Corea del Norte
¿Dónde está el dictador?
Que le espera al país más hermético del mundo tras los rumores sobre la mala salud de Kim Jong Il, el excéntrico líder que lo convirtió en un peligroso poder nuclear. Por Santiago Torrado.
No era un evento cualquiera. En un país acostumbrado a los fastuosos desfiles militares, el del martes pasado había sido anunciado como el más grande de la historia. Un acontecimiento multitudinario que el régimen llevaba todo el año preparando para celebrar el 60 aniversario de la fundación de la República Popular Democrática de Corea, más conocida como Corea del Norte, por parte del fallecido Kim Il Sung. Pero Kim Jong Il, el “querido líder” que heredó de su padre el culto a la personalidad que ha sostenido a esta dictadura comunista, no apareció por ninguna parte.
La última vez que se le vio en público fue el 14 de agosto, así que su ausencia disparó las alarmas sobre su estado de salud. En el país más aislado del planeta, su salud es un secreto de estado, pero Kim, de 66 años, lleva el peso de una vida cargada de excesos: su gusto por el alcohol está documentado (fue el mayor cliente individual del ultra exclusivo coñac Hennessy durante dos años seguidos en los 90) y ha sufrido diabetes y problemas cardiacos. En cuestión de horas, la prensa mundial publicó filtraciones de varios servicios de inteligencia, que detectaron la inusual visita de un equipo de médicos chinos a Pyongyang, la capital. Fuentes estadounidenses aseguran que sufrió un derrame cerebral en las últimas dos semanas, mientras la inteligencia surcoreana envió al parlamento un informe donde sostiene que no llegó a abandonar el poder y se recupera de una compleja cirugía luego de un infarto.
El régimen, por su parte, aseguró que su líder está en perfectas condiciones, descartó las versiones como una “conspiración” para desestabilizar al país y recordó que la prensa occidental se ha equivocado en el pasado. Pero aunque el dictador que desafió a occidente con su programa nuclear ha desaparecido por largos periodos en más de una ocasión, nunca se había perdido uno de los legendarios desfiles militares. No parece probable que faltara sin motivo a uno tan significativo.
Las excentricidades de Kim Jong Il, quien llegó al poder tras la muerte de su padre, en 1994, lo han convertido en un personaje de dudoso atractivo. Debido a su obsesión con lucir más alto, pues mide menos de un metro sesenta, la vanidad lo lleva a usar zapatos con plataforma y peinarse hacía arriba. Se gran pasión es el cine, posee una colección de 20.000 películas y se dice que es fanático de James Bond. Más importante aún, los norcoreanos han sido enseñados a adorar su imagen y en cada plaza hay una estatuas del “querido líder”.
De ahí que una sucesión no sea un asunto sencillo, y los analistas han comenzado a debatir lo que ocurriría ante su salida. La frontera militarizada entre las dos coreas es el último frente de la Guerra Fría, y mientras la república del norte tiene fuertes vínculos con China, la del sur es aliado de Estados Unidos. Por más condenable que sea un gobierno que depende de la ayuda extranjera para alimentar a sus ciudadanos mientras sostiene un ejército de más de un millón de soldados, su colapso sería un cisma geopolítico. En un eventual proceso de cambio de mando, los observadores anticipan cuatro posibles escenarios.
El primero es un gobierno militar donde los generales asuman el mando. Eso acercaría al país a China. El segundo es un liderazgo colectivo, compartido, de figuras que broten de la familia Kim, el partido comunista y el ejército, las tres ramas en que se reparten el poder. Pero la mayoría de observadores descartan esa posibilidad, pues los Kim llevan más de medio siglo convenciendo a los norcoreanos de que su destino depende de un solo líder fuerte.
El tercer escenario es un heredero. “La historia sugiere que una sucesión dinástica sería el sendero más probable”, dijo a SEMANA Victor Cha, experto en Corea del Norte de la universidad de Georgetown. Aunque Kim Jong Il no ha ungido a ninguno de sus tres hijos, el culto a la personalidad es tan profundo que cualquier otra elección equivaldría a deslegitimar toda la base del gobierno de Kim. Sin embargo, ninguno parece capaz de gobernar”. El mayor, Kim Jong-Nam, de 37 años, parecía la opción obvia pero cayó en desgracia después de que fue descubierto en 2001 tratando de entrar a Japón para visitar Disneylandia. Le siguen Kim Jong-Chul, de 27, y Kim Jong-Woon, de 25, pero ninguno ha tenido el tipo de preparación de su padre, quien fue nombrado jefe del ejército mientras Kim Il Sung aún vivía.
La última posibilidad es que Corea del sur absorba a su vecino del norte. Es un país dos veces más poblado y mucho más desarrollado económicamente que siempre ha soñado con la reunificación, para lo cual incluso tiene un ministerio y ha estudiado el caso alemán. Aunque Pyongyang ha acusado a Seúl de ser un títere de Washington, desde hace años hay acercamientos. “Si hay una sucesión fallida, la absorción es una posibilidad real, además del resultado más probable a largo plazo”, dijo a SEMANA Nicholas Eberstadt, experto del America Enterprise Institute.
En cualquier caso, habría un cambio en el paisaje geopolítico de una región fuertemente militarizada y de un país que, se calcula, posee entre 5 y 10 armas nucleares, las que podrían ser el último legado de su “querido líder”.