OPINIÓN

Calicles o la incapacidad de convencer

¿Por qué recrear este personaje de la filosofía griega? Porque hoy escasean los argumentos, se dispara el odio, se secuestra o se elimina al contendiente en vez de convencerlo con la fuerza de la palabra.

Semana
18 de octubre de 2011

¿Por qué recrear este personaje de la filosofía griega? Porque hoy escasean los argumentos, se dispara el odio, se secuestra o se elimina al contendiente en vez de convencerlo con la fuerza de la palabra. ¿Quién es Calicles? Es uno de los contertulios del Gorgias de Platón. Es en el único diálogo donde lo menciona el filósofo ateniense, por lo que podría pensarse que se trata de un personaje ficticio. Sin embargo, se halla tan bien descrita su personalidad, tan bien caracterizado su tipo humano, y, son tan radicales sus posiciones políticas, que es imposible descartar su existencia en la vida real. Calicles, es precisamente quien comienza la tertulia, lanzándole una pulla a Sócrates, por haber llegado tarde a la conversación. Pero no es una simple chacota, sino que le endilga a Sócrates la táctica de llegar tarde a la guerra y al combate, porque es lo que más conviene para impacientar y desgastar al enemigo.

En el Gorgias, como en toda la obra política de Platón, están presentes muchos temas, que el pedagogo griego enseña con figuras y parábolas, muy propias de su magisterio. Sin embargo, este diálogo versa sobre dos asuntos centrales: por una parte, explica los principios y las metodologías de la retórica, y por la otra, constituye un diagnóstico de la sociedad de su tiempo. ¡Quién lo creyera! Los tres males –y esas son las palabras que utiliza Platón– que aquejaban al hombre y a la sociedad de entonces, eran: la pobreza, la enfermedad y la injusticia. Y, quienes intervienen en la conversación son Gorgias, Sócrates, Calicles, Querfonte y Polo –no el brazo desarmado de las Farc, sino un discípulo de Gorgias, natural de Acragante–.

El diálogo tiene al principio cinco voces, igual al número de los contertulios, pero avanzada la conversación el debate se libra solamente entre Sócrates y Calicles. El momento crítico para el diálogo, que lo es también para la filosofía y para la sociedad misma, como lo es hoy, se presenta cuando Calicles desenfunda su espada y se niega a continuar la discusión. De manera muy determinante y radical le manifiesta a Sócrates que no le interesa absolutamente nada de lo que éste dice. Sócrates le pregunta a su contumaz interlocutor cuál será el rumbo de la conversación y Calicles, poseído de soberbia, le deja tres opciones: terminar la conversación ahí, continuarla con otro o seguir hablando solo: pregúntate y respóndete tú mismo, le dice.

¿Qué sucede hoy en Colombia? Sin entrar en honduras, simplemente mirando las cifras, como lo dicen las estadísticas oficiales y los estudios nacionales e internacionales, nuestro país es uno de los más desequilibrados del mundo, en la redistribución de sus ingresos. A ese poderoso mal, que ya es demasiado acuciante, hay que agregarle otro, no menos desestabilizador: durante los últimos treinta años una coalición de políticos y mafias narco paramilitares, de manera cada vez más acentuada, infiltró todos las instituciones, hasta el punto de sustituir el Estado. Como una bocanada de aire fresco, la rama judicial, en cabeza de las Cortes –Suprema y Constitucional– y la Fiscalía comenzó a ver el norte. Por una parte, no se avala la segunda reelección presidencial inmediata, y por la otra, se investigan, se procesan y se condenan a algunas cabezas de esa coalición político-mafiosa. Ante este discurrir, propio de una sociedad civilizada, salta el Calicles de hoy –bajo distintos nombres– a los medios y a las redes sociales, a desconocer las decisiones judiciales y a descalificar y desconceptuar, a todo aquel que apoye ese proceso, o lo analice de manera objetiva.

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