Opinión
Adiós Pandemia
El COVID-19 no se ha ido y no lo hará. Todavía en la última semana contabilizamos cerca de 500 nuevos casos y 5 muertes en Colombia.
El jueves pasado el director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, anunció al mundo la terminación de la emergencia sanitaria global declarada por la pandemia de Covid-19. Esta acción no equivale a proclamar que el COVID-19 dejará de ser un evento de interés en salud pública. Las emergencias sanitarias responden más a consensos de expertos sobre criterios que incluyen, entre otros, la propagación de la enfermedad, su severidad y afectación en mortalidad, así como la capacidad de los sistemas de salud para afrontarlas. Ciertamente, el impacto del COVID-19 ya no será el mismo de estos dolorosos tres años, pero seguiremos muchos años enfrentando las secuelas clínicas y económicas no solamente del virus sino de la crisis vivida durante este periodo, y todavía los más vulnerables (adultos mayores, principalmente) seguirán con un riesgo importante de complicaciones y muertes, aunque cada vez más similar al de otros virus respiratorios como la Influenza.
En Colombia la emergencia sanitaria culminó el 30 de junio de 2022. A partir de ese momento se inició el desmonte de todas las acciones y decisiones instrumentadas a partir del régimen excepcional que definió desde el Decreto 538 de 2020 y el Plan de Acción contenido en el documento Conpes 3999 del mismo año. La mayor parte de las medidas fueron derogadas en julio de 2022, y hoy persisten muy pocas. Por ejemplo, el uso obligatorio de tapabocas al interior de las instituciones de salud y centros de cuidado geriátrico.
Tres años, tres meses y cinco días duró la emergencia sanitaria global. El director de la OMS refirió que se habían registrado 7 millones de fallecidos a nivel mundial, pero estimó la cifra real de muertes en cerca de 20 millones. Casi el triple de las muertes declaradas. Muchos países tuvieron una gran cantidad de muertes en exceso no registradas como muertes por Covid-19 entre 2020 y 2022. La mortalidad de los países con peores sistemas de registro y menor acceso a pruebas en los servicios de salud muestra una alta subestimación; manifiesta en las diferencias en cada país entre el exceso de mortalidad y la tasa de mortalidad confirmada por COVID-19.
La mortalidad acumulada por COVID-19 en Colombia fue menor que los países más grandes de la región (Perú, Brasil, Argentina, y Chile), con excepción de México (https://coronavirus.jhu.edu/data/mortality). Pero el exceso de mortalidad de ese último país fue casi el doble del registrado de 334,000 muertes por COVID, con un exceso de mortalidad estimado de 659,000 muertes. Nuestro exceso de mortalidad del país no superó las 30,000 muertes sobre las registradas. Se sabe además que países de América Central de menores ingresos, y grandes debilidades de sus sistemas de información, tuvieron una mayor brecha entre las muertes reales, y las reportadas.
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Más allá de las cifras, el COVID 19 nos ha dejado un mundo muy diferente. Los efectos económicos han sido críticos para la población mundial: alto desempleo, inflación elevada, recesión. Hasta ahora comenzamos a entender los efectos psicosociales. Colombia fue uno de los países que más rápidamente logró recuperar la senda del crecimiento. Una política intencionada que partió de la rápida apertura de la economía, iniciada desde la Resolución 777 de junio de 2021 e instrumentada a través de una política intersectorial en el CONPES 4023 de 2021. Hoy en día sabemos que disminuir los impactos sociales era también relevante para mitigar los efectos en la Salud Pública del COVID-19, no sólo como enfermedad, sino como crisis social y económica.
Impactantes también han sido los cambios en la sociedad y la cultura. El mundo no volverá a ser igual. Entre los negativos se encuentra el Post-Covid que nos ha dejado miles de personas con afectaciones crónicas, un poco menos de lo temido en algún momento. Aún necesita ser mejor comprendido. Los efectos más relevantes se han manifestado en la salud mental con severos trastornos adaptativos a la vida cotidiana, al trabajo, al estudio, y la calidad de vida. En lo social, la deserción y rezago escolar son preocupantes y nos plantearán retos para los próximos años; especialmente en incremento de las inequidades a lo largo del curso vital. Debería ser una prioridad para los ministerios de educación de todos los países.
Notables también los efectos positivos, a pesar del costo humano de este aprendizaje. La virtualidad como forma de trabajo, con posibilidad de mayor productividad y uso racional del tiempo. La telemedicina ha sido también una ganancia secundaria, en tanto que a la fuerza se superaron las barreras culturales de pacientes y médicos para su expansión.
La tecnología médica tuvo los avances más notorios. La capacidad de desarrollar y producir vacunas en tempos casi impensables antes de la pandemia y la consolidación de nuevas tecnológicas prometedoras. En pocos meses tuvimos acceso a vacunas que salvaron, literalmente, millones de vidas y que otros momentos hubiese tomado años o décadas en desarrollar. Los desarrollos de vacunas de mRNA, aunque anteceden la pandemia, se han acelerado. Permitirá en el futuro cercano disponer de vacunas para enfermedades que, antes de la pandemia, estaban en una prolongada espera.
En Colombia tuvimos también avances originados en la pandemia. El crecimiento en hospitales con cuidado intensivo ha permitido la expansión de servicios en las zonas más apartadas del país. Los hospitales de Buenaventura, Málaga en Santander, Puerto Carreño, son algunos de los muchos ejemplos de lugares que han podido crecer en la atención de enfermedades, que anteriormente requerían del traslado de pacientes a otras ciudades. Quedamos con una red de diagnóstico de biología molecular y una red de genómica, que no habíamos soñado antes de 2020. Logros que incrementan la seguridad sanitaria del país y tenemos que cuidar para el futuro.
El COVID-19 no se ha ido y no lo hará. Todavía en la última semana contabilizamos cerca de 500 nuevos casos y 5 muertes en Colombia. Es necesario mantener los esfuerzos para vacunar a las personas de riesgo, y evaluar la necesidad de usar vacunas actualizadas como las bivalentes como refuerzos. Tenemos que desarrollar y consolidar todo lo aprendimos, para hacerlo cada vez mejor en el futuro. Momentos muy difíciles, mucho dolor e incertidumbre. Eso no lo debemos olvidar.
Pero también descubrimos como sociedad una gran resiliencia y capacidad de respuesta. Hace una semana también en el ranking Bloomberg confirmamos el puesto 12 en el mundo, y nuestro personal de salud asistencial, nuestro talento humano en las secretarias de salud, y todo el equipo del Ministerio de Salud dieron lo mejor de sí mismos para lo lograrlo así. El Covid será una enfermedad endémica y una afección respiratoria que seguirá con nosotros. Pero probablemente no seremos el mismo mundo y país que antes de la pandemia. Esto si elegimos construir sobre lo aprendido, por encima de nuestras diferencias, entre todos los que nos importa la salud y la vida.