Historia de Colombia

Antioquia, ¿por qué tan distante?

La animosidad entre el departamento paisa y el resto del país, exacerbada en días recientes por la victoria del No en el plebiscito, se remonta al siglo XIX. Hablamos con el magíster en historia de la Universidad de los Andes Carlos Hinestroza, nacido de Medellín, para entender una tensión de más de 100 años.

Ana Gutiérrez
11 de octubre de 2016
Carta Corográfica del Estado Soberano de Antioquia. Tomado del "Atlas de los Estados Unidos de Colombia, antigua Nueva Granada", 1865, de Manuel Ponce de León y Manuel María Paz.

¿Cómo explicar la difícil relación entre Antioquia y Bogotá?

Hay varias cosas. Uno tiene que remitirse al siglo XIX, a los años entre 1858 y 1886. Era un periodo federal en el que Antioquia vivió un esplendor económico y sus habitantes se fortalecieron mucho frente a otras élites regionales. El problema es en 1886, cuando Rafael Núñez plantea la centralización del estado colombiano. Eso afecta mucho a la elite local que había organizado tanto poder e independencia y ahí se empieza a rastrear el génesis de la tensión con lo que hoy es Bogotá. En Antioquia fueron creando su misma idea del mito de antioqueñidad, construyendo identidad, de estar orgullosos de su tierra y su gente, definiendo sus características: son los grandes trabajadores, los comerciantes. Tienen es una unidad cultural que está tan arraigada que lo que necesita es un otro al que hacerle frente y así justificarse.

Esas ideologías permiten hablar de los ‘otros’, sean costeños o rolos, de manera despectiva, sobre todo los bogotanos porque ellos “no nos dejan progresar”. Es absurdo pero la idea va avanzando, todavía hablando de la Antioquia Federal, está esa añoranza. También está el auge económico, pues la bonanza cafetera en el siglo XX alimenta más esa identidad de élite antioqueña. A la vez se enfrenta a una serie de intereses de esas élites regionales y Caldas, Risaralda, Quindío salen de Antioquia, todo por patrocinio del estado central. Eso acaba con Antioquia la grande y crece esa animosidad hacia Bogotá.

Sorprende que no tenga inicio con la colonización antioqueña, que es un movimiento importante en ese imaginario antioqueño.

La colonización fue también cómo las élites de la región agarraron las tierras que querían, pero sí, en términos de identidad, se fortalece con esa idea. Se termina poblando sobre todo lo que hoy es Caldas, Risaralda, Quindío y parte del Tolima y se crea la imagen del paisa trabajador, pero en realidad terminan trabajando la tierra de una elite más rica que les quita terreno, por eso salen de Antioquia misma. La colonización funciona en términos más ideológicos y es porque escritores bogotanos del siglo XIX los exaltan como los que trabajan y van limpiando el monte, llevando civilización. Es un imaginario que se difunde no solo en Antioquia sino todo el país y en las élites de Bogotá en particular.

Es interesante que el sector cultural fomentó esa idea de identidad regional desde la capital...

La cultura claro, influye mucho. De hecho diría que buena parte de la literatura que usan serían los estudios etnográficos del siglo XIX y el tránsito al XX. Lo que hacen es crear esa idea, la imagen de antioqueñidad que se ha forjado, que todavía se tiene en el momento, y ven la posibilidad de hacerse notar en otras regiones. Empiezan a decir que la ‘raza antioqueña’ tiene factores, digamos, antropológicos, que nos hacen distintos, en textos de historia, medicina y ficción, y esas construcciones ideológicas pasan por las distintas ramas del conocimientos y se presentan a un público letrado. Es popular entre la intelectualidad antioqueña pero también la bogotana, que quiere ver esas costumbres y ese pueblo romántico e idealizado. Eso va alimentando esa idea de que es la clase más civilizada y la más perfecta. El mismo Tomás Carrasquilla (1858 - 1940) tiene un modelo muy claro de lo que es escribirlo, de comunicar ese concepto.

"¿Sabe lo que más me gusta de sus obras? Pues el antioqueñismo, un antioqueñismo pasado y repasado por muchos libros y por muchos cedazos." Fragmento de la carta de Tomás Carrasquilla a Fernando González Ochoa sobre la publicación de El Hermafrodita Dormido.
Además, Antioquia tiene gran poderío económico en la década de 1920, una industrialización acelerada y establecen los grandes textileros del país. Para ellos, demuestra la validez de esas ideas sobre ser el ideal de la raza.

¿Qué pasó cuando el país pasa de la bonanza cafetera a la marimbera y el narcotráfico invade Antioquia?

La violencia de los narcos exacerba rasgos que ya estaban arraigados en la cultura: la idea de ser comerciante, que el dinero tiene que conseguirse de manera fácil. Eso pasa al tiempo que, acabando los años setenta y empezando los ochenta, hay una crisis económica. Los salarios y las posibilidades de empleo van menguando y empieza a aparecer el narcotráfico. Va convirtiéndose en el gran empleador de esas barriadas de Medellín, es un fenómeno que se ve por ejemplo en Rodrigo D. No Futuro, va entrando a los sectores populares donde ya no hay trabajo y masas de jóvenes sin futuro. Son generaciones que hacen una serie de evaluaciones sobre figuras que representan una exacerbación de la idea tradicional de lo que es el macho: el que tiene plata. El problema, a mi juicio, no es tanto que cambien las ideas de antioqueñidad, sino que buscan aspectos sobre los que se extrapola y multiplica. La idea del verraco, en cuestión de años, ya no es el negociante sino el que roba, mata y se dedica a lo ilegal.

Ya que hablamos de machos, a los paisas se les critica mucho por ser machistas...

Es una cultura machista. Una amiga, antropóloga, trabajó en las cárceles sobre todo con adolescentes. Vio que los grande problemas que tienen es que, desde muy chiquitos, son los machos de la casa. Las mamás mismas les dicen que tienen que tomar cargo de la economía del hogar. Así acaban en el crimen, para cumplir con ese rol borran lo legal y usan los medios que les da la situación social, a que se le suma la presencia de combos y BACRIM, una cultura de criminales.

Creo que dado el clima político no puedo no preguntar por Álvaro Uribe...

A mí lo que me parece más problemático es que Uribe representa el estereotipo de lo que el paisa quiere ser en este momento: el verraco, el frentero, autoritario, el que negocia solo en sus términos y somete al otro. En este momento a la cultura antioqueña le gusta, naturaliza, esa figura del duro y precisamente por eso lo sigue. No sé si él lo hará conscientemente, pero se aprovecha de la idea. Paradójicamente, en la campaña del No no utilizó tanto la figura de Santos para representar ese otro, esa élite bogotana que frena a los paisas, sino que apeló a elementos muy arraigadas en la cultura, pilares de esa identidad, diciendo que atacaban esas ideas. Por ejemplo, la idea de familia, que estaría amenazada por lo de la “ideología de género”. Claro, eso olvida a la población afro, a los indígenas, a la región del Urabá, todos los que viven en Antioquia pero son culturalmente distintos.

¿Sería posible cerrar las brechas que genera esa concepción cultural?

Creo que lo primero sería la aplicación de educación universitaria, que sea accesible a la gente que llega de regiones muy afectadas por la violencia. Los movimientos sociales, por ejemplo la marcha por la paz, son muy universitarios. Pero la educación primaria y secundaria es la que más reproduce los estereotipos del paisa. Es complicado, es una lucha grande, sería una apuesta a tres generaciones. Necesitamos otros lugares de difusión para cuestionar esos valores que terminan naturalizados. Se enseñan como si no tuvieran orígenes sino hechos que no se pueden cambiar.