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Miguel Jaramillo Ángel

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Colombia merece la Copa América

Esta es mi historia, pero puede ser la suya, ampliada, mejorada... o tal vez mucho más de lo que otros están leyendo y no han vivido.

Miguel Jaramillo
13 de julio de 2024

Soy un enamorado del fútbol, sin lugar a dudas una de mis grandes pasiones.

Mi primer recuerdo futbolístico, a los cinco años de edad, es llenando el álbum Panini de Italia 90, con René Higuita en la portada. No los que me ha contado mi papá ni lo que he aprendido leyendo libros o buscando en internet. El año en que nació mi padre (1958), Pelé, con tan solo 18 años, se coronó campeón con Brasil en Suecia, anotando dos goles en la final para que los brasileños, creadores del jogo bonito, celebraran su primera Copa Mundial de Fútbol, tras vencer al local por 5-2. Hoy tienen cinco y siguen reinando: 1958, 1962, 1970, 1994 y 2002.

En ese torneo, el joven Edson Arantes do Nascimento, más conocido como Pelé, marcó seis goles, y 66 años después continúa siendo el único en conseguirlo a tan corta edad. Ese año nació la gesta histórica de O rey, la de mi papá y, posteriormente, en 1985, la de quien les cuenta esta historia.

En 1962 Brasil conseguiría su segundo trofeo en el Mundial disputado en Chile y en 1966 los ingleses deliraban al alzar su primera copa realizada en su territorio. La historia cuenta que Colombia padecía el inicio de un conflicto armado que aún no termina y que ha cobrado, según el Centro de Memoria Histórica, más de nueve millones de víctimas, mucho más del doble de la población de Uruguay en 2024 (3,5 millones, aproximadamente), que ha sabido celebrar dos Copas del Mundo (1930 y 1950, ante Argentina y Brasil, en ese orden).

Y hablando de números, siete mundiales y un año es la diferencia cronológica entre mi progenitor y yo (1958-1985).

1986: el Mundial al que Colombia dijo no

“El Mundial de Fútbol de 1986 no se hará en Colombia”. Esta frase del presidente Belisario Betancur (1923-2018) sepultó la que fue la única posibilidad de que el país realizara en solitario, en esta tierra hermosa y convulsionada, una Copa Mundial de Fútbol.

La determinación se tomó por incumplimientos ante la Fifa, organismo creado en 1904, y por la peor tragedia natural de Colombia, ocurrida en Armero, Tolima, el 13 de noviembre de 1985, en la que la erupción de gases, ceniza y aire caliente desprendió parte del casco de nieve del volcán Nevado del Ruiz, generando una avalancha en la que murieron más de 24 mil personas.

Esto sumado a la crisis de orden público del país, la toma del Palacio de Justicia y una nación que se desangraba por la guerra de los carteles de las drogas.

En 1986, Argentina, dirigida por Carlos Salvador Bilardo, y con Diego Armando Maradona como gran figura, alcanzó la segunda Copa del Mundo al vencer en la final a Alemania Federal por 3-2.

Los argentinos son una nación que transpira fútbol y que sabe muy bien lo que es la tragedia de una dictadura, de llorar y extrañar a los muertos y desaparecidos. En eso y en la pasión por el fútbol nos parecemos.

Italia 90

Llegó el grito gol de Freddy Rincón ante Alemania en Italia 90 para un 1-1 histórico. La eliminación ante Camerún en octavos. El éxtasis del 5-0 ante Argentina en la eliminatoria a USA 94, el dolor por el asesinato de Andrés Escobar y la penosa eliminación de esa Copa del Mundo. Páginas negras de nuestro fútbol y sociedad.

Francia 98, sin pena ni gloria. La generación del Pibe Valderrama se fue en blanco. Adiós, mundiales.

Y sí, acá las fechas y la historia se vuelven a cruzar. Hace 22 años que Brasil, la selección más importante del mundo, no alza una Copa orbital. En 2002 venció a Alemania 2-0 en el Mundial de Japón y Corea, con goles del fenómeno Ronaldo Nazário de Lima, quien con 15 goles es el segundo máximo anotador en mundiales, solo detrás del alemán Miroslav Klose (16).

La Selección Colombia, en este 2024, cumple 23 años de su único título en una Copa América, el torneo más antiguo de selecciones (se juega desde 1916).

La historia del fútbol colombiano no es nada al lado de la del brasileño, pero los dos saben de sequías, eso sí, ni siquiera comparables.

Fue ante México, con uno de los goles más gritados, tras centro de Iván López y cabezazo de uno de los mejores defensas centrales que ha tenido Colombia, Iván Ramiro Córdoba. Desde La Guajira hasta el Amazonas, la ‘fiebre amarilla’ puso a delirar a un país que ha vivido los estragos de un conflicto armado interno por más de 60 años.

Hace unos días, los uruguayos, 15 veces campeones de la Copa América, al igual que Argentina, rival de Colombia en la final de este domingo 14 de julio en Miami (EE. UU.), quedaron eliminados por la Tricolor con gol de cabeza de Jefferson Lerma. Fue un triunfo a la uruguaya, que puso a Colombia, 23 años después, en la final del torneo suramericano.

Hoy el corazón de los colombianos palpita más rápido, soñando con levantar la segunda Copa América de su historia, para recoger los frutos de un proceso de más de 10 años, que inició con el argentino José Néstor Pékerman, quien llevó a Colombia al Mundial de Brasil 2014, ocupando el quinto lugar, con un James Rodríguez y una generación talentosa, tras 16 años de ausencia de las Copas del Mundo (desde USA 94).

En Rusia 2018 Colombia asistió nuevamente y nuestro himno retumbó. Hoy, el asistente y pupilo de Pékerman en esas eliminatorias y mundiales, Néstor Lorenzo, tiene a Colombia a 90 minutos de igualar la gesta de Francisco ‘Pacho’ Maturana y los guerreros que alzaron el trofeo en Bogotá, en el estadio Nemesio Camacho El Campín, el 29 de julio de 2001, cuando derrotó a México 1-0.

Lorenzo, además, es líder del récord histórico de la Selección Colombia de Fútbol, que completó 28 fechas sin perder, tras enfrentar a rivales como Alemania, España y Brasil.

Y sí, la final de mañana es una revancha que nos da el fútbol. Justo ante la actual campeona del mundo y de la más reciente Copa América, disputada en Brasil en 2021.

Es esa, la Selección Argentina, la de la tierra de Pékerman, Lorenzo, Maradona y Messi, la que también se negó a venir a esa Copa América que organizamos y ganamos en 2001, y que nos unió en medio de una guerra que aún no termina.

Más allá de todo eso, Colombia ha demostrado, con fútbol, talento, berraquera y resiliencia, que merecemos el grito de desahogo de campeones.

Gracias por todo, guerreros. Con la fe intacta. Unidos por un país. El ritmo que nos une y nos tiene soñando.

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