Miguel Angel Herrera.

Opinión

Argentina, referente de Petro

Petro tiene el reto de replicar algunas de las políticas públicas argentinas, pero sin enrutar a Colombia hacia la debacle económica de ese país.

27 de octubre de 2022

Antier Mauricio Macri, expresidente de Argentina, dijo que las propuestas de Petro “no eran las mejores para el futuro de Colombia”.

¿Por qué lo dijo? Porque obviamente recibió información del interés del Gobierno colombiano de inspirar una buena parte de sus nuevas políticas públicas en el modelo de desarrollo de la Argentina izquierdista, que ha prevalecido en los últimos 20 años.

Macri tiene razón en el sentido de que Argentina hace parte de muchas conversaciones en los ministerios petristas, particularmente cuando se habla de subsidios estatales, programas sociales con financiamiento público, reducción de la pobreza, fortalecimiento del sistema educativo público, industrialización de los sectores productivos y desarrollo agrícola.

Incluso, algunos altos consejeros del presidente Petro rechazan que el Gobierno quiera “venezonalizar” a Colombia usando a Argentina como un referente más moderado, con logros visibles en política pública social y con un desarrollo económico subordinado a la rectoría del Estado. En otras palabras, el nuevo gobierno no buscaría imponer el socialismo chavista en Colombia, pero sí, posiblemente, el kirchnerismo argentino.

Esta posibilidad resulta altamente controversial, considerando el evidente declive de Argentina, no solamente en materia económica, sino también como modelo de desarrollo político. Pero podría resultar iluminador, según el nuevo gobierno colombiano, en materia social y, particularmente, en la búsqueda de la equidad.

Entre los Kirchner (Néstor y Cristina) y Fernández, que han sumado más de 20 años en el poder, con una interrupción efímera de Macri, la izquierda argentina convirtió a su país en un Estado en permanente crisis económica, por cuenta principalmente de la intervención del Gobierno en la economía mediante un constante alto gasto público e implacables restricciones a la inversión privada.

El PIB de Argentina se redujo 12 % entre 2011 y 2019, y si se suman los dos años de la pandemia ―2020 y 2021―, la cifra alcanza el 16 %, tras la caída de la economía un 10 % en esos dos años. Según varios observadores, Argentina no crece sostenidamente hace diez años.

Y si hablamos en términos futbolísticos, como les gusta hablar a los argentinos, en los últimos 20 años, desde el mundial Corea–Japón 2002, hasta el próximo de Qatar 2022, la inflación acumulada de Argentina será de 13,000 % (¡trece mil!), ubicándose como una de las cinco economías más inflacionarias del mundo. Solo este año, la inflación rondará el 100 % anual. Y a la inflación se suma, como nos empieza a suceder en Colombia, una devaluación desbordada del peso argentino, que desde Rusia 2018 hasta ahora se acerca al 950 %.

Por tanto, Argentina claramente no es un referente macroeconómico a seguir. Arrastra grandes problemas que no ha podido resolver, entre ellos un alto déficit de las cuentas públicas y un gasto con fuerte componente de asistencia social; una importante emisión de su moneda; una economía y empleo informales en crecimiento; escasez de reservas e iliquidez para afrontar pagos de la deuda; tarifas energéticas subsidiadas en el contexto del encarecimiento del petróleo y gas por la guerra en Ucrania, y una eterna desconfianza en el peso y la economía en general, construidas de crisis en crisis.

Sin embargo, el gobierno de Petro pareciera querer convertirlo en luz y faro para ciertos asuntos microeconómicos, como lo son la industrialización, la explotación minero-energética y la economía social, entre otros.

Asuntos en los que Argentina tiene logros por mostrar porque el sector industrial, por ejemplo, se ha desarrollado considerablemente durante los últimos años. Según los últimos datos del Banco Mundial, el sector representa el 25 % del PIB y emplea al 22 % de la población. Pero, ojo, el sector industrial en Colombia representa cerca del 25 % del PIB nacional y emplea a casi el 20 % de la población. Indicadores que fueron logrados en Colombia sin la rectoría de gobiernos de izquierda.

Es destacable también que el sector que más ha crecido, en medio del decrecimiento económico de Argentina en los últimos 20 años, es el sector terciario que contribuye con un 55% al PIB y emplea al 78% de la población activa. El país se ha especializado en áreas de servicios de alta tecnología y es particularmente competitivo en el desarrollo de software, centros de atención telefónica, energía nuclear y turismo.

Pareciera que el Gobierno colombiano atribuye a estos positivos indicadores sectoriales los avances del país austral en importantes problemáticas sociales como la pobreza, que disminuyó por más de dos tercios en 2001 a comienzos del 2010. Se estima que 33 % de la población era pobre en 2010 y 30 % a fines del 2015. Bajó al 26 % en 2017 y creció al 35 % a finales del 2019. Con el covid-19, saltó al 42 % en 2020, luego al 37 % a fines del 2021 y al 36 % en el primer semestre del 2022. Es a todas luces un país menos pobre que Colombia, pero con un comportamiento que ha tendido a ser estable desde el 2010 con una importante reducción de población pobre entre el 2001 y el 2010.

Y la desigualdad de ingreso es otro indicador interesante en el caso argentino. A comienzos del 2010 cayó casi a la mitad, debido, en gran medida, al mejoramiento de los ingresos de los pobres y no sólo a la disminución de ingresos de los ricos.

Los gobiernos izquierdistas argentinos alcanzaron esos indicadores sociales a punta de un enorme incremento en gasto social, así como en ingresos fiscales, como porcentaje del PIB. El ingreso del Gobierno subió de 15 % del PIB en 2002 a 23 % en 2009, y desde entonces se ha seguido incrementando. Durante más de dos décadas se multiplicaron los subsidios y los programas de asistencia social para todos los grupos poblacionales vulnerables.

Pero como consecuencia, el déficit fiscal se convirtió en uno de los grandes problemas de Argentina. Problema que no ha podido resolver emitiendo más deuda, como hacen los demás, porque ya pidió tanto dinero (es el país más endeudado de la región) que cayó en sucesivas crisis, entrando en “default” ocho veces. ¡Impresionante!

Petro entonces tiene el reto de replicar algunas de las políticas públicas argentinas, pero sin enrutar a Colombia hacia la debacle económica de ese país. Eso implica evitar el gasto social derrochador, los impuestos altos y las excesivas restricciones al comercio que han sufrido los argentinos. La búsqueda de la equidad no debería justificar un sector público inflado y corrupto que devore la economía, como le sucedió a Argentina.

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