Julio Londoño Paredes

OPINIÓN

Algo tiene el Ministerio de Defensa

El ministerio de defensa tiene una connotación muy especial en la vida nacional. Alrededor de él muchos episodios han acontecido.

Juliana Londoño
29 de enero de 2021

La muerte del ministro de defensa Carlos Holmes Trujillo ha conmovido hondamente al país. No solamente por haberse producido en medio de esta angustiosa pandemia, sino porque estaba cantado su retiro para postularse como candidato en la campaña presidencial con muchas posibilidades de resultar triunfador en la contienda electoral.

El presidente había echado mano de Carlos Holmes Trujillo, que era el ministro estrella de su gabinete, para sortear una compleja situación derivada, no solamente de la frustrada moción de censura a su predecesor, sino del ambiente existente dentro de las fuerzas militares, en especial en el ejército, donde se perfilaron dos bandos generando así una grave situación. Los resultados se comenzaron a ver.

El ministerio de defensa se constituyó de un tiempo para acá y con algunas excepciones, en una plataforma de lanzamiento para candidaturas presidenciales.

Se presentaron en su momento dos casos significativos. Uno de ellos, el del asesor principal de la campaña de Ernesto Samper, Fernando Botero Zea, quien desde un principio había expresado su deseo de ser ministro de defensa, ya que consideró que era la vía más expedita para suceder a Samper. Hubiera sido seguramente así, si no hubieran surgido los hechos derivados del proceso ocho mil.

Posteriormente se repite la historia durante la administración del presidente Álvaro Uribe, cuando Juan Manuel Santos escogió el ministerio de defensa para lograr sus aspiraciones presidenciales. En ese caso si lo logró. Uribe nunca calculó las consecuencias que tendría su decisión.

La práctica de los ministros de defensa militares adoptada a partir de la vigencia del Frente Nacional hasta 1961, llevó al fenómeno de que estos se constituían en comandantes de las fuerzas militares, que naturalmente, no era su función.

Tres ministros de defensa han muerto cuando desempeñaban el cargo en los últimos años. El general Gabriel Revéiz Pizarro fue designado a raíz de la crisis que se produjo cuando su predecesor, el general Alberto Ruiz Novoa fue acusado de urdir un golpe de estado contra el presidente Guillermo León Valencia, que culminó con un epílogo al que el mandatario le dio rasgos rocambolescos. Revéiz fue confirmado por el nuevo presidente Carlos Lleras Restrepo. Murió poco después en ejercicio del cargo en 1966.

Posteriormente, el presidente Belisario Betancur designó al general Gustavo Matamoros D’Costa, después de que surgieron diferencias sobre las gestiones de paz entre el primer mandatario y el general Fernando Landazábal. Matamoros falleció cuando se desempeñaba como ministro. El presidente tuvo la delicadeza de mantenerlo en el cargo durante los meses en los que estuvo luchando contra una breve pero dolorosa enfermedad que lo llevó a la muerte.

Rodrigo Lloreda Caicedo, como ministro de defensa después de serias discrepancias con el presidente Andrés Pastrana que incluso generaron “ruido de sables” dentro el estamento militar, renunció y murió un año después a los 56 años. No pudo intentar otra vez su candidatura a la presidencia.

Holmes Trujillo no escogió el cargo, como sucedió en los casos de Botero Zea y Juan Manuel Santos. Aunque en todo momento tuvo claras sus aspiraciones presidenciales, sabía que el ministerio de defensa las coadyubaría.

Entre tanto, inexorablemente y en medio de esta angustia en la que todos los días caen parientes, amigos, compañeros y conocidos que no lograron superar el covid-19…el tiempo sigue su marcha…

(*) Decano de la facultad de estudios internacionales, políticos y urbanos de la Universidad del Rosario.

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