OPINIÓN ON-LINE

Spoilers, enemigos y saboteadores: la seguridad en las grandes ciudades

Lo que se vivió en Guaymaral, en Quebradanegra y lo sucedido en Medellín hace un par de semanas, muestran que serán las ciudades las que vivirán el ataque de los Spoilers.

Ariel Ávila
9 de marzo de 2016

Entre 2015 y 2016 Bogotá sufrió 9 atentados con explosivos. El último de ellos fue en el sector de Guaymaral en el que una carga explosiva pequeña fue detonada al paso de un bus con miembros de la Armada Nacional. En 2015, entre los atentados, valdría la pena mencionar el ocurrido el 12 de marzo de 2015, en el que se activó una carga explosiva al paso de una caravana de motorizados de la policía. En el atentado fueron afectados cinco policías. Este hecho fue ciertamente importante pues, por lo menos en una década, no se habían presentado este tipo de ataques en la capital del país. El siguiente mapa muestra la ubicación de los 9 ataques con explosivos ocurridos en Bogotá.

Adicional a estos 9 ataques en Bogotá se debe mencionar el sucedido en la vía a Villeta, en la zona de San Isidro, en el municipio de Quebradanegra, Cundinamarca. En este ataque, ocurrido hace un par de semanas, murió un patrullero y un coronel resultó herido por la detonación de una carga explosiva a orilla de la carretera. Nuevamente, este tipo de ataques no se presentaba en esta zona desde el año 2006 y llama la atención que la presencia guerrillera se registró hasta el 2005.  

Igualmente, hace dos días un miembro de la JUCO o Juventud Comunista fue asesinado en Soacha, era un joven activista, que si bien vivía en Soacha ejercía su militancia política en Bogotá.  Además en los últimos días algunos sectores sociales han denunciado persecución. En total 5 líderes sociales han sido asesinados los últimos diez días en todo el país.

La Fundación Paz y Reconciliación había advertido sobre la posibilidad de ocurrencia de estos hechos. En diferentes textos y columnas se denunciaron situaciones que venían ocurriendo en el país. Aquí se pueden consultar algunos enlaces:

https://www.semana.com/opinion/articulo/ariel-avila-genocidio-politico-de-la-up-podria-repetirse/463602

http://www.las2orillas.co/todo-un-reto/

Lo cierto es que estos fenómenos son “normales” en los procesos de paz. Comúnmente, en la literatura se les ha denominado Spoilers, que traduce algo así como “saboteadores” de la paz. En esencia, son líderes políticos, partidos políticos o sectores sociales que ven en un proceso de paz una amenaza a sus intereses, a sus posiciones en el Estado o a la sociedad y a su poder político.

Estos Spoilers pueden tomar dos caminos. Uno es el del saboteo político y jurídico, que va desde la movilización social de sectores, marchas y protestas, hasta la compra de medios de comunicación para hacer campañas de desprestigio. En la África Subsahariana y la antigua Yugoslavia esta estrategia fue utilizada en algunos momentos. Básicamente, lo que se busca en este caso es incitar a la violencia social de tal forma que los líderes políticos o sectores sociales tengan una responsabilidad indirecta. La otra opción es formar estructuras privadas de seguridad para realizar atentados, asesinar personalidades o afectar símbolos nacionales. El objetivo de estos ataques es generar una crisis en el proceso de paz que impide la firma del mismo, sin dar a conocer con claridad los responsables de los atentados o asesinatos.  

Hay cuatro tipos de Spoilers. Los primeros son los que necesitan del estado creado por la guerra. Por ejemplo, muchas empresas que necesitaban metales preciosos estaban interesadas en mantener un estado de guerra en varios países africanos para sacar diamantes o coltán a bajo precio o sin controles estatales, así que financiaban estructuras criminales para sabotear cualquier acercamiento de paz. En Colombia, Los Urabeños y Los Rastrojos pueden tener estos intereses, ya que el negocio de la minería criminal y la coca necesitan de cierto estado de cosas para funcionar.

El segundo grupo de Spoilers son aquellos que se denominan los “ganadores de la guerra”. Es decir, son empresarios o políticos que se beneficiaron del estado de cosas que trajo el conflicto armado, como el despojo de tierras o la violencia sexual. Estos sectores sociales están en la legalidad y saben que si hay proceso de paz les toca devolver lo que despojaron y contar la verdad. Por ende, aunque no quieren la guerra pues ya han acumulado mucho, conciben que la mejor forma de acabarla es venciendo al enemigo, con lo cual hay borrón y cuenta nueva. Cuando el enemigo no se puede derrotar prefieren seguir en guerra antes que negociar la paz.

Un tercer grupo son los que se denominan “doctrinarios” o “radicales moralistas”, es decir personas que debido a una historia larga de guerra no conciben viable éticamente la negociación con el enemigo. Por ejemplo, la disputa entre palestinos e israelíes ha traído sectores radicalizados de ambas sociedades con cierto poder político que consideran impensable negociar con el enemigo. Estos moralistas pueden hacer cualquier cosa con tal de sabotear el proceso de paz. Verbo y gracia, el primer ministro israelí Isaac Rabin, quien murió asesinado por un estudiante radical de la extrema derecha israelí.

Por último, existen los “idiotas útiles” que generalmente son personas o grupos de personas que se dejan influenciar por los anteriores Spoilers para operar determinadas acciones criminales. Este grupo está integrado comúnmente por miembros de la Fuerza Pública o reinsertados de los propios grupos que están haciendo la paz. Ejemplos de estos hay por todo el mundo.

El problema que tiene Colombia es que existen los cuatro tipos de Spoilers: Unos políticos y empresarios que se quedaron con 6 millones de hectáreas despojadas a campesinos y que no quieren el proceso de paz. El Urabá o los Montes de María son un ejemplo. Unos actores criminales como Los Urabeños o Los Rastrojos que van a intentar copar los espacios dejados por las FARC. Unos radicales o moralistas agrupados en ACORE (la Asociación de Oficiales Retirados de las Fuerzas Militares) o el Centro Democrático. Y unos idiotas útiles, que van desde sicarios hasta miembros de la Fuerza Pública, pasando por ex paras y ex guerrilleros.  Muchos de estos Spoilers, hoy fungen como políticos prestigiosos, alcaldes, gobernadores y empresarios que se opondrán a toda costa a una firma de los acuerdos.

Además, hay un importante flujo de armas y una economía ilegal que podría financiar este tipo de acciones. En la medida que les queda difícil comprar medios de comunicación o utilizarlos para agitar la violencia social, todo parece indicar que han elegido el otro camino, es decir, el de las acciones armadas y terroristas.

Lo que se vivió en Guaymaral (Bogotá), en Quebradanegra (Cundinamarca), y lo sucedido en Medellín hace un par de semanas, donde uno de los 30 guerrilleros indultados debió ser sacado bajo estrictas medidas de seguridad debido a que se había planeado un atentado en su contra, muestran que serán las ciudades las que vivirán el ataque de estos Spoilers, los cuales mediante acciones terroristas, intentaran activar la protesta social y el negativismo frente al proceso de paz. En otras palabras, los saboteadores de la paz escogieron el camino de la violencia y, claro, utilizaran cualquier espació público, publicitario o mediático para agitar la sociedad.

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