OPINIÓN
Venezuela, un polvorín
Diplomacia tiene curioso lenguaje. Venezuela verdadero polvorín. Las grandes potencias se muestran los dientes. Doctrina Monroe y proyección del islam. Colombia líder regional y aliado de Estado Unidos. Tránsito de tropas y declaratoria de guerra exterior. Simpatizantes del chavismo serían oposición. Duro cambio para la industria y el empleo. Tensiones geopolíticas globales no se deben traducir en Venezuela.
La diplomacia tiene a veces un curioso lenguaje, el consejero de seguridad de Estados Unidos, John Bolton, en rueda de prensa, de manera sutil dejó al descubierto sus anotaciones en las cuales se podía leer: “5.000 soldados en Colombia”. En diciembre pasado, una escuadrilla de bombarderos llegó a Caracas, para participar en vuelos operativos combinados Rusia-Venezuela.
Según el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, hay más de 22.000 cubanos en Venezuela, que de una u otra forma controlan ese país. Hay milicias bolivarianas que hacen contrapeso a los militares. Las relaciones con Irán se han fortalecido. Guerrilleros del Eln y disidentes de las Farc se refugian en Venezuela y a veces operan como paramilitares en la explotación de minas de oro y coltán. También Hezbollah tiene presencia activa y apoya abiertamente a Maduro, además, de grupos de narcotraficantes de distintos países. Un verdadero polvorín.
Lo cierto es que mientras distintos gobiernos reconocen a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela, se hacen exigencias políticas para convocar a elecciones libres y se estrecha el cerco económico para ahogar financieramente el régimen, las grandes potencias se muestran los dientes y amenazan con convertir el territorio vecino en campo de batalla para medir la fuerza de la doctrina Monroe y de la proyección del islam en el continente.
Entre tanto, Colombia juega el papel de líder regional y reclamante de la democracia, los derechos y de la condena al terrorismo. También juega como uno de los principales aliados de los Estados Unidos en Sur América, por lo cual probablemente tendría que autorizar el tránsito de tropas extranjeras y brindar apoyo a operaciones militares. ¿Estaríamos preparados para ese escenario?
Desde el punto de vista constitucional, el Senado puede permitir el tránsito de tropas extranjeras, en caso de receso, lo puede hacer el presidente previo concepto del Consejo de Estado. Si la situación fuera más difícil, el presidente con la firma de todos los ministros podría declarar el Estado de Guerra Exterior, previa autorización del Senado, salvo que fuere necesario repeler la agresión.
Desde el punto de vista político, es probable que simpatizantes del régimen chavista como Gustavo Petro y el nuevo partido de la Farc se constituyan en oposición. Además, hay más de un millón de venezolanos en nuestro país, donde cabría esperar que una parte de ellos se opusieran e incluso ejecutaran acciones perturbadoras.
Desde el punto de vista económico, si bien el gobierno podría modificar el presupuesto e imponer contribuciones fiscales y parafiscales, constituiría un duro cambio de circunstancias para la industria y el empleo.
Por el momento, todos los esfuerzos se deben concentrar en encontrar una transición pacífica hacia la democracia en Venezuela. Se debe evitar que las tensiones geopolíticas globales traduzcan sus intereses en la crisis de vecino país. Sin embargo, no se deben desconocer los múltiples interés en juego y las posibilidades de que la crisis escale a magnitudes superiores.