OPINIÓN

Tiro penal

Las amenazas en Colombia hay que tomárselas en serio. Trece futbolistas han muerto a tiros, entre ellos Andrés Escobar por una jugada de autogol en el mundial de 1994. En ningún país del mundo han tiroteado tal número de futbolistas.

Yezid Arteta, Yezid Arteta
3 de julio de 2019

Pasadena, California. 10 de julio de 1999. Noventa mil espectadores. China contra Estados Unidos. Once metros separan a las dos mujeres. Briana Scurry se adelanta unos pasos y achica el ángulo. Liu Ying dispara con el pie derecho. Es un tiro suave hacia el costado izquierdo del arco. La portera lo atrapa. Estados Unidos conquista el título mundial femenino. La Casa Blanca celebra. Bill Clinton se hace fotografiar con el equipo norteamericano. En China más de mil millones de personas entristecidas. Serán recibidas como heroínas, dice el premier Jiang Zemin. En Vida de un escritor, Gay Talase cuenta la historia de Liu Ying, la chica que falló un penalti.  

William Tesillo, central de la selección absoluta de Colombia, erró un penal contra Chile en la reciente Copa América. Fue amenazado de muerte. Las amenazas en Colombia hay que tomárselas en serio. Trece futbolistas han muerto a tiros, entre ellos Andrés Escobar por una jugada de autogol en el mundial de 1994. En ningún país del mundo han tiroteado tal número de futbolistas. La prensa deportiva internacional ha destacado las amenazas contra Tesillo. Están horrorizados porque saben que en Colombia por lo general las amenazas se cumplen. En la cabeza de los pistoleros no cabe la piedad. Ni siquiera para los ídolos del balompié. Albeiro “El Palomo” Usuriaga, Elson Becerra,  Omar “El Torito”, Cañas y un largo etcétera reposan en los cementerios.

La fama de Colombia en el mundo está asociada a los gánsteres. La serie Narcos no hace más que confirmar una puñetera realidad. En las tiendas de souvenirs de Venecia, Barcelona o el distrito de Queens se venden a montones las camisetas con la imagen sonriente de Pablo Escobar. Son más populares que las elásticas con el nombre de James Rodriguez o del “Tigre” Falcao. Quince directivos del fútbol colombiano han sido condenados por sus vínculos con los narcos. Siete fueron asesinados. Luis Bedoya, ex presidente de la Federación Nacional de Fútbol aceptó cargos de soborno y fraude bancario ante una corte de New York. De aquellos polvos vienen estos lodos, reza el refrán.  

Capítulo aparte merece el fútbol femenino en Colombia. Son un caldo de cultivo de lesbianismo, dijo un exsenador de la república y actual directivo de fútbol. El premio que nos ganamos va para el equipo masculino, reveló Yoreli Rincón la volante del Atlético Huila que se alzó con la Copa Libertadores. La liga Contra el Silencio, denunció en su portal web que algunas menores son chantajeadas sexualmente por ciertos entrenadores y preparadores físicos. Les agarran el culo y tratan de besarlas por la fuerza, denuncian en el reportaje. El camerino de las jugadoras de fútbol no es más que la impronta de unos valores dominantes en la sociedad colombiana.

Valores como el patriotismo. Patriotismo siempre y cuando el equipo vaya ganando. Si el equipo va perdiendo la cosa cambia. Los patriotas se vuelven gánsteres. Los jugadores son maltratados y puestos en la mira de los asesinos. Wilson Tesillo es un chico de barrio. Del popular barrio La Alboraya de Barranquilla. Un barrio en los que aún existen calles sin pavimentar. Un barrio en el que hay un castillo mudéjar que data de 1626. Una reliquia. Una antiquísima casona colonial que se cae a pedazos. A pedazos. Como la tabla de valores de Colombia.     

Que dios los bendiga, dijo David Murcia a miles de colombianos que querían hacerse ricos de la noche a la mañana. Volvía deportado de los Estados Unidos. Sonriente. Luciendo una lustrosa cabellera y una chivera al estilo Brad Pitt.

* Escritor y analista político 

En Twitter: @Yezid_Ar_D 

Blog: En el puente: a las seis es la cita

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