OpiNión
AMLO y Petro
Amlo y Petro son espejo tanto de forma como de fondo, con el agravante de que en Colombia, el narco no solamente se hace cada vez más fuerte,sino que pareciera que se estuviera haciendo todo lo posible para darle carta blanca y rienda suelta.
Hoy por hoy, no hay dos jefes de Estado más parecidos que Andrés Manuel López Obrador, de México, y Gustavo Petro, de Colombia. La similitud es tan estrecha que muy posiblemente lo que le ocurra a uno terminará ocurriéndole al otro, y eso, desafortunadamente, no es bueno.
Para evidenciar el paralelo, basta con revisar con detenimiento la columna de esta semana del destacado periodista internacional Fareed Zakaria en The Washington Post.
Sobre el presidente mexicano, el citado analista de CNN escribe: “México podría estar ingresando en una era de oro, perfectamente ubicado para beneficiarse de la creciente tensión entre Estados Unidos y China. Pero esos promisorios vientos económicos están siendo sofocados por mala política”.
Zakaria califica a Amlo como “un populista demagogo extraído de las peores páginas de la historia latinoamericana”. “Sus políticas económicas han sido anticrecimiento. Ha fallado en enfrentar los carteles de la droga y ha atacado a las instituciones políticas mexicanas, muchas de las cuales solo han adquirido legitimidad y competencias recientemente”.
Y hace una advertencia: “Esa agencia (el Instituto Nacional Electoral) es ahora el objetivo de López Obrador. El mes pasado, su partido pasó una ley para debilitar drásticamente esa agencia”. “Su presupuesto será recortado por un tercio, varias de sus oficinas locales serán cerradas, 6.000 empleados despedidos y sus poderes limitados. Y todo con el pretexto de ahorrar millones de pesos al año”. “López Obrador no puede buscar legalmente un segundo término como presidente, pero está tomando estas medidas para asegurar que las próximas elecciones legislativas resulten en una victoria para su partido”.
Si usted reemplazara el sujeto del escrito del aclamado autor y lo reemplazara por el presidente colombiano, es inevitable encontrar poderosas coincidencias con la realidad. Por ejemplo, es cierto que si Colombia no estuviera encaminada a una serie de políticas económicas anticrecimiento económico, como la minera y la reciente reforma tributaria, el país podría estar atrayendo inversión extranjera en lugar de estar creando un ambiente de éxodo de capitales.
También es cierto que el presidente Petro, como Amlo, no ha logrado enfrentar a los carteles de la droga y que, hoy por hoy, el país registra sus niveles más altos de cultivo de coca y producción de cocaína. Y, tercero, como el del mandatario mexicano, el discurso de Gustavo Petro es el del típico populista latinoamericano que considera que por haber ganado unas elecciones está por encima de la Constitución y las instituciones.
Pero lo más grave es lo que plantea Zakaria como el plan final y último de López Obrador: el debilitamiento de las instituciones electorales para perpetuarse, así sea indirectamente, en el poder.
Aunque el presidente Petro ha negado en múltiples oportunidades querer quedarse en Palacio después de su administración, sí ha sido claro en que su proyecto de gobierno es uno de por lo menos tres periodos, lo cual, a la luz de la evidencia hasta ahora, sería la destrucción total del país.
Petro y Amlo comparten su mirada izquierdista de la economía y generosidad con los grupos armados por fuera de la ley. En México, la estrategia se llama “Más abrazos y menos balazos” y en Colombia la bautizaron “La paz total”. Dos iniciativas que buscan bajar los niveles de violencia suavizando las penas, sacando gente de la cárcel, perdonando narcos y delincuentes, y debilitando a las FF. AA., que combaten el crimen organizado.
Pero la semana que acaba de pasar resultó siendo una que demuestra que ni el presidente de México ni el de Colombia tendrán un camino de rosas para lograr su objetivo. Gracias a una guerra de agravios desatada por Amlo, varios legisladores estadounidenses de los dos partidos criticaron fuertemente a López Obrador, lo sindicaron de cómplice del narcotráfico y denunciaron complacencia del Estado con el narco. Algo que, teniendo en cuenta las dinámicas tradicionales en el Legislativo estadounidense, puede terminar en serias sanciones económicas y políticas.
Amlo y Petro son espejo tanto de forma como de fondo, con el agravante de que en Colombia, el narco no solamente se hace cada vez más fuerte, sino que pareciera que se estuviera haciendo todo lo posible para darle carta blanca y rienda suelta.