OPINIÓN
Actuar ya
La pobreza en Colombia aumentó de manera grave en 2019. Retrocedimos lo ganado en seis años. Con la pandemia esto solo va a empeorar. Millones de familias necesitan ayuda ahora, no discursos ni planes electorales.
El Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE) presentó esta semana los datos de pobreza monetaria en Colombia para 2019, basados en una metodología revisada y en los resultados de la encuesta nacional de presupuesto de los hogares 2016-17, practicada a 87 mil hogares en todo el país.
Hay que destacar el trabajo del DANE junto con la misión de expertos para refinar las formas de medición y lograr así unos resultados más precisos y detallados tanto a nivel urbano como rural, con indicadores específicos para cada una de las 23 ciudades principales. Fruto de esta actualización se ajustaron los resultados desde 2012.
Los nuevos datos confirman la tendencia a la reducción de la pobreza entre 2012 y 2018. En este período la pobreza a nivel nacional cayó de 40,8% a 34,7%, o sea una reducción de 6 puntos, con lo cual más de un millón seiscientas mil personas superaron esa condición. Y la pobreza extrema se redujo de 7,9% a 5,8%, lo que significa que un millón trescientas cincuenta mil personas lograron alcanzar el mínimo vital para no caer en desnutrición (o línea de pobreza extrema). El resultado en este frente es aún más significativo cuando se observa la pobreza extrema en las zonas rurales donde la caída es de 8 puntos (del 24,2% al 16,2%) en el mismo lapso.
Comparando las cifras ajustadas por la nueva metodología, desgraciadamente el 2019 no fue un buen año. Las cifras muestran un incremento generalizado en pobreza y pobreza extrema, tanto en ciudades como en zonas rurales, perdiendo así parte de lo avanzado en los años anteriores. Seiscientas sesenta y dos mil colombianos más son pobres, para un total que alcanza los diecisiete y medio millones, o sea un 35,7% de todos los habitantes del país. Y lo que es más grave, la pobreza extrema creció más rápido. El crecimiento fue de setecientos veintinueve mil personas durante el año. Lo que significa no estamos progresando sino retrocediendo.
Al analizar las cifras, se evidencian grandes disparidades en función del jefe del hogar. Aquellos encabezados por mujeres y jóvenes menores de 25 años son los principales afectados. 43% de los hogares jóvenes viven en pobreza. Los otros grandes damnificados son los pobladores de las zonas rurales, donde los niveles tanto de pobreza como de pobreza extrema aumentaron más rápido que en las cabeceras, lo cual representa un cambio de tendencia frente a lo que estaba pasando en el quinquenio anterior.
El estudio también confirma la correlación directa entre desempleo y pobreza. El 58,8% de los hogares cuyo jefe está desempleado está en situación de pobreza. Esto subraya la urgencia de contar con un verdadero sistema de seguro de desempleo que proteja a las familias frente la perdida de empleo. Por ello es lógico ver crecer la pobreza dado que el desempleo creció en 2019 comparado con 2018. A Lo anterior se suma el incremento de la población migrante venezolana, la mayor parte de la cual está desprotegida, sin empleo y sin recursos mínimos para su subsistencia.
La situación no podía ser más grave. En número de personas en situación de pobreza retrocedimos al 2013. Es un sexenio perdido. Con ese panorama ya sombrío entramos a la recesión causada por la pandemia. El golpe que trae este año 2020 será dramático y los indicadores de desempleo femenino y juvenil ya lo confirman. Podemos echar para atrás otros quince años o más. La situación no está para paños de agua tibia. Se requiere un plan de choque urgente para extender una red salvavidas solidaria hacia los más vulnerables. Las ayudas y subsidios directos tienen que ampliarse y a eso deben destinarse los recursos y el endeudamiento público. No podemos como sociedad condenar a millones de personas a la miseria.
No podemos esperar. El gobierno nacional no puede esperar, los dirigentes políticos y empresariales no pueden esperar para actuar porque hay millones de colombianos que no pueden esperar un día más sin ayuda y recursos. El gobierno y su partido, en vez de estar pensando en las elecciones del 2022, debería actuar ahora frente a la responsabilidad que esta crisis social le impone.