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Opinión

Carta a los empresarios

Ustedes, señores empresarios, son objetivo militar y político de primer rango. Ustedes son los “oligarcas” que él menciona en sus discursos y en sus redes sociales, y contra ustedes y sus negocios es que viene la gran ofensiva política y económica que va a empezar.

Francisco Santos
22 de marzo de 2025

Señor empresario de Colombia:

Usted ha construido el país. Usted da empleo, paga impuestos y crea riqueza. Su esfuerzo es la base fundamental de la Colombia de hoy. Quizás su bisabuelo o abuelo llegó con una mano adelante y otra atrás, como la mayoría de judíos o de los turcos, así les decían a los palestinos, libaneses y sirios, pues formaban parte del imperio otomano, que aterrizaron en Colombia a principios y mediados del siglo pasado.

El esfuerzo de ellos y hoy suyo crearon grandes empresas como Sanford, Rimax, Yuppi, Fedco, el Ley, Lafrancol, Fedco o La 14. Ni hablar de Olímpica, Corbeta, Alkosto y Supertex, para solo mencionar a algunas de esas empresas que nacieron de la poca migración que tuvo Colombia en contraste con otros países de la región.

Quizás usted fue hijo de la educación pública o de pronto se le ocurrió crear una empresa de seguros en 1940. Hay infinidad de historias como estas que dejaron nombres como Davivienda, Colpatria, Banco de Bogotá, Éxito, Sura y tantas otras empresas que son un orgullo para sus fundadores, para sus familias, para sus accionistas y para Colombia.

Usted, señor empresario, aguantó la violencia liberal-conservadora e hizo un paro general para sacar del poder al dictador Gustavo Rojas Pinilla. Los embates del narcotráfico y de la guerrilla con hijos, padres y hermanos secuestrados y asesinados también lo resistió y lo hizo resiliente, pues, en esa crisis de inseguridad que el país vivió, aprendió a navegar las aguas tormentosas que otros habrían abandonado.

Sin embargo, lamento decirle, señor empresario, nada lo había preparado para lo que viene, para lo que va a vivir Colombia y para el inmenso riesgo en el que está lo que construyó durante décadas de trabajo. Sé que hablarle de Venezuela y cómo en pocos años se destruyó todo el sector privado y la riqueza del país más rico del continente le suena repetitivo. “Otra vez no me venga con ese cuento”, es lo que piensa, pero la verdad es que ahora sí comenzó la lucha por la democracia en este país. Y usted, señor empresario, debe jugar un papel fundamental.

Lo primero, es que no piense que 2026 va a ser un año normal con elecciones normales. Ojalá lleguemos a 2026, porque Petro arrancó ya una campaña y unas acciones que van a deteriorar el país de una manera quizás irreversible si no hacemos algo. La salida del ministro de Hacienda, que no era un ministro ortodoxo en la materia, pero sí era un hombre preparado, tiene una razón: vamos a gastar, gastar y gastar para lograr el objetivo, quedarse en el poder personalmente o por interpuesta persona.

Ustedes, señores empresarios, son objetivo militar y político de primer rango. Ustedes son los “oligarcas” que él menciona en sus discursos y en sus redes sociales, y contra ustedes y sus negocios es que viene la gran ofensiva política y económica que va a empezar.

Ya Petro anunció que con decretos va a hacer la reforma laboral, al igual que la reforma a la salud. El nombramiento de la señora en la Anla, ni vale la pena mencionar su nombre, tiene otro objetivo: chantajearlos con temas ambientales para poder doblegarlos. Desde su discurso loco en la plaza de Bolívar, anunció –cuando se lee entre líneas– lo que viene: una guerra sin cuartel contra la democracia, contra las instituciones, contra la libertad de prensa y contra el sector privado.

¿Qué hacer? Lo primero es dejar la timidez para contrarrestar y atacar al enemigo. Petro los ataca, pues hay que defenderse. Creer que el chaparrón pasa es jugar a lo mismo que hicieron los empresarios en Venezuela y miren cómo acabaron. Hay que diseñar ya acciones para neutralizar todo lo que Petro y sus aliados, que son una minoría en el país, quieren hacer.

Hay que generar conciencia en cada uno de sus trabajadores, sus proveedores y hasta sus consumidores. De manera fácil, pero detallada, hay que dejarles bien clarito lo que van a perder: su empleo, su casa, su negocio y su futuro si nos quedamos quietos. Cada uno de ellos debe ser un activista en la defensa de la democracia y de las instituciones.

También hay que armar ya toda una estrategia masiva de comunicaciones, incluso en televisión, para neutralizar las mentiras de Petro y destruir las narrativas que quiere crear. Él tiene sus bodegas pagadas con la plata de los contribuyentes y tenemos que hacer lo mismo. Un ejemplo, cómo es posible que la gente comience a creer que lo de los medicamentos es por las EPS y no por la destrucción del sistema en el que están empeñados Petro y su ministro. Hay que darles la vuelta a ese y otros temas con mucha inversión en comunicación estratégica, desde pauta hasta redes sociales, orientada al objetivo concreto. Recuerden, hay que dejar la timidez.

Hay que prepararse para un paro como el del 57, que sacó a Rojas. Petro no va a parar hasta que destruya al país y quede como la víctima. Esto debe ser una opción cuando todo esté en juego. Eso va a ser pronto.

También hay que financiar, apoyar e integrarse a una gran movilización nacional que debe enfrentar la calle de Petro. Pronto sabremos cuándo se debe dar y cómo debe ser, pero la calle hay que tomársela para no darles ese espacio a Petro y sus aliados, todos pagos. Recuerde, no más timidez.

Hay muchas otras cosas que hacer. Pero esto es lo primero. Petro ya arrancó. ¿Nosotros cuándo? No hay tiempo que perder.

Sinceramente y con gran dolor.

Francisco Santos

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