CONFINAMIENTO

Salud mental de los niños, la próxima pandemia

El primer gran informe sobre el impacto de la cuarentena en los menores de edad en el país, entregado por el Instituto Colombiano de Neurociencias, encendió las alarmas: el 88 por ciento de los pequeños tiene signos de haber sido afectado por el confinamiento. ¿Cómo manejarlo?

25 de julio de 2020
Así afecta la cuarentena la salud mental de los niños | Bogotá hoy | Foto: Istock

"En Colombia los adultos llevamos cuatro meses invisibilizando e ignorando el dolor de los niños”, dijo el neurólogo infantil Jorge Eslava, director del Instituto Colombiano de Neurociencias. Lo hizo al revelar los resultados de la primera encuesta hecha en el país sobre los efectos del confinamiento en la salud mental de los niños.

Lo afirmó con evidente preocupación porque el estudio arrojó una cifra demoledora: el 88 por ciento de los niños y niñas tiene algún signo de efecto en su salud mental.

El cambio abrupto en la cotidianidad no ha sido fácil para los adultos, y mucho menos para los pequeños. Salieron un día del colegio y a la mañana siguiente no pudieron regresar a las aulas ni volver a jugar con sus amigos, visitar a los abuelos; ni correr al aire libre. “Un adulto puede asimilar unos meses en esta situación. Pero decirle a un niño que no va a poder ver a sus amigos por cuatro meses es toda una vida. Los más afectados son ellos”, agrega Claudia Mora, psicóloga experta en neurodesarrollo.

Todavía no ha pasado suficiente tiempo para predecir las secuelas psicológicas que provocará la pandemia. Pero los expertos consultados por SEMANA coinciden en lo que sostiene el psiquiatra infantil Felipe Agudelo. “Los episodios depresivos o ansiosos, las dificultades en el neurodesarrollo y los trastornos por estrés postraumático de esta generación de niños serán la próxima pandemia”, dice.

El Instituto realizó la encuesta en 651 hogares en los que viven 1.044 niños, todos ellos con computador y conectividad. “Vemos estas alteraciones de comportamiento en casas que en cierta forma tienen muchos problemas solucionados. Las afectaciones en poblaciones vulnerables deben ser aún más graves”, asegura Eslava.

Estos cambios en el comportamiento de los pequeños se presentan por la falta de contacto con otros niños, por no tener suficiente movimiento ni ejercicio físico al aire libre, por la ausencia de actividades que estimulen su desarrollo y por las dificultades de adaptación a esta nueva realidad.

Como la ciencia lo ha probado, un cambio radical en la vida de una persona o haber presenciado o vivido un evento inesperado y emocionalmente intenso puede crear un trauma psicológico capaz de provocar reacciones emocionales y físicas. Los expertos lo conocen como trastorno por estrés postraumático (TEPT). Este trastorno puede presentarse por causas como la muerte repentina de un ser querido, un episodio de violencia extrema, un desastre natural o, en este caso, la pandemia. “Que no presenten síntomas ahora no significa que no aparezcan en los próximos meses. Los niños se encontraron de un momento a otro sometidos a un peligro invisible que provoca muertes, y eso les genera una reacción normal del organismo a nivel psicológico”, explicó la psiquiatra Abigail Huertas, vocera de la Asociación Española de Psiquiatría del Niño.

Esta situación dejará algún efecto, de no tomar acción. En 2013, la Universidad de Kentucky publicó un análisis del impacto de las medidas de aislamiento para controlar enfermedades, en el que 30 por ciento de los niños confinados y 25 por ciento de sus padres cumplieron los criterios para diagnosticar trastorno de estrés postraumático. Una encuesta hecha hace un par de meses en la provincia china de Hubei, donde se originó el coronavirus, mostró el aumento de síntomas depresivos y de ansiedad en 2.330 escolares, después de solo 34 días de confinamiento.

¿Cómo afectará a los niños?

De acuerdo con el informe del Instituto Colombiano de Neurociencias, el confinamiento va a afectar en tres niveles a esta generación de niños. El primero, en el nivel afectivo-emocional, que abarca todo lo relacionado con la salud mental de las personas y que a futuro puede derivar en ansiedad, depresión, trastorno adaptativo o estrés agudo postraumático. “Los síntomas presentes en la encuesta son la antesala de esto. Las afectaciones más grandes aparecen en los niños de entre 4 y 12 años”, precisó Eslava.

En un segundo nivel están las dificultades que el aislamiento traerá en el desarrollo y aprendizaje de los niños, principalmente de los más chicos. Sobre esto, Agudelo explica que las experiencias de los primeros años tendrán un impacto con su carga genética, lo que determinará conductas posteriores, como el rendimiento académico, los logros laborales y las relaciones interpersonales. “Las experiencias que viven en sus primeros años serán definitivas en la formación del cerebro, de sus funciones y, sobre todo, en la concepción que cada uno se forma del mundo”, enfatiza.

Por eso puede tener efectos irreversibles la ausencia de contacto con otros niños, de actividades que estimulen su interacción y desarrollo cerebral a causa de las restricciones por el virus. La psicóloga Lupi Herrera dirige el proyecto Niños Héroes, que busca apoyar a las familias para sobrellevar la situación, señala que de ignorar estos síntomas, además de la tristeza y la ansiedad desproporcionadas, los menores desarrollarán en el futuro varios traumas. Entre estos, recuerdos invasivos, insomnio, irritabilidad, bloqueos emocionales y conductas en las que eviten momentos, lugares u objetos que les recuerden estos meses de encierro en los que pudieron haber vivido situaciones de toda índole, como la enfermedad o pérdida de un familiar a la distancia. Por eso, aunque suene obvio, dice que el primer paso es hablar las cosas en casa. “Todos esos son temas que deben hablarse y entenderse. El solo diálogo ya es terapéutico”, advierte.

Finalmente, el director del Instituto de Neurociencias sostiene que los niños en medio de la cuarentena han tenido que sufrir el efecto más duro: la evidente violación de muchos de sus derechos. “En la Constitución dice que los derechos de los niños priman sobre los otros, pero cada decisión que se toma prioriza la salud mental de otros. Cuando autorizaron el ejercicio para los adultos lo hicieron pensando en su salud mental. ¿Y la de los niños? La ignoraron. A diferencia de los mayores de 70 ellos, no pueden poner una tutela o llegar a las altas cortes para hacer valer sus derechos”, dice.

¿Qué hacer?

Los resultados de la encuesta ponen nuevamente sobre la mesa el debate sobre qué tanto tiempo deberían salir los niños al aire libre, y si hay que reabrir los jardines y colegios, todo esto en medio del temor de los padres. La Secretaría de Educación de Bogotá encontró en un sondeo que 88 por ciento de los padres no mandaría a sus hijos al colegio. En redes sociales, los progenitores preocupados suelen decir que prefieren que su hijo pierda el año o no aprenda a arriesgar su vida al enviarlos al colegio.

No resulta fácil reducir el riesgo de contagio a cero. En sus más recientes recomendaciones a los Gobiernos para la reapertura de las escuelas, la Academia Estadounidense de Pediatría recordó que las políticas deben estar encaminadas a mitigar el riesgo, ya que “no hay ninguna acción para eliminar por completo la posibilidad de contagio”.

Teniendo esto en cuenta, el neurólogo Eslava pide a los padres y al Gobierno tomar decisiones basadas en la evidencia. Recordó que, al 23 de julio, en el país había 218.428 casos confirmados, de los cuales 8.307 eran niños de entre 0 y 9 años. De ellos han fallecido 14, con una tasa de mortalidad de 0,1 por ciento. Mientras tanto, entre 20 y 59 años es de 1,2 por ciento y en mayores de esa edad, de 17 por ciento. Con estas cifras en mente, se pregunta: “¿Por qué quienes menos riesgo tienen son los que más caro pagan? No debemos menospreciar el temor de los padres, pero en esta pandemia el pánico va nublando el entendimiento, y por querer proteger a los niños les estamos haciendo un daño más grande”.