OpiNión
¿A qué fue el Cric a la selva?
La voracidad territorial del Cric, su ansia de someter a todos, es la razón de su choque con los misak.
Todavía me pregunto a qué fueron. Qué pretendían. Si darse pantalla, hacer proselitismo, captar nuevos afiliados, pasear, o todas las anteriores. Porque era evidente que de selva amazónica sabían lo mismo que un rescatista de alta montaña de Boyacá. Solo por ser indígenas, las Fuerzas Militares asumieron el enorme gasto de trasladarlos hasta el punto de la manigua donde buscaban a los niños. Se volvieron tan influyentes ante todos los gobiernos –petrista y anteriores– que quisieron ir 40 y lo aceptaron. Nadie les pone límites.
Como era natural, debieron sacarlos antes de que aparecieran los cuatro hermanos. Estaban cansados y, salvo dos mayoras, no aportaron nada sustancial a la misión. Pero antes de abandonar el área, dejaron su sello: pintaron “CRIC” en varios sitios, a colores; y en dos ramas gruesas y rectas, en las que se bifurca el tronco de un árbol caído, imaginaron unas piernas femeninas y tallaron los genitales de una mujer.
No era momento de bromas ni de protagonismos. El país esperaba el milagro con el corazón encogido y a ellos les brindaron la privilegiada oportunidad de participar en un sueño colectivo.
De alguna manera, su comportamiento refleja la transformación de un movimiento social que perdió su esencia y ahora acumulan un poder excesivo, oprimente, en el norte del Cauca.
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Este mes se propusieron imponerlo al Resguardo Guambiano La María. Pretenden pasar por encima de la Asamblea Misak, pisotear sus derechos, para demostrar que pueden hacer lo que quieran. En este caso, celebrar el Congreso bienal del 28 al 30 de junio en La María.
El Gobierno nacional conoce el atropello que planean. Los misak le entregaron en Bogotá un comunicado oficial denunciando esas intenciones y advirtiendo que si no lo impiden, puede estallar la violencia.
La voracidad territorial del Cric (Consejo Regional Indígena del Cauca), su ansia de someter a todos, es la razón de su choque con los misak. Pero el origen de su encono viene de tiempo atrás.
Hay que retroceder unas décadas para entenderlo. Es 1999 y un Cric con ideales y principios convoca una masiva concentración en La María, con el respaldo del cabildo de la época, y terminan cortando la Panamericana. Gobierno Pastrana y Cric, legítima autoridad indígena en ese tiempo, firman acuerdos y regresan a casa.
En los años sucesivos, ante los constantes incumplimientos gubernamentales, vuelven a cortar esa arteria que une el Valle del Cauca con Popayán y Nariño, en señal de protesta. Las revueltas causan daños de distinta índole, los paros se tornan violentos. A veces los gobiernos indemnizan, pero no siempre llega dinero a los afectados. Tampoco sus vidas mejoran con los fondos nacionales y extranjeros que canalizaba el Cric.
En 2016, los misak de La María se cansan y anuncian que no secundarán más taponamientos de la Panamericana. Los paros afectan a sus vecinos y a sectores económicos regionales y los nativos de La María sienten que nadie gana, y encima los estigmatizan. Y desconocen qué hacen con los subsidios y otras ayudas internacionales que supuestamente recibe el Cric para distribuirlas.
A los adultos también los inquieta que pese a ser mayoría misak en La María, el desorden y la influencia nasa desdibujan sus tradiciones, cultura, riquezas de un pueblo ancestral que promueve el diálogo en lugar de la confrontación permanente y las vías de hecho. Deben recobrar sus raíces, las señas de identidad guambianas, que perduran en Silvia, Cajibío, Morales, entre otros.
Buscarán otros caminos.
En 2019, el Resguardo Guambiano La María decide por mayoría abandonar el Cric. Pero quién dijo miedo. Entrar es fácil; dejar el redil supone emprender una cruzada que entraña riesgos. Y los poderosos siempre lo consideran una afrenta. Por eso, el Cric batalló para impedir la salida.
La guerra jurídica demora tres años y caen derrotados. El Cric se ve obligado a trasladar su cuartel general de “corte de la Panamericana” a otro enclave caucano.
Entretanto, los misak, una vez recobran la libertad de decidir su destino, dejan la EPS AIC, que maneja el Cric, y se pasan a Mallamas de Silvia. Cambian, así mismo, el operador indígena de Educación.
Como era de esperar, al Cric digerir los reveses. No están acostumbrados a compartir poder y prefieren planear la manera de revertir las derrotas judiciales. Convocar su importante Congreso en La María es un paso.
Saben que dicho Resguardo Guambiano, de 3.000 almas, conformado por 16 veredas, votó que no quieren ni ese evento ni nada parecido de los nasa en su hermoso territorio. Solo cuenta con menos de un centenar de comuneros fieles al Cric, pero insisten porque anhelan dejar constancia que no conviene resguardos ni cabildos independientes en la región.
Para salirse con la suya, ¿estarán decididos a recurrir a sus métodos habituales, los que conocen los nativos afros, blancos y colonos en Corinto, Miranda y otras localidades caucanas?