Nación

Siete razones para votar "NO" al referendo

Votar por el "No" ha sido la frase de Juan Camilo Restrepo, respecto al referendo. Conozca por qué su posición frente al tema.

Juan Camilo Restrepo*
1 de marzo de 2003

Para que el debate sobre el referendo sea verdaderamente democrático, resulta indispensable que la discusión se centre en los méritos o inconvenientes de las 19 preguntas que se le someterán a la ciudadanía próximamente.

No tendría razón que el referendo se convierta en un plebiscito disfrazado, es decir, en una manifestación política a favor o en contra del gobierno. Para eso no son los referendos.

Con el ánimo de contribuir a ese proceso de análisis (que debe ser lo más plural posible, precisamente para que sus resultados sean racionales y no emotivos) presento siete razones que, a mi juicio, ameritan votar por el "NO".

Primera:Votar por el "NO" es una manera de tomar posición concreta sobre los contenidos individuales y globales de las 19 preguntas del referendo. Es una metodología, además, que permite votar positivamente ciertas preguntas a quienes encuentren que algunas de ellas tienen aspectos positivos.

Dicho lo anterior, quisiera agregar que respeto a los que están preconizando la abstención: han dado razones jurídicas y políticas sólidas de porqué ellos también merecen garantías en este proceso.

Segunda:Ante todo, creo que se debe votar "NO" como una señal de protesta porque el referendo no hace la gran reforma política que el país está reclamando.

Si el referendo llega a ser aprobado, las mejoras que se alcanzarán en el sistema político serán menores, casi imperceptibles. Los partidos van a seguir atomizados en decenas de microempresas políticas; la financiación de la política seguirá opaca; ni tampoco se reglamentará un sistema de gobierno-oposición serio como existe en todas las democracias maduras.

Tercera: Se debe votar "NO" porque el gobierno terminó negociando extrañamente con el Congreso ("con tal de sacar algo") la bandera más importante que había agitado ante la opinión pública. No me refiero al Congreso unicameral, ni a la reducción drástica del número de parlamentarios. Lo primero no terminó en nada, y lo segundo en una tenue reducción del número de Congresistas (20 por ciento), a partir de 2006. Me refiero a la revocatoria del Congreso. El gobierno habló mucho del tema; ilusionó a la gente con el cuento; y finalmente terminó entregándole al Congreso esta bandera.

Cuarta:Se debe votar "NO", además, porque el referendo es tremendamente antitécnico. Las consultas serias de carácter constitucional que se hacen en otras latitudes versan sobre asuntos fundamentales, pero de contenidos precisos y de clara comprensión para la ciudadanía. Como cuando a los británicos se les preguntó "si querían ingresar o no a la Unión Europea"; o cuando a los habitantes de Gibraltar se les consultó hace poco "si querían compartir la soberanía del peñón con España, o seguir dependiendo solamente del Reino Unido".

Pero, además: el referendo es antitécnico no sólo por la frondosidad de sus contenidos, sino porque resolvió modificar por Constitución infinidad de temas que son de carácter legal o reglamentario (como sucede con el voto nominal); o lo que es más pintoresco aún: cómo gran parte del referendo se reduce a constitucionalizar eslogan de campaña, termina prohibiendo cosas que ya estaban prohibidas de antemano, como acontece con los auxilios parlamentarios que ya lo estaban desde la Constitución del 91, y respecto a los cuales lo que hay que hacer es no practicarlos: no volverlos a prohibir.

Quinto: Inicialmente el referendo se había presentado como una gran "reforma contra la politiquería". Ese era su envoltorio de campaña. Con el correr de los días, sin embargo, el propio gobierno se encargó de contaminarlo con lo que es quizá la más politiquera de todas las iniciativas: la prórroga por un año más del mandato de los gobernadores y alcaldes. Estos serán los jefes de campaña del referendo en cada uno de los 32 departamentos y 1.090 municipios. Pero serán jefes de campaña sospechosos por ser parte interesada. Es triste ver cómo para jalonar el referendo "antipolitiquero", el gobierno recurrió a la vieja práctica de la política: el poder regional al servicio de las elecciones.

Sexto:El referendo es centralista, y dice verdades a medias. Tal es el caso de la eliminación de las contralorías departamentales y de las grandes ciudades, cuyo control fiscal pasa a la Contraloría General de la República, que podrá ejercerlo directamente o subcontratarlo.

Se dice apenas una parte de la verdad: que las entidades territoriales se van a ahorrar una plata con la cual podrán fortalecer los programas de educación. Pero no se dice nada sobre la otra cara de la moneda: que la Contraloría General va a incurrir en nuevos gastos (probablemente muy cuantiosos) para poder realizar eficientemente el control fiscal de los departamentos y de las grandes ciudades.

Séptima:Cerca del 50 por ciento de los contenidos del referendo no son de carácter político: son económicos y fiscales. El referendo se asemeja más a una ley de ajuste fiscal que a una reforma política. Que debió entonces haberse tramitado como tal: como una ley y no como una reforma constitucional.

Creo, además, que aprovechando la inflación baja que afortunadamente registra el país, hubiera tenido mucho más sentido impulsar por parte del gobierno en el Congreso unas leyes que señalaran ajustes moderados en las remuneraciones públicas y en las pensiones, pero no congelándolas como propone el referendo.

El Estado (si el referendo es aprobado) va a perder toda capacidad de conseguir gente buena hacia el futuro frente al sector privado. Con una congelación de salarios de cuatro años no habrá ningún ministro que pueda conseguir un asesor idóneo al final de este cuatrienio. Esto afectará inmensamente la eficiencia de la administración pública. Este peligro ya lo advirtió el Contralor. Y es una de las muchas malas sorpresas que nos depararía el referendo, en el evento-que espero no se dé- que fuera aprobado.

*ex ministro de hacienda