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Millos, el gran colero

Santafecito lindo le ganó al Envigado en el último minuto dejando en los 1800 hinchas que calentaron asfalto esa esporádica sonrisa que les aparece de vez en cuando en el año.

Mauricio Silva G.
21 de mayo de 2001

Por Mauricio Silva G.



Dicen los hinchas de Santa Fe que los seguidores de Millonarios creen que su equipo es el Real Madrid o el Inter de Milán y que, por ende, se sienten con el patético derecho de exigir y exigir y otra vez exigir, aún en la victoria. En otra palabras, los rojos tildan a los azules de arribistas tercermundistas.



Y tienen razón. El hincha de Millonarios es un demente personaje que, con orgullo, todavía se come el cuento de la gloria azul, del ballet de otrora, de los embajadores, de las trece estrellas y todo ese tipo de parafernalia que los mayores de 35 sacan a relucir a la hora de evocar la gloria o de afrontar la crisis. "Somos lo más grande, merecemos lo más grande".



Sin embargo, el nuevo hincha de Millos, el que hace parte de los menores de 35 años, el que además hace posible que Comandos Número 13 sea la barra más grande del país, el mismo que lleva la camiseta puestas debajo del suéter del colegio, le está tocando asumir la cosa de una manera mucho más relajada y mucho más aterrizada frente a lo que es el azul siglo XXI.



Millonarios, como no sucedía hace mucho rato, cayó el domingo pasado al último puesto en la tabla y evidencia, otra vez más, la realidad de un equipo muy diferente al de antes, la de un equipo desbaratado, quebrado y atracado por sus directivos de hoy que, en especie, vienen siendo los mismos turbios de los últimos diez años.



El equipo azul, que ya hasta juega con camiseta blanca, está cada vez más parecido al Racing argentino: la sede administrativa está embargada, la deportiva está vendida, los jugadores no le pertenecen y la institución está investigada. Así las cosas, Millos que más puede aspirar si no ser el gran colero. Mejor, apague y vámonos.



Volvamos al futbolito criollo que se sigue caracterizando por la irregularidad de sus protagonistas. El líder ya no es el Pereira, que perdió frente al Pasto 3-1 (¡hágame el favor!) si no el Tulúa que ganó de visitante frente al Caldas 2 a 4. Bien por Quintabani, técnico de los vallunos.



Al respecto, ese bulto de sal que es Javier Alavarez, el mismo del histórico 0-9 contra Brasil, hoy técnico del Once Caldas, dijo antes de enfrentar al Tuluá que el equipo de Manizales está para grandes cosas, entre otras, la Copa Libertadores. Pobre, cada vez que abre la jetica…



Sin embargo, la fiesta de la fecha estuvo en Cali donde el América le empacó 6 al Tolima que, a su vez, logró empacar 4. O sea, diez goles en un partido memorable que dice mucho de nuestro fútbol siempre tan aterrador. De hecho los rojos venían de ser goleados en la Copa Libertadores (4-1 con el Vasco) y los "vino tinto y oro" (¡qué horror de descripción!), de haber perdido por 3 goles en la fecha anterior.



La figura del partido, descontando los tres goles de "El Mono" Herrera por el América y los dos de Iván Velázquez por El Tolima, fue Javier Ferreira, el diez americano, quien, tal y como están las cosas, debería ser el conductor de Colombia frente a Venezuela. Por lo menos, esos son los partidos en que los pelados de su corte no pelean contra la presión y, por el contrario, les va dando cancha.



Otro "sardino" que sigue volando -y que sigue pidiendo selección Colombia- es "El Mao" Molina que volvió a marcar en Bogotá. De nuevo, como ya es tradición, atendió al Santa Fe en Bogotá con otro tiro libre de antología y con un remate de media distancia después del consabido error de la defensa roja. Dos pepas que lo tienen de goleador, con 9, por encima de Carlos Castro, el ariete azul.



Pero retomando, ante todos los pronósticos, Santafecito lindo le ganó al Envigado en el último minuto dejando en los 1800 hinchas que calentaron asfalto esa esporádica sonrisa que les aparece de vez en cuando en el año.



Por cierto, los hinchas de Millos dicen que los seguidores rojos se creen del Tenerife: no existen si no para joder al Real Madrid. Pero aquí, en el extremo caso arribista, el azul ya está muy jodido.