OPINIÓN ON-LINE

“24 semanas”, Anne Zohra Berrached. 2016

El candente y polémico tema del aborto, la procreación y la familia. Una película que toda mujer debe ver, acompañada de su pareja o al menos con algún hombre.

Gustavo Valencia Patiño, Gustavo Valencia Patiño
2 de noviembre de 2016

Sobre este espinoso y controvertido tema, el cine sí que ha participado. Ya son muchas las películas, y enumerar las más conocidas y premiadas supone una muy larga lista, entre las que se encuentran las de tipo moral, o social y humanístico, también las de inclinación a favor o en contra y claro está, las de carácter reivindicativo feminista.

Ya desde los años sesenta y setenta con el fuerte movimiento de liberación femenina, se manifiesta, especialmente en Europa con una producción fílmica realizada por ardientes feministas y directoras de cine, que llevan estos temas a la pantalla grande y con mucho talento fílmico, abordan esta temática de forma directa y antes que nada sobre sus derechos como mujer.

Ha pasado tiempo desde aquellas épocas, han cambiado algunos criterios y puntos de vista, en algunas partes se ha logrado más que en otras y en la misma medida, el cine correspondiente a todo esto ha variado en apreciaciones y conceptos, con el rasgo común, eso sí, de seguir siendo controversial el tema, pero con nuevos elementos como son la tragedia y el drama al interior de quien toma una decisión de este tipo. Este es el trasfondo de la película de hoy, segundo largometraje de la directora alemana de padre argelino, quien tras un largo trabajo de investigación sobre el aspecto central del relato, dibuja en detalle la situación emocional y afectiva de una pareja que se ve abocada a esta situación.

El drama se anuncia desde el comienzo y se va llevando a lo cotidiano, al círculo familiar íntimo, a sus efectos en lo laboral y en la vida de pareja. Cómo lo va a seguir desarrollando es el primer interrogante, si lo planteó desde un principio y cómo evitará que caiga en la repetición, o en el melodrama con su respectiva cuota lacrimógena, es el reto que se plantea a sí misma la directora para el transcurso de la narración misma. Así que lo va continuando con más drama, con más de los hechos reales de los que parte la investigación que da origen a un guión muy bien escrito, muy compacto de la que ella es coautora, dentro de un gran trabajo de cámara, buen despliegue visual, dejando que la imagen registre y describa muchos procesos emocionales, al mejor estilo fílmico de lo que fue el nuevo cine alemán.

Se aprecia que hay toda una investigación profunda sobre el tema y en particular de la existencia real de la pareja que vivió directamente esta traumática experiencia. Es algo que informa la directora en diversas entrevistas, que fueron más de dos años de trabajo de investigación, de entrevistas con diferentes personas y que todo mejoró cuando encontró una pareja que había vivido todo ello y estaban dispuestos a colaborar plenamente. Esto es lo que permite, por ejemplo, que la larga secuencia del aborto tenga visos tan realistas, que haya elementos tan particulares de quienes lo vivieron y no simple imaginación de la directora al escribir el guión (Se difunde equivocadamente el planteamiento de que la directora fue quien vivió esa experiencia personalmente. No, no es cierto y así lo plantea claramente en las diversas entrevistas que le han hecho).

El registro y descripción del drama, con un guión tan compacto en relatar esta tragedia, no da ningún resquicio ni fisura para que se presente un planteamiento maniqueísta del bien y del mal; nada de esto es posible y así se plantea la historia. Se está exponiendo algo que supera el discurso moral y en cambio, se enfrenta a la tragedia de la vida y de la muerte. Ese es el otro gran mérito del relato, de la narración misma.

Con la forma tan visual de la presentación de la historia y con el drama tan detallado y bien llevado por el guión, se logra que el espectador lo viva intensamente, es el efecto inmediato de todas estas imágenes en el registro de los acontecimientos, sin palabras, dejando que la imagen simplemente narre, puesto que en cine el drama es visual y la directora viene a recordarlo de forma muy directa y concisa en esta película. Por ejemplo, la situación emocional de la madre (además gran trabajo de actuación), que en muchas ocasiones se queda callada, sólo se enfocan y se imprimen esos momentos visualmente, y con ciertos recursos fílmicos para no ser repetitiva.

El inevitable contraste cultural es lo que más llama la atención. Mientras allá todos están dispuestos y ayudando para que se haga lo que la madre ha decidido, por estas latitudes es todo lo contrario; aunque la ley existe, a veces es sólo papel escrito, y sigue siendo la queja y protesta de feministas y demás implicados reclamando que haya una mayor actitud de colaboración y solidaridad, que todavía no existe y entorpece el desarrollo y proceso, de por sí difícil, de quien toma esta decisión. No deja de ser paradójico que una película que se rueda en Alemania, a tanta distancia de nosotros, venga a develar la verdadera realidad de esa “película” llamada aplicación real y social de la ley en materia de derechos de la mujer.