OPINIÓN
Bogotá, el Sinaloa colombiano
Las cifras no mienten: Bogotá inició el año con 76 homicidios, 1233 casos de lesiones personales, 1326 de violencia intrafamiliar, 6145 hurtos a personas, 640 hurtos a residencias y 878 hurtos a bicicletas.
En días pasados encontré un artículo en Los Angeles Times titulado: “Sinaloa, un estado controlado por el crimen organizado en México” y fue inevitable comparar esta situación con la que hoy enfrentamos los bogotanos.
Hurtos a mano armada, robo de celulares, mujeres agredidas, violencia intrafamiliar creciente, ollas de expendio de drogas, homicidios, balaceras, muertes violentas; estas son las noticias del día a día en Bogotá, mientras, nos seguimos preguntando si hay o no un secretario de seguridad en la ciudad, quién es y si alguna vez se posesionó.
Para completar ese vacío funcional, en medio de esta oleada de crímenes, la alcaldesa Claudia López opta por tratar de crear culpables o de responsabilizar a entidades o funcionarios ajenos a su desgobierno: culpa al concejo de Bogotá, al gobierno nacional, a la Policía Metropolitana, a la Policía Nacional, a los venezolanos; Claudia López, en su desespero por su vertiginosa caída en las encuestas, hace lo que su manual de marketing le dicta: tender cortinas de humo a través de titulares, tendencias en redes sociales, puestas en escena, etc.
No se nos puede olvidar que la responsabilidad de la seguridad de la ciudad recae en la alcaldesa como autoridad de policía y en su secretario Hugo Acero, ellos, sin experiencia, con un ego inflado, oídos sordos y con nefastos resultados, han sumergido a nuestra ciudad en una ola de violencia que la hacen parecer el Sinaloa colombiano.
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Hemos llegado al despropósito de tener que ver cómo muchos ciudadanos han tenido que salir a defender sus bienes, como ocurrió en el barrio Restrepo donde un ciudadano terminó desarmando y matando a un ladrón, hechos por los cuales la víctima termina en la paradoja de enfrentar ir preso por defenderse; o en el suroccidente de la ciudad, en donde un taxista fue asesinado por los bandidos, después de atropellar a unos fleteros que acababan de robar a una mujer: cárcel o muerte para las víctimas, mientras los delincuentes campean en la Sinaloa colombiana.
Otros hechos hacen el panorama más preocupante: quince ciclistas fueron atracados en el sector de las Tres Torres; un caso de sicariato se presentó en el San Andresito de San José; y para completar ya ha habido un par de balaceras a plena luz del día y en medio de cientos de transeúntes en la carrera séptima con 79 y en el centro de Bogotá.
Las cifras no mienten: Bogotá inició el año con 76 homicidios, 1233 casos de lesiones personales, 1326 de violencia intrafamiliar, 6145 hurtos a personas, 640 hurtos a residencias y 878 hurtos a bicicletas.
Detrás de estos números hay cientos de víctimas, de bogotanos de carne y hueso que tienen miedo y se encuentran indefensos en esta Bogotá Salvaje, a merced de los delincuentes; mientras tanto, Claudia López y sus funcionarios son incapaces de ofrecer seguridad permitiendo que Bogotá se convierta en el Sinaloa colombiano.
Para desviar la atención, el secretario de seguridad de Claudia López comunica a su amaño cifras, comparando lo incomparable: las cifras de una vida en normalidad, frente a las cifras del encierro en la pandemia; así, pretende vendernos humo, haciéndolas parecer menores -pues no había gente en las calles-.
Otro tanto hace con los delitos en TransMilenio donde el aforo es menor por cuenta de las medidas de Pandemia, pero la delincuencia continúa; los pasajeros que usan el sistema son asesinados, despojados de sus bienes o lesionados y a los que optan por la bicicleta, les ocurre lo mismo.
Estos hechos son ciertos y el secretario no puede salir a decir que todo es una cuestión de percepción, desinformación y mala comunicación por parte de los medios a los ciudadanos; ¿Percepción? ¿O es más bien incompetencia de la alcaldesa y su incompetente equipo en materia de seguridad?
Ya es tiempo de que Claudia deje de buscar culpables, que agache la cabeza, que trabaje con la institucionalidad en vez de atacarla y asuma su responsabilidad.
Claudia debe cambia al secretario de seguridad y nombrar uno que sí dicte políticas acertadas y efectivas que recuperen la tranquilidad de los bogotanos, que dialogue con la fuerza pública, que trabaje de la mano del gobierno nacional, que entienda que el enemigo es la delincuencia y no la institucionalidad. Claudia, la campaña ya acabó, hay que gobernar.
La frase de nuestro himno de Bogotá “desde entonces no hay miedo en tus lindes” no puede quedar solo en la letra del himno.
Evitemos a toda costa que Bogotá se siga convirtiendo en el Sinaloa colombiano.