EN CONTEXTO

Uribistas en la cárcel

A pesar de las condenas a miembros de su equipo, la imagen favorable del expresidente sigue alta. ¿Por qué?

Armando Neira, Armando Neira
16 de abril de 2015

La captura de los exministros de Gobierno Sabas Pretelt de la Vega y de Salud Diego Palacio es una de las noticias más importantes de este jueves. Se trata de dos miembros del gabinete de Álvaro Uribe Vélez que gobernó Colombia entre el 2002 y el 2008 con altísimos niveles de aceptación por parte de la opinión pública. Su detención se dio en vísperas de que la Corte Suprema dicte la sentencia al exsecretario de la Casa de Nariño Bernardo Moreno y la exdirectora del DAS María del Pilar Hurtado y de que llegue al país, también para ponerse a órdenes de la justicia, el otro secretario, Alberto Velásquez.

Las cuentas del rosario de condenas, detenciones, investigaciones, juicios, sanciones disciplinarias, entre otras, contra el círculo del expresidente que tuvo el poder durante esos ocho años son numerosas. Y, sin embargo, su figura parece mantenerse indemne. Hoy sigue siendo un referente vital de la política, su ideario es respaldado incondicionalmente por millones de personas que pocas dudas tienen de su credibilidad y su honestidad.

Este es uno de los asuntos fascinantes de nuestra política contemporánea. ¿Por qué si se comprobó, se juzgó y se condenó a Pretelt, Palacio y Velásquez por ofrecer y entregar dádivas a parlamentarios para que apoyaran la reforma constitucional que permitió la reelección de Uribe Vélez, sus seguidores insisten en su transparencia? ¿No dudan de que el acto legislativo que dio vida a su reelección fue ilegitimo? Al margen de las respuestas, llama la atención que ninguno de los condenados vincule a Uribe en los delitos comprobados.

Sea el peculado por apropiación en favor de terceros cometido por el exministro de Agricultura Andrés Felipe en el caso de Agro Ingreso Seguro; sean las chuzadas a opositores, magistrados y periodistas ejecutadas por Moreno y Hurtado; sea la condena por paramilitarismo a su primo Mario Uribe; sea la ayuda que el general Mauricio Santoyo brindó a los narcotraficantes siendo el jefe de seguridad presidencial, todos han mantenido un profundo respeto hacia el presidente. Ninguno siquiera lo menciona.

De hecho, Jorge Noguera, director del DAS de Uribe entre el 2002 y el 2005, capturado en el 2007 por concierto para delinquir, uso ilegal de información privilegiada y homicidio y condenado a 25 años de cárcel, guarda absoluto silencio a quienes le preguntan en la soledad de su prisión si alguna vez recibió órdenes de Uribe para cometer alguna acción irregular. Pretelt de la Vega, quien en las últimas horas fue llevado al búnker de la Fiscalía, señaló hace algún tiempo: “Uribe es un tipo incorrupto y juro por mi madre, que está en el cielo, que jamás me dijo ‘páguele a Yidis’”.

Por su parte, Uribe también ha reivindicado la inocencia de cada uno de los funcionarios que estuvieron con él y adjudica todos estos hechos a una persecución política. “Hoy la Corte condenó a tres inocentes con antecedentes impecables”, escribió en su cuenta de Twitter. En otro trino sentenció: “Acudiremos a la comunidad internacional porque sobre las mentiras de Yidis condenaron a los compañeros (Pretelt, Palacio y Velásquez), no por delitos, sino por oposición a la reelección”.

Sin una encuesta científica sino por la percepción que dan las redes sociales, es evidente que un altísimo segmento de colombianos sigue teniendo una imagen favorable de Uribe y que se trata de un hombre íntegro: “Yo soy un combatiente de frente. Al contrario, gracias a la Seguridad Democrática pudieron regresar al país. Me criticaban todos los días, la inspiración de sus artículos era criticarme y gozaron de toda la seguridad. Cuando yo tengo que discutir, como lo hice siendo presidente, lo hago de frente, yo no sé de triquiñuelas, yo no sé de seguimientos”, le dijo al periodista Juan Roberto Vargas, director de Caracol Noticias, cuando lo entrevistó a propósito del caso de las chuzadas.

De ahí este interrogante sin una respuesta única, a pesar de las condenas a varios miembros de su equipo de Gobierno, la imagen favorable del expresidente Uribe sigue alta. ¿Por qué?

*Director de Semana.com
Twitter: @armandoneira