Lunes, 31 de julio

El caballito de Uribe

Álvaro Uribe construyó su victoria hace cuatro años cabalgando sobre el desprestigio de la zona de distensión en San Vicente del Caguán. Ahora cuando va iniciar su segundo mandato poco ha cambiado para los sanvicentunos.

Carlos Arango
31 de julio de 2006

El presidente Álvaro Uribe fue elegido hace cuatro años en buena parte en reacción al desastre del proceso de paz con las FARC durante la administración de Andrés Pastrana, cuyo símbolo más visible fue la generosa concesión de la zona del Caguán a cambio de más bala. Cuatro años después de una intensa política de seguridad democrática, el Caguán sigue estando lejos del control del Estado y es uno de los pocos lugares donde la gente se hace muy pocas ilusiones sobre el segundo mandato de Uribe.

Ocho años atrás San Vicente del Caguán no era conocido en el marco nacional, la población vivía bajo la influencia de los frentes 2, 14, 15 y la columna móvil Teófilo Forero de las Farc. Desde el 7 de enero de 1999 hasta el 20 de febrero de 2002 -tiempo de duración de la zona de distensión-, las Farc impusieron sus condiciones a lo largo y ancho de los 42.000 kilómetros que comprendían los cinco municipios cuyo despeje militar fue exigido como condición para sentarse a negociar con el gobierno. Durante el proceso de paz, la población sufrió un reordenamiento administrativo y quedó al mando del comandante ‘Jairo', quien solucionaba problemas desde las separaciones matrimoniales hasta la construcción del acueducto y alcantarillado del pueblo. Durante la zona de distensión, el país vio cómo las Farc convirtió al Caguán en su santuario, donde aumentó su poder militar, traficó con drogas, fue sitio de reclusión de secuestrados y retaguardia de ataques perpetrados en las inmediaciones de la zona de despeje.

Aunque el país entero avaló el discurso anti zona de distensión de Uribe, paradójicamente en San Vicente del Caguán, en el 2002, Uribe sólo obtuvo 24.5% de los votos, siendo el ganador Horacio Serpa con el 52.6%. Aunque la economía legal del municipio ha mejorado, lo que ha sucedido en términos de seguridad en estos años demostró que no tenían por qué ilusionarse.

Entre 2002 y 2004, el número de ataques a la zona aumentó. Aunque la institucionalidad del pueblo que estaba en manos del comandante ‘Jairo’ de las Farc, pasó a estar de nuevo en el alcalde electo, éste terminó despachando desde Florencia, Caquetá, debido a las amenazas de las Farc.

El alcalde regresó al pueblo en el 2004, no se sabe si gracias a la seguridad democrática de Uribe o al arrojo e insistencia de Edwin Alberto Valdez Rodríguez, actual alcalde de San Vicente, quien recibió un municipio en el cual no había presencia de la Administración Municipal durante los dos años anteriores a su posesión. Además, las condiciones fiscales y económicas del pueblo eran delicadas. “Fue muy difícil decirle a la comunidad que venía de un proceso de paz donde no pagaban servicios e impuestos.... que ahora había un reglamento y una normatividad. Hoy la gente está empezando a pagar industria y comercio, servicios públicos y predial”, afirma el Alcalde.

La actual administración municipal sigue siendo objetivo militar por las FARC. Prueba de ello es el asesinato de tres concejales y del secretario general de la alcaldía junto a su esposa. A la lista se suman algunos líderes comunitarios asesinados en la zona rural y en los últimos días se han registrado las muertes de siete comerciantes y ganaderos reconocidos del municipio. Por su parte, el Alcalde permanece con nueve escoltas las 24 horas del día y tuvo que sacar a su familia del municipio por amenazas.

En los últimos años, el crecimiento del casco urbano del pueblo se ha presentado de manera irregular. Cerca de cuatro invasiones nuevas fueron creadas después del proceso de paz. Desplazados de las áreas rurales huyendo de la confrontación armada llegaron masivamente al municipio. También llegaron personas de otras partes del país que ven en San Vicente una población con oportunidades después del despliegue mediático que tuvo durante el proceso de paz. Se calcula en 800 el número de familias desplazadas que llegaron. De igual manera, las amenazas hacia la población por parte de las Farc han generado el desplazamiento hacia el interior del país de unas 1.500 personas. “La situación es tan difícil que hay casos en los que el municipio tiene que darle dinero a la gente para que se pueda ir” afirma Luis Francisco Valencia, secretario de gobierno del municipio.

“El país quedó en deuda con San Vicente del Caguán: el proceso de paz se vivió en San Vicente, pero no era para San Vicente, era para Colombia. El país dejó a San Vicente después de que prestó su casa por imposición del gobierno nacional más no por interés de los sanvicentunos... peor, le brindamos todo el apoyo a ese proceso pero después de ello nos dejaron sin un plan de contingencia”, cuenta el alcalde, Edwin Alberto Valdez Rodríguez.

Con nostalgia, un hombre sentado a la sombra de un árbol en el parque principal recuerda como “antes de la zona de distensión se realizaban ferias ganaderas a las que asistían personas del Meta, Tolima y Putumayo.... la gente venía a las exposiciones de San Vicente. Después del proceso de paz se vinieron las bombas, granadas, el deterioro social y la estigmatización que es lo que más daño nos ha hecho”.

La cara positiva

Terminada la zona de distensión, el municipio se encontraba en el puesto 950 de los 1.098 del país según el ranking de desarrollo del gobierno, dijo el alcalde a Semana.com, y en el puesto 16 de los 16 municipios que conforman Caquetá. Hoy en el listado nacional ocupa el puesto 390 y en el departamental la cuarta posición. Es decir ha mejorado en términos de desarrollo, pero no de seguridad.

La región del Caguán ha sido de tradición ganadera por excelencia. No en vano San Vicente es considerado el municipio ganadero de Colombia con el 3.5% de la producción nacional. De la región salen de 10.000 a 12.000 mil cabezas de ganado mensuales, 110.000 litros de leche diarios y 100 toneladas de queso semanales que tienen como destino el interior del país. Bajo esta actividad el municipio busca desarrollar un potencial económico que lo de a conocer al resto del país como una zona altamente productiva con muchas posibilidades.

La “ayuda” estadounidense ha comenzado a sentirse. Así como han enviado cientos de millones de dólares para apoyar la operaciones militares del Plan Colombia en la región, recientemente hicieron una donación con la que se construyó una biblioteca y desde donde actualmente despacha el Alcalde ya que el Palacio Municipal fue destruido tras un ataque de las Farc, así como el comando de policía, recientemente reconstruido.

Mientras el pasado 28 de mayo la mayoría de colombianos elegían de nuevo a Uribe con la mayor votación en la historia de Colombia, los sanvicentunos le daban, por segunda vez, la espalda en las urnas. Con una abstención del 78%, producto en gran medida de amenazas de las Farc, solo 4.742 habitantes votaron de los 21.840 habilitados. Los pocos que lo hicieron le dieron el triunfo a Carlos Gaviria con el 48.57%, mientras que Uribe sacó el 38.15% de la votación.

Dentro de la tensa calma que se siente en San Vicente, la población especula que el próximo 7 de agosto, día de posesión del segundo mandato de Uribe, se presentará un paro ordenado por las Farc, similar al realizado entre los meses de febrero y marzo del presente año donde fueron asesinadas 9 personas que se dirigían a Florencia, Caquetá, en una aerovan.

Después de cuatro años y a pesar de haber vivido en pellejo propio la política de seguridad democrática, la presencia de las Farc en la región con la columna móvil Teófilo Forero y el frente Yarí es innegable. Desde zonas como Guayabal, Balsilla, Los Andes y el Pato donde los docentes están obligados a impartir la cátedra bolivariana de las Farc, hasta el casco urbano de San Vicente, donde el boleteo y las amenazas están a la orden del día. Los sanvicentunos esperan que esta vez el gobierno Uribe, segunda parte, sí logre cumplir su promesa de permitirles vivir en paz en su propio territorio.