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Carlos Castaño mató a Álvaro Gómez, no las Farc

“Así que creo firmemente que Álvaro Gómez fue asesinado por orden de Carlos Castaño como un favor especial para Horacio Serpa”: Sor Teresa Gómez Álvarez.

Salud Hernández-Mora
25 de febrero de 2023

Siempre clamó que a su padre no lo asesinaron las Farc, que fue un crimen de Estado orquestado por el expresidente Ernesto Samper. Para infortunio de Mauricio Gómez, no le alcanzó la vida para conocer el testimonio de Sor Teresa Gómez Álvarez ante la JEP.

Declaró el 16 de diciembre del año pasado ante el magistrado Pedro Elías Díaz Romero, pero solo ahora he tenido acceso al documento. En la página 22, quien fuera cuñada de Carlos Castaño y ficha clave en el engranaje empresarial del sanguinario clan familiar, a quien se atribuye la fundación de las AUC, la reclusa de la cárcel El Pedregal, de Medellín, vino a dar la razón al fallecido periodista y pintor.

“El día que mataron a Álvaro Gómez, llegué a la ‘28’, donde Carlos me había mandado llamar. Esta casa estaba ubicada por El Tomate (…). Encontré a Carlos viendo por televisión la muerte del señor Álvaro Gómez. Yo me impresioné mucho con la noticia, le dije a Carlos que cómo mataban a personajes como él, un tipo presidencial, que era de las personas más preparadas del país”, rememoró la viuda de Ramiro Castaño, que paga largas penas carcelarias por desplazamiento y lavado de activos, entre otros delitos.  

“–Y él me dijo: qué verraquera, negra, yo no sabía que ese tipo era tan importante. No, qué vaina–”.

“En vista de los comentarios de él, le pregunté: ¿Usted tuvo que ver con esa muerte? Y él me dijo que lo había hecho. Y le dije si mataba por matar y él me dijo que era un favor especial que le había pedido un amigo. Le pregunté que quién. Y me dijo que bozo de brocha (Horacio Serpa)”. Cabe anotar que el paréntesis no es de mi cosecha, aparece en el documento de la JEP.

Sor Teresa Gómez Álvarez agrega que escuchó por televisión la versión de los excomandantes de las Farc ante la JEP atribuyéndose el magnicidio, extremo que la “desconcierta”, anota, “porque no entiendo por qué Carlos dijo que había sido él. Pero conociendo a Carlos como lo conocía, yo sabía que él no mentiría con un tema tan delicado como ese”, puntualiza la mujer. “Así que creo firmemente que Álvaro Gómez fue asesinado por orden de Carlos Castaño como un favor especial para Horacio Serpa”, sentencia.

La confesión corrobora lo dicho ante la Justicia, en 2008, por el exparamilitar Hebert Mendoza, alias HH. También, la confesión de alias Rasguño en 2010, y la de otro capo narcotraficante, Eugenio Montoya, en 2011. Señalan al expresidente liberal como cerebro y a Carlos Castaño como brazo ejecutor.

Si los reclusos que comparecen ante la JEP lo hacen de manera voluntaria, con la esperanza de obtener la libertad y una benigna condena alternativa a cambio de verdades sin mácula de duda, ¿qué necesidad tendría esa señora, que se arriesga a que le nieguen los ansiados privilegios, en contar algo que pudo callar si fuese mentira? Debía ser plenamente consciente del perjuicio que ella misma se causaría si la JEP la considera una embustera.

En todo caso, sigue siendo una incógnita saber por qué nunca ha existido una voluntad real de desvelar la verdad sobre el crimen de Álvaro Gómez. Y ahora, a estas alturas del paseo, aún hay menos interés por conocer lo que en realidad sucedió. Serpa ya murió; Samper carece de prestigio, aunque mantiene cierto poder; y el senador Julián Gallo, alias Carlos Antonio Lozada en las Farc, repitió curul a pesar de alegar, con escasa credibilidad y un cinismo insultante, que fue el cerebro del asesinato del líder conservador.

¿Por qué la JEP avala una versión y desecha otra sin más? ¿Será que no quiere expulsar al excomandante guerrillero por inventar? ¿Qué hay detrás de ambas declaraciones? ¿A quién le hacen el juego? ¿No convendría indagar más? ¿Cuál de los dos miente?

Por desgracia, dudo que un tribunal, cuyo objetivo principal no siempre consiste en hacer justicia, sino en tapar determinados hechos, tenga en cuenta lo afirmado por esa señora. ¿Entrará el asesinato de Álvaro Gómez en la categoría del tapen-tapen o, sencillamente, la sociedad pasó página y prefiere dejar las cosas como están?

NOTA: Que Petro y su comisionado para la paz soliciten la libertad de alias John Mechas no tiene otra explicación que asestar una sonora bofetada a Iván Duque. Algo así como decirle: nos vale cinco su atentado. Si hubiese estallado el helicóptero en pleno vuelo, de malas. La guerrilla tendría sus razones. Si fallaron, suerte tuvo el oligarca. Pero no fue nada grave.

No es la primera vez que el presidente refleja un odio visceral hacia los que matricula de enemigos irreconciliables. Ha tildado a Duque de criminal y, a coro con su combo tuitero, lo acusa de todos los males posibles, falsos o verdaderos.

Pedir excarcelar preciso a ese criminal es otro gesto que denota el profundo desprecio que siente hacia un expresidente que, a diferencia suya, intentó unir a todos los colombianos, fue tolerante y abierto, y no actuó llevado del odio y el resentimiento.

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