OPINIÓN
A propósito de la Triple A
Para efectos de su valor, y mucho más para los interesados en comprarla o en venderla, también hay que tener en cuenta que la utilidad neta de Triple A en cifras cerradas para 2017 fue de 49.000 millones, en 2018 de 67.000 millones, en 2019 de 84.000 millones y en 2020 de casi 95.000 millones, que, entre otras cosas, la mayoría de ellas no han sido distribuidas aún.
Inicialmente, permítanme manifestar que el mejor operador del servicio de agua, alcantarillado y aseo que tienen Barranquilla y la mayoría de los municipios del Atlántico, independiente de sus accionistas, es la Triple A. Ciudades como Medellín, Bogotá, Cali o Bucaramanga, para citar sólo esas, no tienen operador distinto que empresas propias que prestan estos servicios. En nuestro Departamento no conocemos otro, y los que hemos conocido no han sido los mejores.
Ese operador, muy bien manejado, incluyendo la gestión del señor Guillermo Peña, tiene desde el 19 de octubre de 1993 el derecho a utilizar los activos operacionales de la antigua EPM y por tanto está obligado a prestar los servicios de acueducto, alcantarillado y aseo en el Distrito de Barranquilla.
Derecho que, por cierto, y esto es muy importante recordarlo, se vence el 19 de octubre de 2033, año en que absolutamente todo pasará a manos de la ciudad, excepto el valor de las mejoras introducidas sobre los bienes recibidos en concesión, que no correspondan a mantenimientos correctivos o preventivos y en general a las reparaciones locativas que deberán ser pagadas por el Distrito en la parte no amortizada o depreciada. Así que, en el 2033, Triple A como empresa, incluyendo todas sus acciones, sólo vale lo anterior.
Antes del 2033, por lo bien que ha sido manejada como operador, sobre todo de manera reciente, esa compañía puede valer entre 8 y 10 veces su ebitda, el que, por cierto, pasó de $190.479 millones en 2019 a $221.724 millones en 2020. Una simple multiplicación nos dice cuánto puede costar de manera inicial esa empresa, si se utiliza este método para su valoración, sin olvidar que la capacidad de contratación que tiene esa compañía es de $400 mil millones al año.
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Para efectos de su valor, y mucho más para los interesados en comprarla o en venderla, también hay que tener en cuenta que la utilidad neta de Triple A en cifras cerradas para 2017 fue de 49.000 millones, en 2018 de 67.000 millones, en 2019 de 84.000 millones y en 2020 de casi 95.000 millones, que, entre otras cosas, la mayoría de ellas no han sido distribuidas aún. Aquí es importante recordar -para todos los efectos- que Barranquilla recibe de ese operador a título de regalías el 30 % del flujo de caja libre. En 2019 las mismas fueron de 36.000 millones y en 2020 de casi 35.500 millones.
En este escenario no se debe olvidar tampoco que, en virtud de los procesos jurídicos iniciados tras los escándalos conocidos, el Distrito de Barranquilla podría resultar beneficiado con los fallos que pueden derivarse de la Acción Popular interpuesta por la Procuraduría General de la Nación en contra de Triple A, el 14 de junio de 2018, ante el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, y del Proceso de Extinción de Dominio que cursa, desde el día 3 de abril de 2019, ante un juez penal del Circuito Especializado en Extinción de Dominio de Barranquilla.
Con base en todos esos datos, no solo podemos saber cuánto vale esa empresa en su totalidad (algunos dicen que $2,6 billones y otros $1,2 billones), sino las utilidades y regalías que genera, en caso de que estas se tomen para responder o respaldar una posible deuda adquirida para comprar el 82,16 % de las acciones de esa compañía que hoy están en poder del Estado, tal como lo solicita la Administración Distrital.
Que Barranquilla le haya solicitado a la Sociedad de Activos Especiales (SAE) que le enajene anticipadamente a su favor esa participación accionaria que hoy tiene en la Triple A, para tener el control de la misma, significa que la ciudad estaría dispuesta a pagar directamente por ella o avalando a un tercero (posible operador), pero siempre en dos escenarios: uno, esperamos que se venza la concesión actual o, dos, buscamos los recursos para pagar lo que vale la empresa, ya sea que los desembolse la ciudad con parte de las utilidades y regalías anuales que recibe o que lo haga un tercero como operador, distinto de la Triple A, que podría comprarla con un crédito avalado por Barranquilla, por las utilidades y las regalías.
Lo que está claro en torno a la propuesta del Distrito es que cualquier operación compromete recursos de la ciudad, ya sea como avalista o con parte de las utilidades o regalías que le corresponden; además de que se genera una incertidumbre en torno a la escogencia de un nuevo operador.
De manera que antes de dar cualquier paso, tengamos en cuenta que en Triple A, entre otras fortalezas, está el mejor y más preparado recurso humano con el que se pueda contar, y recordemos: no descartemos la extinción de dominio en favor de Barranquilla y menos el vencimiento de la concesión.