OPINIÓN ON-LINE
Contra el Alzheimer
Colombia BIO arrancó el sábado en Mocoa, apenas un día antes del Día Internacional de la Biodiversidad.
Viviendo amontonados en las ciudades acabamos conectados virtualmente con la Tierra y volvemos a olvidarla. No es la primera vez que pasa, aunque pueda que sea la última, porque con la memoria destruida arriesgamos perder el mundo, y sin mundo, estamos perdidos. Al menos en Colombia, donde el conocimiento acerca de sus ecosistemas y su biodiversidad nunca ha sido mayormente privilegiado desde que el virus del Dorado nos infectó, haciéndonos olvidar cómo fue que llegamos como gente a este territorio, cómo vivimos hace más de 10.000 años en él. Algunos herederos lo recuerdan, misteriosamente: koguis, cofanes, emberas, sálivas, otros cien nombres. En nuestros colegios, los niños se crían con leones y elefantes, la fauna de Hollywood que con la complicidad de políticas de mala educación se hace imposible de extender a la danta y el jaguar.
Mutis fue el primer expedicionario, seguramente guiado por las mágicas descripciones de los cronistas, pero los diarios de la Expedición Botánica y sus láminas, sus colectas, reposan en Madrid. Las obras de su equipo, sin embargo, crearon por primera vez la idea de que el verdadero Dorado era Verde, aunque los nombres de quienes continuaron con la expedición por dos siglos apenas si son recordados. Zea, Triana, Hace unos días Gloria Galeano, una de las pocas personas que recorrió a pie todo el país investigando palmas, inició su camino al infinito. Ella, junto con Rodrigo Bernal, confirmó que Colombia posee 267 especies (ver Biodiversidad en Colombia, hoy), haciéndonos el 2do país más rico en ellas, tras de Malasia. Como con el resto de nuestra biodiversidad, 54.871 especies ¿quiénes podrían mencionar 10, algún dato de su historia natural, los paisajes donde ocurren?
Colombia BIO arrancó el sábado en Mocoa, apenas un día antes del Día Internacional de la Biodiversidad. Una nueva fase de la expedición botánica que el país requiere para alcanzar su verdadera independencia, como sabían Humboldt, Caldas, Lozano, tantos otros. Ambas tareas pendientes, ahora en manos de Colciencias y el espíritu de la reconciliación nacional, que permitirá, si acordamos silenciar los fusiles, recorrer de nuevo nuestro territorio, sacarlo un poco del olvido. Veinte iniciativas contra el Alzheimer, veinte caminos de regreso trazados desde los Cayos del Caribe hasta el sitio en donde subirá un equipo de expedicionarios en la faldas del Putumayo, por unos días, a un simbólico sitio conocido como “Altos del tigre”. Que es de los jaguares, claro… Desde las ciudades, ahora debemos volver a salir, ser todos expedicionarios para gozar el país de la megadiversidad.
Y luchar contra el Alzheimer también: creemos el Santuario Nacional de Flora de Palma de Cera del Quindío, nuestro árbol insignia. Y luego, visitémoslo. Hablemos de ello. Ufanémonos, porque deberá ser símbolo de una nueva fase de la historia colombiana. Y llamémoslo “Gloria Galeano”, por la memoria.
*Directora Instituto Humbolt