Jorge Enrique Vélez, columnista invitado

Opinión

Acuerdo nacional petrista, constituyente petrista

Esto dividirá a aquellos que no estamos de acuerdo con un cambio de constitución, que creo que somos la mayoría, y a un gobierno que quiere imponer una constituyente basada en acuerdos de la paz total.

Jorge Enrique Vélez
10 de julio de 2024

Lo ocurrido la semana pasada dejó a la mayoría de los colombianos en shock. De forma completamente sorprendente, el nuevo ministro del Interior nos anunció una invitación para ser parte de un gran acuerdo nacional que hipotéticamente podría llevarnos a una constituyente.

La sorpresa fue general, ya que no se entendía cómo Juan Fernando Cristo podría proponer tal iniciativa, basada en un acuerdo con el presidente para liderar un gran pacto nacional con todos los partidos y organizaciones sociales y empresariales. Este acuerdo, una vez alcanzado, resultaría en una constituyente, respetando los mecanismos establecidos por la Constitución de 1991.

Esta declaración contradice totalmente sus manifestaciones públicas de días antes, cuando, aun no siendo ministro y en oposición al gobierno actual, afirmó en su cuenta de X: “Repitan conmigo: LA CONSTITUYENTE ES INVIABLE, LA REELECCIÓN ES IMPOSIBLE”. Muchos, incluyéndome a mí y a ustedes, amigos lectores, estamos de acuerdo con esta afirmación.

Sin embargo, después de ser nombrado ministro, Cristo manifestó algo distinto al país y, aunque intentó justificar su cuestionada actitud en un conocido medio radial diciendo: “No cambié de parecer, he seguido con lo mismo. La constituyente obligada no puede ser, no voy a traicionar mis principios. Lo que era inviable es una constituyente impuesta, eso era lo que no se podía”.

Considero que, como van las cosas, el ministro será engañado, como es costumbre por el presidente. Estoy convencido de que, siguiendo un plan bien diseñado, nos llevará a imponer ese acuerdo nacional basado en sus ideas y las de sus aliados de la paz total. Para demostrar que esto es así: apenas pasaron 24 horas desde las declaraciones del nuevo ministro del Interior sobre el acuerdo nacional y su futura constituyente, cuando el presidente Petro, usando su medio preferido de comunicación con los colombianos, escribió en su cuenta de X:

“Primero, que una constituyente es el poder constituyente y el acuerdo nacional sobre los siguientes temas:

Garantía inmediata al derecho universal a la educación, la salud y las pensiones.

Nuevo ordenamiento territorial.

Desarrollo económico y social de los territorios excluidos.

Reforma agraria.

Adaptación a la crisis climática.

Reforma a la justicia.

Reforma política.

Pacto por una economía productiva.

Verdad judicial y perdón social para una paz definitiva”.

Los colombianos conocemos muy bien al presidente y sabemos que no cederá en sus imposiciones sobre lo que debe incluirse en el texto del acuerdo nacional petrista y la futura constituyente petrista. Estos son, coincidentemente, los mismos temas que están en las mesas de diálogo con los aliados de Petro en la negociación de la paz total, principalmente con el ELN.

Además, esto se reforzará con la visita de nuestro presidente a Naciones Unidas esta misma semana, en que expondrá los incumplimientos del estado colombiano en los acuerdos con las Farc, aunque solo hablará de los incumplimientos del gobierno que él representa y no de los de las Farc. No me cabe duda de que pedirá apoyo para un acuerdo nacional y una constituyente que incluya no solo los incumplimientos del gobierno, según él y sus asesores, sino también lo acordado en las negociaciones de la paz total, que coinciden con los puntos propuestos para el acuerdo nacional.

Señor ministro Cristo, lo que usted dice que no será una imposición, tenga claro que así será, y todo es producto de una estrategia muy bien concebida por el presidente, en la que usted y varios dirigentes colombianos de buena fe han caído en otra trampa de nuestro cuestionado presidente.

Es bien conocido y comprobado que los políticos de izquierda que han gobernado en esta región del mundo en las últimas décadas comparten una estrategia bien planificada desde el Foro de São Paulo. Su plan fundamental es que, una vez en el gobierno, deben justificar y tratar de cambiar la Constitución de sus respectivos países, incluso cuando hay una separación de poderes fuerte, como ocurre actualmente en Colombia. Es importante recordar lo que ha sucedido en países hermanos en las últimas décadas, realizado y consolidado por los grandes amigos y aliados del presidente Petro:

En Venezuela (1999), Hugo Chávez impulsó una asamblea constituyente para redactar una nueva constitución que reflejara los principios de su proyecto bolivariano, incluyendo una mayor participación ciudadana y derechos sociales.

En Ecuador (2008), Rafael Correa promovió una nueva constitución para fortalecer los derechos sociales, ambientales y de participación ciudadana, y reducir la influencia de actores neoliberales en la economía y política del país.

En Bolivia (2009), Evo Morales impulsó una nueva constitución que reconociera y protegiera los derechos de los pueblos indígenas, además de consagrar derechos sociales y económicos.

En Colombia, con una democracia sólida y poderes bien establecidos, la convocatoria de una asamblea constituyente puede poner en peligro la estabilidad y legitimidad de las estructuras existentes, así como aumentar la polarización política durante el hipotético proceso de diálogo nacional.

Esto dividirá a aquellos que no estamos de acuerdo con un cambio de constitución, que creo que somos la mayoría, y a un gobierno que quiere imponer una constituyente basada en acuerdos de la paz total con grupos al margen de la ley, aliados incondicionales del presidente y su pacto histórico. Por eso, no debemos caer en un “ACUERDO NACIONAL PETRISTA, CONSTITUYENTE PETRISTA”.

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