Arquitectura

“Sería un santo universal”: la posible canonización de Antoni Gaudí

José Manuel Almuzara se ha dedicado a lograr la canonización del arquitecto de la Sagrada Familia en Barcelona. En una reciente visita a Colombia, hablamos con él sobre el proceso en el que lleva desde hace más de diez años.

Ana Gutiérrez
24 de octubre de 2016
José Manuel Almuzara nació en 1952.

Las obras de Antoni Gaudí son emblemáticas de Barcelona, en especial la descomunal basílica de la Sagrada Familia, que lleva en construcción más de 130 años. Gaudí le dedicó el final de su vida al proyecto, viviendo tan modestamente que cuando murió, arrollado por un tranvía, lo confundieron por un mendigo debido a lo harapienta que era su ropa. Dejó todo a la basílica. José Manuel Almuzara, arquitecto español que vive en Barcelona desde hace 50 años, es el presidente de la asociación pro beatificación de Gaudí. Visitó Perú, Chile y Colombia (entre el 21 y el 26) en octubre para hablar sobre sus esfuerzos y generar conciencia sobre el posible santo.

¿Qué va a hacer en Colombia?

Desde hace muchos años voy por el mundo, cercano y lejano, a hablar del maestro Gaudí no sólo como arquitecto genial sino también como hombre cristiano que nos pueda dar una enseñanza de un vida ejemplar, lo cual lo hace más grande.

Estoy aquí unos días, en la Universidad Javeriana di una charla con el título Gaudí arquitecto de Dios: un diálogo entre la teología y la arquitectura junto a José Ricardo Acero de la facultad de teología y Carlos Hernández de la facultad de arquitectura y diseño. Luego voy a hablar en un colegio y varias parroquias, entre ellas una visita al centro pastoral de Nuestra Señora de Chiquinquirá.

Lo que hago te lo puedo resumir en un frase de Josep Francesc Ràfols, un arquitecto que fue discípulo de Gaudí que fue el primer biógrafo del maestro. En 1926 murió Gaudí y entre 1928 y 1929 Ràfols escribe un libro que simplemente se llama ‘Gaudí 1852-1926’, sus años de nacimiento y muerte, y las dos últimas líneas dicen: “Visto desde fuera de la fe, quedará siempre incomprensible. Será tal vez un aspecto de su obra lo que el incrédulo ame, pero no amará su síntesis”.

Claro, la gente va a Barcelona a ver la obra de Gaudí, independientemente de si creen o no. ¿Por qué van?, por la belleza del trabajo. Eso es para todos: sean literatos, filósofos, amas de casa, campesinos, industriales, niños, abuelos, de Singapur, de China, de cualquier lugar del mundo. Creo que esa es la grandeza de Gaudí. La belleza atrae e impacta y algunos van más allá, porque ven a un hombre de fe, y pueden descubrirlo.

¿Desde cuándo tiene esa fascinación por Gaudí?

Pues justo hace 40 años, casi nada, ¿eh?- dice con una sonrisa-. Nací 100 años después de Gaudí, en 1952, entonces nunca lo conocí. Pero hace 40 años, a través de un trabajo en la escuela de arquitectura, de la cual era estudiante, conocí un discípulo de Gaudí. Él me invitó después a ir a la Sagrada Familia y ahí empezó mi conocimiento, pude ver que era un hombre excepcional desde los tres puntos de vista: arquitectónico, humano y espiritual. Ese estudiante de él me dio a conocer otras personas conectadas al maestro, y realmente desde ahí empezamos a pensar que podía ser un santo. Entonces el proceso de beatificación está abierto en Roma desde 2003 y soy el presidente de una organización que promueve aquello. Y no es porque ha hecho la Casa Batlló, el Parque Güell o hasta la Sagrada Familia. Hay miles de arquitectos en el mundo; es por su vida santa, que es muy distinto.

Entonces, ¿cuáles son los argumentos para canonizarlo?

La iglesia católica se dice que es santa, católica y apostólica. La parte santa quiere decir que todos los que estamos ahí deberíamos tenerlo en cuenta y esforzarnos por serlo, en nuestra libertad, claro. Este posible santo podría ofrecerle al mundo un modelo a seguir como lo son la madre Teresa de Calcuta, Juan Pablo II, Francisco de Asís o Teresa de Jesús. A través de un laico, un hombre que vivió con sus amigos, con su familia, en su trabajo, que se esforzó para cumplir la voluntad de Dios y para hacer una arquitectura bella, funcional y única,  preocupándose además por sus clientes y trabajadores, nos acordamos podríamos hacerlo, cada uno desde donde esté. Es un hombre normal, no uno que vuele o que te mira a los ojos y te convierte. Uno no nace santo, ni nace arquitecto genio. Es un modelo a seguir de profesional, de hombre y de cristiano, de cómo vivir la fe en una forma sencilla y simple. No se necesita ser teólogo, él parte de su punto de vista como un hombre que reza y lidia con sus facultades. De hecho decía que lo que más trabajo le costaba era luchar contra su mal carácter, su genio. Los últimos 12 años de su vida dejó toda la obra civil porque tuvo una experiencia mística, después de una enfermedad gravísima, por la que estuvo a punto de morir, se refugia en la basílica. Sabía que no la acabaría él, que es un detalle grande de humildad también, y trató de facilitar ese trabajo pero las maquetas que dejó se perdieron en la guerra.

Ahora estamos en el proceso de llegar a la venerabilidad. Si todo va bien, es decir si los historiadores, los teólogos y los cardenales que la Santa Sede nombra hacen su trabajo e informan favorablemente él llegará a ser venerable, que quiere decir que vivió en grado heroico las virtudes: la sinceridad, la humildad, laboriosidad, fe, esperanza, caridad y así.

¿Cómo se refleja eso en su obra?, si es que ocurre.

Un forma clara y manifiesta en la que Gaudí no se esconde de nada es en el Parque Güell, donde fue a vivir con su familia. En un viaducto más o menos plano puso 150 bolas de piedra. Cuando fui, dije un Ave María entre bola y bola porque eso es lo que hacia él: es el rosario completo. Aprovechaba su paseo para hacerlo. Tú coges cualquier edificio de Gaudí y vas a encontrar una alabanza a María y sobre todo, la figura de la cruz. A veces lo escribe sobre la fachada ave gratia plena dominus tecum (Dios te Salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo) y eso es sorprendente porque es la obra civil.

Hoy, una de mis misiones es hacer ver que uno debe ser lo que quiere ser en toda circunstancia y Gaudí es un ejemplo a seguir. Benedicto XVI estuvo en la consagración de la Sagrada Familia en 2010 y dijo que Gaudí no hizo una escisión entre la conciencia cristiana y la conciencia humana, o sea fue arquitecto y cristiano a la vez. No era solo en misa de domingo a las nueve.

Dado que Catalunya ha tratado de independizarse de España, ¿es posible que un santo catalán complique esas divisiones?

Claro, todos tenemos nuestras ideas pero nunca debemos dividirnos y caer en el enfrentamiento. Debemos aceptar a las personas como son. Así seas del Madrid y yo del Barça, te querré igual -dice con una sonrisa- aunque me cueste un poco más -concluye con risa, antes de ponerse serio-. Lo digo en broma, pero hay gente que sí llegaría a enfrentarse por algo así y lo lleva al extremo, pero por eso creo que Gaudí en su obra puede unir estos polos. Sería un santo de la iglesia católica y por lo tanto universal. En Chile visité una cárcel, la Colina 1. Estuve con 20 presos, algunos con cadena perpetua, algunos que llevaban 23 años, uno me dijo que llevaba 13 y le quedan 27, y que ahora se casa. Me agradecieron que fui a verlos y darles una charla. Antes no conocían a Gaudí. Pero muy emocionados me dijeron que era para ellos un orgullo. Y me dijeron -adopta una voz más profunda- ‘¿sabes qué? en esta cárcel, se va a producir el milagro que Gaudí necesita para ser beato‘. Así tajantemente. Gaudí crea puentes.