos aterradores testimonios relatan el suplicio de las víctimas
Los llamados gota a gota o cobra diarios en la ciudad de Valledupar cada vez son más, así como más hostiles, más armados y más peligrosos.
Una verdadera mafia, con hombres armados, dispuestos a amenazar, destrozar e incluso matar, está apoderándose del negocio informal del préstamo gota a gota, una actividad que pese a no estar regulada por ninguna entidad gubernamental, no se considera un delito de manera directa, sino hasta que comienzan a evidenciarse las tazas de interés de dichos créditos. Es allí que el Código Penal colombiano lo considera un delito llamado usura.
Textualmente, ese código dice en su inciso 305: “El que reciba o cobre, directa o indirectamente, a cambio de préstamo de dinero o por concepto de venta de bienes o servicios a plazo, utilidad o ventaja que exceda en la mitad del interés bancario corriente que para el período correspondiente estén cobrando los bancos, según certificación de la Superintendencia Bancaria, cualquiera sea la forma utilizada para hacer constar la operación, ocultarla o disimularla, incurrirá en prisión de treinta y dos (32) a noventa (90) meses y multa de sesenta y seis punto sesenta y seis (66.66) a trescientos (300) salarios mínimos legales mensuales vigentes”.
Anota que además podría quien lo haga pagar cárcel: “El que compre cheque, sueldo, salario o prestación social en los términos y condiciones previstos en este artículo incurrirá en prisión de cuarenta y ocho (48) a ciento veintiséis (126) meses y multa de ciento treinta y tres punto treinta y tres (133.33) a seiscientos (600) salarios mínimos legales mensuales vigentes”.
Aclarando también: “Cuando la utilidad o ventaja triplique el interés bancario corriente que para el período correspondiente estén cobrando los bancos, según certificación de la Superintendencia Financiera o quien haga sus veces, la pena se aumentará de la mitad a las tres cuartas partes”.
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Es por eso que bajo la fachada de “inversiones”, los supuestos inversionistas, simulando venta de electrodomésticos, se camuflan en Valledupar y prestan dinero con tazas de interés superiores al 20 %, ampliando el crédito según el buen hábito de pago de sus clientes, creando como dicen las mismas víctimas “una cadena de maldición” de la que muy difícilmente se puede salir.
Víctimas
SEMANA conoció los mensajes amenazantes y los audios aterradores de los que es víctima una mujer de 59 años, luego de acceder a un crédito con los supuestos inversionistas y a quien en esta historia llamaremos Marta para proteger su identidad.
Desde el año 2021, en medio de la pandemia de covid-19, Marta decidió pedirle prestado dinero a una “empresa” recomendada por un vecino para recuperar algo de capital para su negocio de comidas ubicado en el norte de Valledupar.
Desde ese momento —asegura—, comenzaron las desdichas en su hogar, uno de sus hijos falleció a causa del virus, tiempo después otro de sus hijos sufrió un accidente y cada episodio trágico empeoraba la situación económica de la familia.
Todos terminaron envueltos en los préstamos gota a gota y lo que empezó con 200.000 pesos es ahora una deuda de más de veinte millones de pesos que le es cobrada de manera abusiva, bajo amenazas de muerte y sin piedad.
“Vienen aquí uno tras otro, me han dañado la reja de la casa, me partieron los vidrios y no los he mandado a arreglar porque sé que los volverán a partir. Vienen constantemente a cobrarme y me hacen escándalos amenazándome. Una noche vino uno y sacó un arma que parecía traumática y me hizo unos tiros en la ventana. Me le echan pegante instantáneo a los candados de la reja de mi casa y las cerraduras para que no entren las llaves. Yo no vivo tranquila, yo temo por mi vida y la de mi familia”, contó la mujer.
Su situación pasó de ser un problema a un drama y calvario, un laberinto al que no le ve salida. Asegura que solo vive pensando en cómo hacer la cuota diaria que debe entregarles a los cobradiarios y que de uno pasó a tener diez gota a gota. Todos se conocen entre sí y el uno fue quien le recomendó al otro.
Las amenazas de muerte e insultos cada vez son peores y no sabe cómo terminar de pagar la deuda millonaria que le ha costado, no sólo la tranquilidad, sino la unión familiar y de su matrimonio.
“Nosotros pasamos hambre porque, en vez de comer, preferimos darles el dinero a esos hombres para que no nos hagan daño. Cuando me dañan las cosas les digo que los voy a denunciar y me dicen que el dueño de una de las empresas es un sargento de la Policía”, aseguró la mujer.
Cierto o no quién sea el mando mayor de las “inversiones” en Valledupar, dedicadas al préstamo de dinero como gota a gota, ya parece ser una tormenta y hay múltiples empresas con razón social.
La Barca, Los Almendros, María Camila, Pantera, Domi rayed, La solución, Los Norteños, Los Mexicanos, Río Negro, La Roca que pasó a llamarse actualmente La Patrona y La Perla que antes se llamaba La Costa.
“Ellos, por las denuncias, como se meten a las casas a dañar las cosas, a destruir y a amenazar, cambian los nombres, pero todos se conocen, se llaman y se ponen de acuerdo para llegar a las casas. Son los mismos dueños de una los que ponen otras con otros nombres”, anotó la mujer.
Las llamadas empresas tienen un papeleo propio para acceder a los créditos, cosa que no se compara con lo que por regla solicitaría una entidad bancaria formal. Ellos le solicitan al interesado foto de la cédula y firma en las llamadas planillas, el pago de papelería para el crédito que oscila entre los 20 y 30 mil pesos y el pago de un seguro, que es tomado del dinero que le entregan a su deudor. Es decir, incluso la cantidad de dinero que les entregan en efectivo es menos de lo que deberían entregar, pero el cobro sí es por el monto que se pactó en palabras.
“Ellos te preguntan cuánto necesitas, van a tu casa, hacen las vueltas y ahí te entregan la plata, te ponen a firmar en la tarjeta y después que tú vas pagando te van diciendo cuanto más pueden darte y te convencen. El seguro es de ellos y no le dejan la plata completa a uno, prestan al 20 % con un plazo de 30 hasta 45 días”, explicó Marta.
Buscó a Dios y encontró más víctimas
Después de un año, el desespero, la zozobra y el miedo hicieron que Marta buscara a Dios en una iglesia cristiana para descargar su agonía y, confidencialmente, en la iglesia encontró a otras personas víctimas de los mismos préstamos.
Una mujer a la que llamaremos Claudia, de 45 años, quiso emprender con una panadería y para comprar materia prima pidió prestado dos millones de pesos a los gota a gota. Su calvario fue más corto que el de Marta, pues aunque asegura que todo empezó bien, un día cualquiera pidió una espera de un día porque no tenía el dinero de la cuota y para su sorpresa llegaron hombres agresivos a su negocio a cobrar el dinero.
“Llegaron y me golpearon todas las vitrinas, creo que si se los permites una vez, ya luego quieren hacerlo todo el tiempo, yo asustada y sin saber qué hacer, era terrible, horrible, son personas muy violentas y me amenazaron”, contó Claudia.
Su experiencia fue en 2018 y en ese momento su familia decidió reunirse para sumar esfuerzos y pagar la deuda luego de las amenazas; después, en pandemia, su negocio decayó y tuvo que cerrarlo, pero asegura que nunca más prestaría dineros a las supuestas inversiones.
“No se llevaron nada, no se alcanzaron a llevar nada y pagamos, eso no pasó ni dos meses cuando yo quise salir de esa deuda. Nos tocó reunir entre familia y devolvérsela. Hasta el momento no tenemos presupuesto, no tenemos para la materia prima, pero no nos hemos querido meter con esa gente y está cerrada la panadería”, dijo la mujer.
Menor herido por gota a gota
En el barrio Chiriquí en el sur de Valledupar, en una zona cercana al aeropuerto, los casos de cobradiarios haciendo desmanes y amenazando a las personas que deben pagar sus cuotas son mucho más frecuentes.
Allí se registró el pasado mes de febrero el caso de un menor de nueve años que resultó lesionado con arma traumática en su cabeza en medio de un cobro a su abuela.
“Esa señora no tenía forma de pagar porque a veces uno en el momento coge crédito por la necesidad de pagar arriendo o los servicios que llegan. Ella, por querer solventar esa situación, abrió un hueco de pago diario, pero está sin empleo pese a que es una mujer echada para adelante. No ha podido pagar las cuotas que faltaban a esa gente”, le expresó Mayerli Camelo, presidenta de la Junta de Acción Comunal del sector al medio local El Pilón.
Por fortuna, la bala sólo rozó la cabeza del niño, quien fue auxiliado por sus familiares y llevado hasta un centro asistencial.
No hay control
Acabar con este fenómeno que ha llegado a todos los sectores y estratos socioeconómicos de Valledupar parece un problema difícil y con muy pocas alternativas de solución.
Las autoridades locales han dicho que no hay control especial para los gota a gota, la Policía podría detenerlos en sus motocicletas para revisar documentos de la misma, antecedes de personas y o requisas para control de portes de armas, pero más nada fuera de allí.
¿Quién le pondrá fin a esta mafia?...