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La fuente de La Garza, en el barrio Las Cruces, fue restaurada este año y es uno de los atractivos del nuevo centro histórico de Bogotá. Foto: Álvaro Tavera.

Bogotá

Bogotá tiene un nuevo centro histórico

El lunes 5 de diciembre, la Secretaría de Cultura realizó la rendición de cuentas de su gestión en la zona durante este año. El director del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, durante su intervención, habló del nuevo límite del centro histórico de la ciudad.

Sergio Rodríguez
6 de diciembre de 2016

Bogotá cuenta con algo más de ocho millones de habitantes, 21 localidades, miles de carros, buses y bicicletas. No siempre fue así. Durante casi cuatro siglos la ciudad tenía cuatro límites: el barrio las Cruces al sur, San Diego al norte, la Plaza España al occidente y los cerros al oriente. Era un pequeño pueblito de españoles, criollos, mestizos, indígenas y unos cuantos negros. Así fue hasta los años veinte o treinta del siglo pasado, cuando la ciudad comenzó su vertiginoso y desorganizado crecimiento, del cual somos víctimas hoy. En ese proceso de expansión desaparecieron parques como el Centenario, se recortó el de la Independencia, el tranvía se evaporó una noche durante la administración de Fernando Mazuera y varios edificios del centro como el Hotel Granada -referente arquitectónico de la época- se tumbaron para dar paso a nuevas edificaciones.  

El Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC), hoy, es el encargado de proteger y velar por la conservación del patrimonio de la capital. El lunes 5 de diciembre la Secretaría de Cultura -a la que está adscrito el IDPC- realizó su jornada de rendición de cuentas. Durante esa mañana, en el Biblioteca Virgilio Barco, cada uno de los directores de los entes de la Secretaría demostró cómo fue la gestión durante el primer año de la nueva administración.

Fueron varios los puntos que se tocaron en la intervención de Mauricio Uribe, director del IDPC, quien presentó a los asistentes y a la ciudadanía que seguía la transmisión por internet cómo fueron los gastos de la entidad y las obras que realizaron.

Invirtieron más de 22 mil millones de pesos en la intervención de bienes de interés cultural como la plaza de toros La Santamaría, que se entregará el 14 de enero del próximo año; la plaza de mercado de La Concordia, a entregarse en marzo; la Basílica menor del Voto Nacional, el Concejo de Bogotá, la fachada de la Catedral Primada de Colombia y las dos sedes del IDPC.

Llevaron a cabo 13 jornadas de recuperación del espacio público en Las Cruces, el Eje Ambiental, Quinta Camacho, el monumento a Los Héroes y el Parque Nacional. Recuperaron 16 monumentos y 977 fachadas, intervinieron en tres espacios de interés cultural y se puso en operación el Museo de Bogotá, donde se realizaron siete exposiciones temporales que recibieron más de 20.000 visitantes. Implementaron la Cátedra de Patrimonio Cultural dirigida a 4.200 menores de colegios distritales, y la formación de 35 docentes, que se completarán durante esta administración. Reglamentaron el programa ‘Adopta un monumento‘.

Finalmente, Uribe expuso la formulación del Plan Especial de Manejo y Protección del Centro Histórico (PEMP), que presentarán al Ministerio de Cultura el próximo año y que plantea los nuevos límites de este. Uribe recuerda que “Bogotá es, desde 1963, centro histórico y monumento nacional, pero no se había definido. Años después se limitó a lo que conocemos como La Candelaria, pero esta no era la ciudad histórica. Lo que nosotros estamos diciendo es que el centro histórico debe representar a la ciudad histórica. Si vemos las planimetrías antiguas y fotos vemos que Bogotá iba desde las Cruces hasta San Diego, desde Egipto hasta Plaza España”.

El PEMP es una apuesta de la Alcaldía y el IDPC por reconocer, reivindicar, revitalizar y recuperar el centro de la ciudad y hacerlo competitivo sin tener que ir en detrimento del patrimonio cultural. Uribe afirma que no es un plan de obras, como muchos podrían creer, es más bien una hoja de ruta que busca la “reglamentación del centro histórico que dictará la norma que permita el desarrollo conservando el patrimonio que es el centro histórico y la idea es que se impulse el desarrollo en el centro, del patrimonio, el mantenimiento de las entidades culturales, que lleguen habitantes y se conserven los que existen. Creemos que es una tarea de 15 años. Se va a ver un centro, del todo renovado, mucho más seguro, más competitivo”.

El arquitecto Carlos Niño cree que “el gran problema no es el límite uno o el límite dos, sino la incapacidad que tenemos en Colombia para hacer un plan y, sobre todo, para respetarlo. Se quedan en estudios en los libros”. 

Ahora bien, el centro de Bogotá ha sido estudiado una y otra vez, se han hecho planes urbanísticos y de conservación del patrimonio. Para la formulación del PEMP, que está en fase de diagnóstico, se han venido recogiendo todos estos estudios existentes desde los años cincuenta. Uribe dice que “no vamos a desconocer ningún estudio que se haya hecho. El problema de estos estudios es que ninguno pasaba a ser el instrumento que necesitaba y necesita la ciudad”. El IDPC tendrá en cuenta el Plan Centro de Fonade de los años ochenta, el Plan Reencuéntrate con la Candelaria que hizo la corporación La Candelaria también en los años ochenta y el Plan de revitalización del centro tradicional de la administración pasada que “es insumo importantísimo porque es lo más reciente que se ha hecho, pero como plan se quedó en un libro” recalca Uribe.

Niño reconoce la importancia del patrimonio, al que le achaca dos distintivos: ser ejemplo de arquitectura o urbanismo de gran calidad, y testimonio y memoria del proceso histórico de una ciudad; “No tener patrimonio es como si una persona se despertara a las siete de la mañana con amnesia. Una persona amnésica es casi un ente. La memoria en la ciudad la representan ante todo la arquitectura y el urbanismo”. Pero también es consciente de la desidia y desinterés de la ciudadanía por preservarlo, que ve como una respuesta o réplica de no haber logrado construir un Estado real ya que, como dice, “lo que representa lo detestamos: el congreso, los impuestos, el transporte público, todo lo detestamos. Como que nos fastidia lo que hemos construido”.

Es algo que se puede comprobar fácilmente con otro ejemplo: el Bolívar de la Plaza de Bolívar ha sido recuperado cinco veces este año y cada vez, excepto la última, ha sido vandalizado de nuevo. Así también pasó con Gonzalo Jiménez de Quesada en la Plazoleta del Rosario, que en noviembre del año pasado fue revitalizado y a la semana de concluir las obras había vuelto a ser un desastre.

Uribe sabe que “la recuperación va a depender de la cultura ciudadana y todas las campañas de sensibilización en las que estamos trabajando. Para la recuperación de los monumentos en espacio público estamos reglamentando el programa Adopta un monumento en el que vamos a tener vinculación de privados y de las distintas entidades del Estado para que se comprometan con el instituto para la preservación de estos bienes”. Gracias a este programa se pudo revitalizar la fuente del parque principal del barrio Las Cruces: La Garza.

Por lo pronto hay que esperar que el Ministerio de Cultura apruebe el PEMP, que pase al concejo de Bogotá y comience su implementación, que según Uribe empezaría en el 2018. Niño cree que primero hay que “crear una forma urbana que tenga calles, andenes, puertas que no sean muros cerrados o mallas, rejas o alambres de púas sino una ciudad que invite al encuentro y que invite a caminar, pero con los andenes que tenemos. Segundo, si formulo una ciudad así la logre concretar, que las instituciones se coordinen y participen positivamente, no para joder. Eso es difícil pero ojalá cambiemos”.

Mientras tanto Bogotá sigue creciendo.