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Colombia no es un país de asesinos

Esta declaración exige una disculpa pública a todos los colombianos

David René Moreno Moreno
28 de agosto de 2024

Quien se considera ‘café de leche’ está totalmente equivocado al afirmar que los que gritan a todo pulmón y públicamente ‘fuera Petro’ son unos asesinos. Como siempre, usted miente sin sonrojarse, pues los que gritan son los colombianos que están cansados de sus autoritarismos ideológicos que llevan al país al borde del despeñadero. Usted está empleando una estrategia comunista de guerra mediática muy trillada frente a sus lacayos para alebrestarlos y generar un ambiente enrarecido, pues parece que quiere esconder los escándalos que revolotean a su alrededor.

Asesinos son los que cometen crímenes alevosos, crímenes de lesa humanidad, como los que cometieron organizaciones terroristas como el M-19, o como los que cometen bandas de criminales organizadas a las cuales usted les está entregando el país, y los favorece por intermedio de sus fieles acólitos que les otorguan impunidad ante sus fechorías, haciéndole el quite olímpico a la justicia. Colombia no es un país de asesinos y esta aberrante declaración exige que usted ofrezca una disculpa pública a todos los colombianos.

No es posible que quien ejerce la Presidencia desconozca la Constitución, pues el artículo 20 establece la ‘libertad de expresión’, pero interpretando sus palabras parece que se opone a ella, así como el 188 ordena que quien desempeñe el cargo ‘simboliza la unidad nacional’, lo cual es totalmente opuesto a lo que se observa, pues con su discurso lleno de odio busca impulsar la lucha de clases, generar una guerra civil, polarizar al país con sucios argumentos como el color de piel, el origen de las personas, las diferencias de capacidad económica y con la permanente victimización personal; pésima estrategia que afortunadamente le ha hecho perder adeptos.

Es inconcebible que dentro de la burocracia que ha impulsado este gobierno para recompensar a sus áulicos seguidores haya creado un Ministerio de la Igualdad, cuando lo que se le escucha a diario es tratar de generar desigualdad y resentimientos; un ministerio que está encabezado por el arquetipo del escozor social que esgrime permanentemente el color de la piel para que se le genere un sentimiento de solidaridad. En Colombia todos somos colombianos, todos somos iguales, aquí no debe haber diferencias por su origen, credo, condición social y mucho menos por su raza, así como tampoco se deben manipular estas características para recibir beneficios y ordeñar al Estado.

La democracia no es perfecta, pero esta conlleva derechos, garantías y libertades, siendo el Estado el garante para que con sus autoridades se proteja a las personas en su vida, honra, bienes y creencias, así como para exigir que todos cumplan con sus deberes, ocupando el primer lugar la cabeza del poder Ejecutivo, que debería ser el ejemplo. La fuerza pública tiene muy clara su función constitucional y no se puede aceptar que se estén conformando colectivos y milicias ilegales, buscando tal vez estructurar ‘el ejército bolchevique’ al que en reciente entrevista hace referencia Ángela Benedetti, para apoyar las decisiones del jefe de Gobierno; esto conducirá a la anarquía y posiblemente a un estallido social real.

Se han mencionado las intenciones de los zurdos de mantener el poder por largo tiempo y especialmente hacen énfasis en la continuidad del actual gobierno, o en la figura del ‘cuerpo ajeno’, como mencionan algunos analistas; para ello se han agrupado varias tendencias de la izquierda para presentar un solo candidato y hasta el presidente, que está abiertamente en campaña para el 2026, continúa machacando públicamente el tema de la reelección. Ojalá no suceda nuevamente lo que hemos vivido en los últimos tiempos, cuando el ego y las ambiciones personales de muchos políticos ansiosos de poder debilitan las posibilidades del centro y la derecha; esto reducirá la oportunidad de lograr el cambio de rumbo que requiere el país.

Colombia tiene que volver a brillar en el escenario internacional, no por el nefasto tráfico de drogas, tampoco por la complacencia del gobierno con el delito, ni por el apoyo absurdo a los golpes de Estado contra la democracia del vecino, o por las decisiones de romper relaciones con un Estado apoyando los crímenes de una organización terrorista, sino más bien, por ser un país de grandes hombres y mujeres que han luchado y seguirán luchando por las libertades y la democracia, por emprendedores industriales, ganaderos, agricultores, comerciantes, amas de casa y miembros de la fuerza pública que han construido este país a pesar de las luchas intestinas generadas por intereses políticos propios e ideologías extranjeras.

La lucha pacífica para lograr la unidad nacional permitirá que se derrote al autoritarismo que nos agobia; vencer la indiferencia y la indolencia de los inconscientes debe ser la meta de quienes defienden la democracia y las libertades. El tiempo pasa muy rápido y no podemos dejar para mañana lo que podemos hacer hoy.

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