OPINIÓN

Los chistes de la CIA

Interrumpieron a pompeo las risas. porque es cierto: hay un montón de historias de la CIA en las Américas, de Haití a Chile, de Brasil a Panamá.

Antonio Caballero, Antonio Caballero
29 de julio de 2017

La situación de Venezuela es ya insostenible bajo el régimen inepto, corrupto y cada día más abiertamente dictatorial del chavismo-madurismo. Algo está a punto de romperse. Los gobiernos democráticos de los adecos y los copeyanos de fines del siglo XX eran también muy corruptos y bastante ineptos, y su descomposición progresiva hizo que finalmente el “socialismo del siglo XXI” del coronel Hugo Chávez pareciera una salvación cuando llegó al poder hace 20 años.

Pero en su propia descomposición, acompañada del empobrecimiento asombroso del que fue riquísimo país petrolero, el chavismo ha tenido ya tiempo de sobra para demostrar que, como remedio, era aún más malo que la enfermedad. Y sin embargo a Venezuela la amenaza ahora algo que puede ser todavía peor: que vengan a salvarla del chavismo los Estados Unidos.

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Los cuales, como vaticinó Simón Bolívar, “parecen destinados por la Providencia para plagar de males a la América en nombre de la libertad”. Así lo han hecho en los últimos 200 años con la Doctrina Monroe y sus sucesivos corolarios, el del Gran Garrote del primer Roosevelt y el de la Buena Vecindad del segundo, desde México hasta la Patagonia. Parece ser que ahora, bajo el lema de “America First” de Donald Trump, le toca el turno a Venezuela (otra vez).

La amenaza tiene dos aspectos: el de las sanciones económicas, ya anunciadas por Barack Obama y ahora reforzadas por el propio Trump y que pueden llegar hasta la suspensión de la compra del petróleo venezolano; y el de una intervención directa de las llamadas “encubiertas” a cargo de la CIA, no anunciada explícitamente, pues lo encubierto no puede ser explícito, pero sí insinuada hace ocho días en un Foro de Seguridad en Aspen por el director de la Agencia, Mike Pompeo. Las sanciones económicas suelen ser contraproducentes: dañan a los sufridos pueblos, y dejan incólumes a sus ineptos y corrompidos gobernantes. Las intervenciones encubiertas son más graves: se saldan con mucha sangre, y a veces lanzan a los países intervenidos a la guerra civil.

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Dijo Pompeo que, con respecto a un país tan grande y rico como Venezuela, los Estados Unidos “tienen interés en asegurarse de que sea tan estable y democrático como sea posible. Así que trabajamos (la CIA) para que así sea”. Dichas por otro director de agencia norteamericana, por el de la Nasa o el de la Usaid, tales palabras serían dignas de aplauso: pero en boca del jefe de la CIA las palabras “estable” y “democrático” tienen un tono ominoso. El propio Pompeo se dio cuenta, y aclaró: “Siempre tengo cuidado, cuando hablamos de América del Sur y América Central, hay un montón de historias…”.

De acuerdo con la transcripción de la charla, interrumpieron a Pompeo las risas de los asistentes. Porque es cierto: hay un montón de historias de la CIA en las Américas, de Haití a Chile, del Brasil a Panamá, de Guatemala a la Argentina, del Uruguay a Nicaragua, del Ecuador a la República Dominicana. Dan para unas cuantas risas, sin duda, si se toman en serio.

Cuando por fin se calmaron las carcajadas cómplices o corteses de los participantes en el foro, Pompeo pudo redondear su pensamiento:

“Así que quiero ser cuidadoso con lo que digo. Baste con decir que estamos muy esperanzados de que pueda haber una transición en Venezuela, y nosotros, la CIA, estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo para entender la mecánica de allá. Los colombianos… Acabo de estar en Ciudad de México y en Bogotá la semana pasada hablando sobre ese tema, tratando de ayudarles a entender las cosas que ellos podrían hacer para tener un mejor resultado en su porción del mundo y en nuestra porción del mundo”.

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Nicolás Maduro saltó sobre la oportunidad para acusar de injerencia indebida a los Estados Unidos, y de complicidad a México y Colombia. El gobierno norteamericano no entró a discutir, pues la injerencia imperial le parece su derecho natural: precisamente para eso, para inmiscuirse indebidamente en los asuntos ajenos, fue creada la CIA, cuya función consiste en “ayudar a entender las cosas”, como dice Pompeo. Las Cancillerías de Colombia y México salieron por su parte a explicar que lo dicho por Pompeo no quería decir nada: “No se desprende que haya ninguna colaboración, y menos aún que se busque perjudicar a ningún país”, aseguraron las dos en un insólito comunicado conjunto.

Permítaseme que, como los oyentes de Mike Pompeo en el foro de Aspen, me muera de la risa.

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