Dicen que era el único hombre al que Pablo Escobar le temía. Acumuló tanto o más dinero que el propio capo. Se convirtió en su brazo armado, en el hombre que hizo posible sus delirios de guerra. Sin embargo, se sabe mucho de Escobar y poco de Gonzalo Rodríguez Gacha, el otro pilar del mal sobre el que se erigió el cartel de Medellín.
Este hombre nacido en Pacho, Cundinamarca, campesino de origen humilde, taimado, capaz de la crueldad más aterradora, inspira la nueva serie de televisión que presenta RCN este martes y que produce Fox Telecolombia, escrita por Mauricio Navas, a partir de una investigación del periodista Gerardo Reyes y protagonizada por Sebastián Calero.
Una historia que según sus productores es diferente a las narconovelas que se han presentado hasta ahora en la televisión, pues está contada desde el punto de vista de quienes combatieron al narcotráfico en sus albores, cuando nadie en el país imaginaba su ilimitada capacidad de violencia y corrupción. Cuando Gacha, más conocido como el Mexicano, se camuflaba astutamente tras la poderosa imagen de Pablo Escobar, a sabiendas de que sus poderes eran equiparables y funcionaban en perfecto equilibrio.
¿Quién era el Mexicano?
El afán del dinero llevó a Gacha desde muy joven a las minas de esmeraldas, donde se hizo lugarteniente de Gilberto Molina, en medio de la sangrienta disputa por las esmeraldas en esta región del altiplano cundiboyancense. Luego, a mediados de los años setenta, hizo una pequeña fortuna en la costa Caribe traficando marihuana. Allí entendió que el negocio verdadero estaba en la cocaína y viajó personalmente a Bolivia y Perú a traer la semilla de la coca para adaptarla al trópico colombiano. Según Reyes, fue Gacha quien industrializó la producción del alcaloide en las selvas del Caquetá, Guaviare y Meta.
También sería el hombre que vio en México el futuro del crimen organizado e inició una alianza perdurable entre el cartel de Medellín y los carteles que actuaban a lado y lado del río Grande, alianza que ha tenido nefastas secuelas hasta hoy.
Gacha acumuló una riqueza tan desmesurada que la revista Forbes lo incluyó en 1988 entre los hombres más ricos del mundo. Aún hoy el Estado no sabe cuántas fueron sus tierras ni su ganado, y la extinción de sus bienes ha tomado más de un cuarto de siglo. Entre otros, el equipo de fútbol Millonarios, del que se apropió en 1982, y su mansión en el exclusivo barrio La Cabrera, al norte de Bogotá, que se erige como símbolo de la tolerancia que la sociedad tuvo con los narcos en aquel tiempo.
Gonzalo Rodríguez Gacha encarnó como nadie la violencia del narcotráfico. Su falta de escrúpulos era tal que hasta Pablo Escobar le temía, según cuenta el general (r) de la Policía Rosso José Serrano. El Mexicano entendió muy temprano que el narcotráfico requería el control del territorio para inundar de coca al país y por eso creó un inmenso ejército privado, importó armas desde Israel y trajo mercenarios de ese país y de Gran Bretaña para entrenar a sus tropas de sicarios. Así se convirtió en el gran auspiciador de los primeros grupos paramilitares asentados en el Magdalena Medio y en el gran ejecutor del exterminio de la Unión Patriótica.
Al final de su vida, Gacha tenía abiertos cuatro frentes de guerra. Uno junto a Escobar contra el Estado, que alcanzó su cénit con el magnicidio de Luis Carlos Galán, el hombre que se había erigido como el abanderado de la restauración moral del país. Otro contra las Farc y la izquierda democrática, en alianza con sectores oscuros de los organismos de seguridad del Estado, como el DAS y algunos miembros del Ejército.
Otro contra los esmeralderos que no quisieron someterse a su dominio; y el último contra el cartel de Cali, en una violenta disputa por los mercados de la cocaína. Esta última guerra lo llevaría a la muerte cuando un marinero infiltrado por los de Cali en su grupo de seguridad, le dio la información a la Policía sobre su paradero. Fue así como murió en diciembre de 1989, acorralado por la persecución oficial.
Los que no se doblegaron
Pero más allá de la vida de Gacha, Alias el Mexicano: el que a hierro mata a hierro muere, muestra en realidad la encarnizada y también solitaria lucha de coronel de la Policía Jaime Ramírez (Rafael Novoa), quien en 1984 descubrió, con apoyo de la DEA, el gran emporio de la cocaína del cartel de Medellín: Tranquilandia. Gacha nunca le perdonó a Ramírez esta operación y en 1986 lo asesinó cuando, sin escolta ni carro blindado, viajaba con su familia de Villeta a Bogotá.
En la serie se profundiza por primera vez la valiente y también solitaria actuación del ministro de Justicia de la época, Rodrigo Lara Bonilla (Fabio Rubiano); las batallas temerarias que dio contra la mafia, aun a sabiendas de que pagaría con su vida.
Ramírez y Lara aparecen como dos héroes trágicos de la sociedad colombiana, a la vez que como los pilares sobre los que descansa la batalla que por décadas han dado las instituciones para no sucumbir ante la amenaza constante del narcotráfico. En ese sentido hacen parte de una memoria ejemplarizante necesaria en Colombia.
La serie también rescata a las mujeres que, lejos del estereotipo de la prepago, nunca se doblegaron ante Gacha, y que están encarnadas en Ana Belén (Carolina Gaitán), que sufrirá lo impensable por negarse a ser ‘comprada’ por Gacha. Así mismo, el periodismo se muestra como una conciencia moral de una comunidad asediada a través de Isis (Flora Martínez), un personaje de ficción que trabaja en la revista SEMANA.
La presencia de esta revista en el seriado obedece al deseo de los creadores de hacerle un homenaje al periodismo en general, al valor que han tenido sus denuncias para la preservación de la democracia, labor que por supuesto no es exclusiva de este medio, y que por el contrario encontraron su mayor expresión en aquella década en el inmolado director de El Espectador Guillermo Cano.
Alias el Mexicano se suma a esa corriente de televisión que hace memoria sobre los hitos más dolorosos y difíciles de la historia reciente, con una producción de gran calidad a cargo de Óscar Guarín y la dirección de Diego Mejía.
La serie podrá verse a partir de este martes a las nueve de la noche por el canal RCN, y este domingo 3 de noviembre el mismo canal emitirá un documental sobre Gacha, que profundiza en el espíritu que los libretistas, liderados por Navas, les han dado a los libretos.
Seguramente Alias el Mexicano no estará exenta de debate, como ha ocurrido con anteriores seriados que abordan temas tan espinosos como el narcotráfico y el paramilitarismo, y que cuestionan la falta de propuestas narrativas que vayan más allá de la apología al narcotráfico y a la fascinación de los colombianos por ese arquetipo tan siniestro como exótico que es el ‘narco’ en el imaginario del país.
Según Navas, en esta serie Gacha no será un personaje pintoresco con el que el televidente se sienta identificado, sino un hombre aborrecible y sin escrúpulos a través del que se cuenta una catástrofe y se hace una crítica mordaz a la sociedad.
Más que la vida de un narcotraficante, han dicho los productores, Alias el Mexicano cuenta la heroica lucha de quienes se enfrentaron a él; de quienes se inmolaron para frenar su codicia sangrienta; y el valor civil que tuvieron un puñado de personas que le dijeron no al espejismo del dinero fácil, en un momento en el que gran parte de la sociedad banalizaba este fenómeno emergente, que cambió la vida de las últimas dos generaciones de colombianos.
Pero será finalmente el público el que a partir de este martes juzgue si encuentra en esta nueva producción un punto de vista diferente sobre los episodios más traumáticos que ha vivido Colombia. Y si se identifica, por fin, con el país que le dijo no al inconmensurable poder corruptor de la mafia.