Obligación o responsabilidad social
Una empresa que proclama estar haciendo un gran esfuerzo para producir el “menor” impacto ambiental posible, apenas se está acercando a cumplir con su obligación mínima.
Es muy satisfactorio que en nuestro país se hable cada vez con mayor frecuencia de Responsabilidad Social Empresarial. Ojalá no se trate de una moda o de una frase de esas que se repiten porque todo el mundo lo hace y corresponda a un sentimiento arraigado en lo más profundo de las organizaciones. Sería también deseable que todos entendamos lo mismo, ya que con frecuencia se confunden las Obligaciones Sociales con la Responsabilidad Social.
Las Obligaciones Sociales son aquellas acciones que las empresas deben realizar porque constituyen una imposición de tipo legal o porque obedecen a una obligación moral. Las primeras incluyen el bienestar de los trabajadores, su remuneración justa, un entorno de trabajo adecuado, bienestar social y familiar y naturalmente el pago oportuno y adecuado de contribuciones e impuestos. Al segundo grupo pertenece todo lo concerniente al trato responsable del ambiente y a las relaciones adecuadas con la comunidad.
La Responsabilidad Social, por el contrario, es todo lo que va más allá de las obligaciones. Es aquello que la empresa emprende por iniciativa propia, porque se siente comprometida con la sociedad, con el país, con el entorno y con las generaciones futuras; porque entiende que lograr una sociedad mejor es tarea de todos y no únicamente de los Estados o del sector público.
Si se concibe la responsabilidad social en esta dimensión, necesariamente está relacionada con el medio ambiente, con los niños actuales y los que están por venir y con la educación y la salud que van a tener estos ciudadanos del mañana. Es el deber que tenemos los actuales pobladores del planeta de garantizar que la vida continuará siendo posible y grata en el futuro.
Sin agua y sin aire la vida no es posible, como es imposible la salud, si agua y aire son de mala calidad. Por eso, en la medida en que las condiciones medioambientales se deterioran, el bienestar de los pobladores del planeta se vuelve más difícil y comienza incluso a ponerse en peligro la supervivencia de algunas especies, lo que podría llegar a suceder también con los seres humanos.
Una empresa que proclama estar haciendo un gran esfuerzo para producir el "menor" impacto ambiental posible, apenas se está acercando a cumplir con su obligación mínima, que es devolver un bien en las mismas condiciones en que se ha recibido. Se podría decir que esta visión es exagerada y que haría imposible el progreso, ya que lograr cero impacto puede ser una quimera inalcanzable. Sin embargo, hay muchos ejemplos, incluso en nuestro medio, que estimulan a seguir buscando caminos para lograrlo. Además, las empresas tienen también la posibilidad de emprender acciones que produzcan mejorías para compensar el impacto negativo, de manera que el efecto final para el equilibrio medioambiental sea nulo.
Una vez alcanzado ese nivel ya se podrá decir que las acciones que se emprendan de allí en adelante sí son de Responsabilidad Social, puesto que luego de ejecutadas el ambiente será no solo igual, sino mejor que antes. Ejemplos de este tipo de acciones son la recuperación de fuentes de agua, la siembra de árboles o el fomento de la biodiversidad.
Sería injusto afirmar que esta responsabilidad con el futuro es solo de las empresas y del sector industrial. Todos los 6.000 millones de habitantes de este planeta también tenemos esta obligación social pues en nuestra vida diaria ocasionamos un daño a los recursos naturales, tanto a nivel urbano como rural, que tiene dimensiones catastróficas. Por eso es imperativo emprender campañas educativas masivas para lograr que individuos y comunidades entiendan su obligación y la magnitud del problema para que se comprometan de manera inmediata con esta tarea.
Cuando el calentamiento global, la destrucción de la capa de ozono, la tala implacable de los bosques y la contaminación del aire y del agua están ya en límites muy peligrosos, la obligación radica en impedir que el deterioro continúe y la responsabilidad en lograr que las condiciones actuales mejoren, para que podamos entregar a las generaciones futuras un planeta que por lo menos se acerque al que nosotros recibimos.
*MD. FACP.
Director General.
Fundacíón Santa Fe de Bogotá.