Opinión
Bukele, Noboa y Milei
El país (Colombia) elegirá a un presidente que conecte con la sociedad y, aunque no necesariamente sea un representante de la antipolítica, estoy seguro de que será un antipolítico tradicional.
La evolución de la democracia en nuestro continente ha experimentado un cambio radical con la llegada de nuevos líderes de las generaciones políticas actuales, quienes encabezan las presidencias de El Salvador, Ecuador y Argentina. A diferencia de los dirigentes a los que estábamos acostumbrados en nuestras democracias, estos líderes no siguen el principio de gobernar para quedar bien con todos los electores y aliados políticos, sino que han adoptado un enfoque diferente.
En contraste con las antiguas prácticas que llevaron al agotamiento y pérdida de credibilidad de la forma tradicional de gobernar, estos nuevos líderes han surgido como respuesta al malestar continuo y la necesidad de un cambio en el panorama político. Su objetivo es proporcionar soluciones efectivas, incluso si su forma de gobernar no es políticamente correcta según las normas establecidas.
El presidente Bukele, de El Salvador, fue el primero en dar un paso audaz al transformar por completo la convivencia en su país durante su primer mandato. Aplicó políticas de autoridad y cero tolerancia, rechazando la negociación con los delincuentes, especialmente con los miembros de las peligrosas maras, que ahora se encuentran totalmente derrotadas. Este enfoque sin concesiones fortaleció la autoridad y la democracia, sirviendo como ejemplo para otros gobiernos, incluido el nuestro, que contrasta significativamente con la República de El Salvador.
La implementación de esta política ha resultado en una notable recuperación y transformación económica, atrayendo considerables inversiones extranjeras gracias a la seguridad jurídica garantizada a los inversionistas. Estos logros le auguran al presidente Bukele una histórica reelección el 4 de febrero, respaldada por un apoyo abrumador de sus conciudadanos para un segundo periodo presidencial.
Lo más leído
En la República de Ecuador, tras una situación política complicada con la renuncia del presidente Lasso y el asesinato del candidato Villavicencio, se llevó a cabo la elección de Daniel Noboa, un joven líder que sorprendió a todos al ganar las elecciones contra una estructura correísta que buscaba retomar el poder tras la renuncia del presidente Lasso. A pesar de la brevedad esperada de su mandato exprés, el presidente Noboa tomó la decisión de abordar el principal problema que afectaba a los ecuatorianos: el control del país por parte de bandas de narcotraficantes.
Contrario a las expectativas, el presidente más joven en la historia de Ecuador comprendió que el cambio deseado por los ciudadanos comunes no provenía de las organizaciones políticas, sino de acciones concretas en un país marcado por el crimen y problemas económicos. Siguiendo el ejemplo del presidente Bukele, Noboa entendió la importancia de generar seguridad y convivencia en un país afectado por organizaciones criminales. En colaboración con las fuerzas militares, que anteriormente se vieron limitadas por gobiernos progresistas, implementó medidas utilizando tecnología y autoridad para combatir el crimen.
Decretó el estado de emergencia en toda la nación, colocando el liderazgo de las fuerzas militares e instituciones en todo el territorio, incluyendo las prisiones. Declaró que no negociaría con terroristas y que no descansaría hasta devolver la paz a todos los ecuatorianos. Los resultados de estas acciones ya son evidentes, generando confianza en sus conciudadanos y sentando las bases para la reconstrucción de una democracia que desafiará a los partidos políticos a replantear sus estrategias.
En cuanto a la elección más reciente en Argentina, el presidente Milei se destacó por comprender las necesidades del pueblo argentino. Reconoció la necesidad de cambiar el modelo estatista y corrupto que no condujo al crecimiento económico del país, sino al enriquecimiento de líderes corruptos. Desde el primer día de su gobierno, enfrentó un paro nacional y manifestaciones de la oposición con políticas de autoridad, similar a Bukele y Noboa.
En una semana, implementó medidas radicales para recuperar la economía y no permitió que las marchas cerraran vías en ciudades argentinas, convirtiendo las protestas en un fracaso para la oposición. En un mes, Milei transformó el manejo económico del país, destacándose en el Foro de Davos al criticar las políticas socialistas y progresistas que llevaron a Argentina de ser una de las tres principales economías del mundo a una de las menos viables en el continente.
Todas estas vivencias anticipan que, aunque aún falten un par de años para que comience la carrera presidencial en Colombia, el país podría enfrentar una situación similar a la que condujo a El Salvador, Ecuador y Argentina a elegir líderes fuera de la tradicional clase política. Esta clase, vinculada a los numerosos y desgastados partidos políticos, carece de credibilidad ante los ciudadanos. Además, se suma al desgaste que experimenta el gobierno actual encabezado por un presidente más enfocado en sus ambiciones personales para alcanzar reconocimiento internacional que en abordar los graves problemas nacionales.
Este escenario ha permitido que, respaldados en una aparente paz total, delincuentes estén socavando los pilares de la democracia, como la autoridad y la propiedad privada, entre otras complejas situaciones en nuestro país. Con seguridad, estas circunstancias podrían llevar a que, en las próximas elecciones presidenciales, Colombia experimente un fenómeno similar al que hoy viven El Salvador con Bukele, Ecuador con Noboa y Argentina con Milei.
Estoy convencido de que Colombia elegirá a un presidente que encarne esta nueva ola de renovación en nuestro continente. Lo que sí es seguro es que optaremos por un candidato que represente todo lo contrario a los líderes de los desgastados partidos políticos, ya sean de izquierda, centro o derecha.
El país elegirá a un presidente que conecte con la sociedad y, aunque no necesariamente sea un representante de la antipolítica, estoy seguro de que será un antipolítico tradicional.