Enrique Gómez Martínez Columna Semana

Opinión

Bonos basura enriqueciendo especuladores

Hoy, el 11 % de los ingresos del Estado provienen de la empresa que Petro desea destruir y sus secuaces quieren saquear.

Enrique Gómez
7 de octubre de 2024

Las ironías abundan en el mercado financiero internacional. Resulta y pasa que un gobierno que, intencionalmente, destruye sus principales fuentes de ingreso fiscal y afecta la capacidad de pago del país en el largo plazo, resulta ser el mejor amigo de los especuladores financieros.

La cosa funciona así: el derrumbe de Ecopetrol, que entregará a la nación 40 billones en 2024 (18 billones menos que en 2023, 31 % menos de un año a otro), con ingresos en caída libre con una reducción del 12.6 % en el primer semestre, con utilidades reducidas en un 15,6 %, padeciendo un aumento de costos fijos y variables de producción, y teniendo que pagar cada día que pasa su deuda más cara para fondear sus pagos a la nación, representa a su vez un indicador claro de inviabilidad fiscal del Estado.

Hoy, el 11 % de los ingresos de la Nación provienen de la empresa que Petro desea destruir y sus secuaces quieren saquear.

En medio de un contexto de precios del petróleo altamente volátiles y con las tasas de la Reserva Federal a la baja, el deterioro de nuestra principal fuente financiera encarece notoriamente el costo de nuestra deuda.

No solo contraer la deuda nos cuesta más, sino que cada vez estamos necesitando colocar más deuda pública. El gobierno agotó su programa de colocación previsto en el marco fiscal de mediano plazo en agosto de este año. Para seguir tapando el hueco causado por la caída de ingresos fiscales por cuenta de la recesión autoinducida con la reforma tributaria del sinvergüenza de Ocampo. El gobierno, como en 2023, se pasará por la faja la regla fiscal en 2024, propiciando con ello peores calificaciones de nuestra deuda, lo que aumentará el costo de la misma.

El efecto es que vamos camino a la deuda basura y estamos condenados a dedicar una porción del presupuesto cada vez mayor, a cubrir intereses y a recomprar deuda emitida en corto para echarla adelante en el clásico ejercicio de “patear el balón” hacia adelante en lugar de enfrentar el problema.

Y esto no es un delirio de un loquito opositor de esos que no “entiende” la “importancia” de hablar positivo sobre el país y que no aprecia la “importancia” de las promesas del ministro Cristo en el reciente kumbaya villaleivuno del establecimiento con el gobierno.

En sus “Determinantes de las Dinámicas de los Mercados de Capitales” del 30 de septiembre de 2024, el Banco de la República —circunspecto como siempre— reconoce las señales del deterioro fiscal y la importancia determinante del mismo en la formación del mercado de deuda pública colombiano. El deterioro del Índice de Percepción de Riesgo País y la caída en agosto de todos los indicadores internos de confianza diluyeron el efecto de la reducción —mayor de lo esperada— de la inflación en el mismo mes.

El banco demuestra el deterioro severo de la percepción de riesgo sobre nuestra deuda por parte del mercado mostrando el aumento de la cotización de los CDS (Credit Default Swap) o seguros para cubrir el no pago de nuestra deuda que es el más alto de Latinoamérica —exceptuando a Venezuela y Argentina— y que ha dejado atrás el promedio de mercados emergentes como se ve en la gráfica adjunta.

Bonos basura enriqueciendo especuladores
Credit Default Swap. | Foto: Enrique Gómez

Desde el inicio del Gobierno Petro, asegurar nuestra deuda se volvió bastante más caro que hacerlo con la de Brasil, por primera vez en nuestra historia. Hoy somos más caros de asegurar que el promedio mundial de emergentes y vamos a pasos acelerados a lograr las cotizaciones desastrosas o inexistentes de esos dos grandes “logros” del socialismo latinoamericano: Venezuela y Argentina.

Con la baja de tasas de interés de la FED, hay renovado interés de los extranjeros en comprar nuestra deuda de tasa fija en pesos, UVR y dólares por las altas tasas que debemos ofrecer. Cerca del 20 % de nuestra deuda sigue en control de extranjeros que buscan margen de manera sedienta y obsesiva. Muchos son especuladores con amplio espectro y vienen a ganarla suave con los altos márgenes de tasa y el refuerzo de la baja de la inflación.

El mercado sigue a la expectativa buscando dilucidar como resolverá el gobierno la financiación de su presupuesto 2025, seguro de obtener mejores tasas aún. Apuestan a que superaremos al estúpido y nos concentraremos, a partir de 2026, en reconstruir y pagar los platos rotos.

Parecemos basura, pero en el fondo aún no lo somos.

La verdad es que en el gobierno del cambio los únicos que viven sabroso son los banqueros y traders, que ordeñan a un gobierno que cada día se endeuda más y más caro. Aquellos que juiciosos esperan que ese mismo gobierno, que los enriquece, acabe pronto y que llegue otro que enderece a Ecopetrol y le devuelva a su rol de gran financiadora del Estado.

El problema está en que nunca se sabe a ciencia cierta cuando se cae la estantería y hay que recordar nuestra frase lapidaria de la cultura popular: “Las cosas solo pasan cuando suceden”.

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