Critican monumento en honor a Martin Luther King por parecerse a un pene; costó 10 millones de dólares

El tercer lunes del mes de enero de todos los años se conmemora el nacimiento de Martín Luther King Jr. en Estados Unidos. Es el primer día festivo del año en el país y se hacen varios eventos en torno a la defensa de los derechos humanos que hizo este gran líder afroamericano.

Uno de ellos fue la revelación de un monumento en Boston que pretendía rendirle un homenaje al histórico personaje estadounidense. Sin embargo, las cosas no salieron bien.

La escultura en honor a Martin Luther King, que tuvo un costo de 10 millones de dólares, fue revelada al público, pero al momento de tenerla al frente todos quedaron asombrados.

La enorme pieza de bronce, titulada El abrazo, presenta dos conjuntos de brazos abrazados, interpretando de manera artística la clásica foto de Coretta Scott King y su esposo Martin Luther King Jr. después de que ganó el Premio Nobel de la Paz en 1964. Pero la escultura, si se le mira desde uno de sus lados, parece otra cosa.

“Los principales medios de comunicación estaban informando sobre esta inauguración como si todo estuviera bien [...] Pero luego, cuando salió un niño pequeño y dijo ‘¡Eso es un pene!’, ahí sí todos dijeron: ‘Oye, sí, ese es un gran ‘dong’”, dijo Seneca Scott, prima de la esposa de Martin Luther King Jr., al diario estadounidense New York Post el pasado domingo 15 de enero.

“Se desperdiciaron diez millones de dólares para crear un homenaje de metal masturbatorio a los miembros legendarios de mi familia, una de las familias estadounidenses más grandes de todos los tiempos”, añadió posteriormente para una entrevista a la revista Compact.

Los miembros de la familia King dieron a conocer la semana pasada la obra de arte cerca de donde Martin Luther King y Coretta se conocieron en la universidad. Sin embargo, esto no fue suficiente y ahora la obra es criticada por su parecido a una miembro masculino.

Tumban monumentos en el mundo que son considerados racistas

Primero cayó la estatua de Williams Carter Wickham en Richmond (Virginia). La efigie del general confederado, dueño de una plantación con esclavos y considerado un héroe por sectores de la población blanca, fue en los últimos años piedra de discordia entre supremacistas y antirracistas. Sus descendientes, al temer que derribaran la estatua, le pidieron al ayuntamiento retirarla.

Al otro lado del Atlántico, en Bristol (Inglaterra), el monumento más que centenario de Edward Colston, un traficante de esclavos del siglo XVII, sufrió una suerte peor: lo tumbaron y lo lanzaron al río. Las autoridades de Londres decidieron quitar la estatua del también esclavista del siglo XVIII Robert Milligan, luego de que manifestantes la cubrieron con una manta y le pusieron un cartel de Black Lives Matter. La misma decisión tomaron en Amberes (Bélgica), con la efigie del rey Leopoldo II, acusado de causar un genocidio en el Congo.

El Rey Leopoldo II, en Bruselas, Bélgica. En varias ciudades de este país, manifestantes pintaron las estatuas de este personaje. Lo condenan por sus actuaciones en el Congo que causaron un genocidio.

Volviendo a Estados Unidos, manifestantes atacaron y derribaron la estatua de Jefferson Davis, presidente de los Estados Confederados durante la guerra de Secesión. Seguidores del Black Lives Matter se ensañaron en especial con Cristóbal Colón, al que consideran el primer responsable de la esclavitud transatlántica. En Saint Paul (Minnesota) y en Richmond (Virginia) derribaron dos efigies del marinero genovés, y en Boston (Massachusetts) decapitaron una. En Houston (Texas)y Miami (Florida) otros monumentos a Colón aparecieron pintados.

Esto deja ver que los monumentos, esculturas y demás expresiones del arte que conmemoran a personajes siempre están expuestos a ser criticados, ovacionados, o incluso tumbados y vandalizados por los ciudadanos.