OPINIÓN
¡Ordóñez, pecador!
Es que no siempre es verdad el dicho de que “el que peca y reza, empata”.
Con las elecciones presidenciales del 2018 a la vuelta de la esquina, es normal que los distintos candidatos que aspiran llegar a la Casa de Nariño empiecen a destapar sus cartas y a elegir sus caballitos de batalla de cara a la contienda que se avecina.
Humberto De la Calle tratará de posicionarse como la mejor opción para garantizar el buen curso de la implementación de los acuerdos. Claudia López y Fajardo serán quienes enarbolen las banderas de la lucha contra la corrupción. Germán Vargas se mostrará como el gran ejecutor; Petro como el defensor de los pobres y el máximo enemigo de la clase dirigente; los uribistas nos dirán que vienen a salvar a Colombia del Castro-Chavismo; y Jorge Enrique Robledo seguirá atacando a Néstor Humberto Martínez para buscar rating en las emisoras de radio y en los programas de televisión.
A esta lista se suma, entre otros, el Ex Procurador Alejandro Ordoñez, quien ya empezó su campaña, vendiéndonos la idea de que será él el candidato que defienda las tradiciones, la religión, la familia, las instituciones, el estado de derecho, y por sobretodo la moral.
Aunque ya nos hemos acostumbrado a la inexistente coherencia entre lo que Ordoñez predica y lo que realmente hace, y a verlo salir con declaraciones cada una más inverosímil que la anterior, la semana pasada el ex funcionario se salió de madre en sus ataques contra el buen Ministro de Salud Alejandro Gaviria.
Todo empezó cuando Gaviria, en un acto de valentía que no se le ha visto a casi ningún político en Colombia, dijo sin pelos en la lengua, en entrevista con Caracol Televisión, que es ateo como consecuencia de lo que ha leído y de lo que ha vivido. Al cabo de unas horas, Ordoñez publicó un video de algo más de dos minutos, encabezado con el titular “el ministro ateo salió del closet y queda claro porqué este Gobierno promueve la cultura de la muerte”. (Vea la entrevista a Gaviria aquí)
Después de ver el video de Ordoñez y de perder dos valiosos minutos de mi vida que ya nadie me va a devolver, quise hacer el ejercicio de comparar la gestión de un funcionario ateo, técnico, honesto, preparado, serio y pegado de la ciencia y la razón, con la de un funcionario “santo”, religioso, fanático, autoritario, mentiroso, que se dice dueño de la moral y de la ética y que, además, pretende ser el Presidente de Colombia.
Para hacer ese análisis, es necesario echar mano únicamente de los hechos probables y alejarse de las pasiones que estos temas puedan despertar.
Empecemos con el Ministro Ateo:
En su paso por la cartera de salud, Alejandro Gaviria ha logrado establecer un diálogo abierto y confiable entre hospitales, farmacéuticas, aseguradoras, médicos y pacientes, que ha dado frutos tangibles. Pudo hacer aprobar la ley estatutaria de la salud y coordinar su implementación. Estableció la salud como un derecho fundamental, dejando claro que el acceso a ella no es ilimitado y debe obedecer a la factibilidad económica y científica. Hizo aprobar la interrupción voluntaria del embarazo en los casos de peligro para la salud de la madre, violación o malformaciones severas del feto, con lo que la inmensa mayoría de los médicos están de acuerdo. Por otra parte, impulsó la aprobación de la eutanasia para pacientes terminales, que evitará la prolongación innecesaria de su dolor y sufrimiento. Y, como si fuera poco, estableció un plan concreto de control de precios para los medicamentos y los insumos que ya le ha ahorrado al país cerca de un billón de pesos al año y que debe haber salvado muchas vidas.
Logró, además, que cada vez más gente de bajos recursos tuviera acceso al sistema de salud, y aumentó la cobertura del programa de vacunación, en el que incluyó la vacuna contra el virus del papiloma humano, que impide la aparición de cáncer de cuello uterino (el más frecuente en las mujeres colombianas), y redujo significativamente la mortalidad infantil en el país.
Aunque el sistema de salud en Colombia esta lejos de ser perfecto, y aun queda mucho por hacer, en la gestión de Gaviria hemos visto avances innegables.
El Procurador católico, por su parte, se dedicó a perseguir a quienes tienen una visión del país diferente a la suya; a vendernos mentiras sobre el proceso de paz para torpedearlo; se opuso al programa de vacunación contra el papiloma sin importar que por eso morirían miles de mujeres, y al aborto en los casos mencionados, pretendiendo obligarlas a tener los hijos por que a él se le da la gana; compró su reelección repartiendo puestos; fue destituido de su cargo por corrupción; devengó más de 1.000 millones de pesos de salario durante su período ilegal de 42 meses; se hizo poner 15 camionetas blindadas y 70 escoltas con nuestros impuestos; y persiguió a funcionarios por participar en política cuando él hacía lo mismo, entre tantos otros hechos ya conocidos por la opinión y fallados en derecho.
Así las cosas, al hacer el paralelo de las gestión de estos dos funcionarios, resulta interesante que sea el ateo el que cumpla los 10 mandamientos de la Ley de Dios, en el que no cree, y el religioso fanático, el que los predique a los cuatro vientos pero los rompa casi todos de manera descarada. Así que, señor Ordoñez, el domingo en la mañana, mírese al espejo y, antes de ir a misa, piense bien si puede comulgar con tanto pecado encima… Es que no siempre es verdad el dicho de que “el que peca y reza, empata”.