OPINIÓN
Dos varones en un catre
¿Qué hace un lefebvrista practicante de la mano de un protestante que se ha otorgado el título de pastor del ministerio profético internacional dunamis de Barranquilla?
Cuenta La Silla Vacía que el católico conservador Alejandro Ordóñez, aspirante a la Presidencia de la República, ha escogido como compañero vicepresidencial al protestante liberal David Name Orozco. Y el caso ilustra a la perfección el viejo dicho según el cual la política hace extraños compañeros de cama. Porque, al menos en principio, de nadie debería sentirse más apartado el cuasiarzobispal exprocurador (expulsado de su cargo por indignidad) que del joven político liberal y pastor evangélico barranquillero. Esta pedida de mano, por llamarla así, esta elección de pareja, confirma que Ordóñez no tiene principios.
Por un lado, se entiende: por el lado del oportunismo. Aunque como político sea apenas un principiante, este joven Name ya tiene lo que Ordóñez más ansía: votos. Los votos amarrados que hereda de su poderosa familia de electoreros y contratistas, dueños por terceras partes (con los Gerlein y los Char) del ponqué de contratos y votos de Barranquilla desde hace muchas décadas. El viejo José Name Terán, patriarca de la estirpe, los calculaba en 250.000. Pero los había logrado presentándose toda la vida como liberal, sea lo que sea lo que eso significa en el mundo corrupto de la politiquería colombiana; y más específicamente como liberal turbayista. Y Ordóñez en cambio se ha presentado siempre como conservador (sea eso lo que sea… etcétera); y más específicamente como conservador laureanista. Es cierto que, mirados a vuelo de pájaro, laureanismo y turbayismo vienen a ser la misma cosa: uribismo. Pero aún en el mundo corrupto de la politiquería colombiana… etcétera.
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Bueno. Pero además sucede que el suspendido y despedido exprocurador Ordóñez ha pretendido siempre ser un fiel seguidor del catolicismo integrista del obispo cismático Marcel Lefebvre, excomulgado por unos papas progresistas y acogido por otros papas reaccionarios. Ordóñez es miembro protuberante de la orden de la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X, fundada por Lefebvre para alzarse contra las reformas del Concilio Vaticano II que quitaron filo a los recios anatemas de ese pontífice (Pío X) en su famoso Syllabus contra los “errores modernos”, inspirados todos por la nefanda aspiración a la libertad de pensamiento: el liberalismo, la libertad de cultos, el socialismo, la democracia representativa. Por el Syllabus de Pío X se emprendieron y se ganaron en Colombia dos o tres guerras civiles (o aún cuatro) contra los liberales. Y los lefebvristas no se oponen únicamente a los “errores” de la Ilustración de los siglos XVIII y XIX, sino también a los que consideran aún más nefandos de la Reforma del XVI. Cuando el Concilio Vaticano II buscó, entre otras cosas, el acercamiento de los católicos con sus “hermanos separados” del protestantismo, los lefebvristas se declaran por el contrario partidarios de mantener viva la guerra contra la herejía protestante: de imponer mediante la fuerza la Contrarreforma decidida por el Concilio de Trento.
Entonces ¿qué hace un lefebvrista practicante como Ordóñez de la mano de un protestante como el joven Name? ¿De uno que se ha otorgado el título de Pastor y Profeta del Ministerio Profético Internacional Dunamis de Barranquilla? Es verdad que Ordóñez casó a sus hijas en fastuosas ceremonias celebradas por el viejo rito tridentino aunque con la participación –supongo que cismática– de dos cardenales posconciliares. Pero una cosa es que haya aceptado a un par de cardenales, laxos pero católicos ( y, sobre todo, cardenales) en el himeneo de las dos jóvenes; y otra muy distinta que ahora él mismo se una en dañado contubernio electoral con un pastor protestante, fundador y cabeza de una de las miles de Iglesias protestantes que han florecido en Colombia al amparo de las exenciones tributarias: brota una nueva cada día. Esta Dunamis se llama así, nos explica su página web, no porque sea “de Name”, como podría pensarse, sino porque en griego clásico la palabra significa, o eso nos dicen, “dinamita de Dios”.
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Si es de verdad católico, como asegura; si es de verdad sinceramente lefebvriano, como dice, ¿qué demonios hace el antiguo seminarista y veterano coadjutor eclesiástico Alejandro Ordóñez de mano cogida con el joven y flamante pastor David Name? La de los dos parece una alianza contra natura. Recuerda lo que otro politiquero y contratista barranquillero como el uno, ultraconservador y homofóbico como el otro, llamaba no hace mucho una cosa “asquerosa y repudiable”. Clamaba enfurecido el senador Roberto Gerlein en el Salón Elíptico:
-¡Merece repulsión el catre compartido por dos varones! ¡Qué horrrrorrr!
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Pero estas que vengo haciendo son consideraciones éticas, que tal vez resultan superfluas tratándose de alguien tan impermeable a la ética como ha mostrado ser el sancionado por fraudulento exprocurador Ordóñez. Agrego una jurídica. Ordóñez es militante del partido político español Comunión Tradicionalista, una rama irredentista del rancio carlismo decimonónico que no reconoce la actual dinastía reinante en España y no acepta la independencia de las antiguas colonias del Imperio español. No sé si tenga derecho a proclamarse candidato a la Presidencia de la República de Colombia alguien que considera ilegítima la existencia de esa República.
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