OPINIÓN
¿Cómo aprendemos a vivir en tiempos tan vertiginosos?
Voy a hacerte dos reflexiones espirituales, piensa por un momento en ¿qué ESTA pasando a nivel local y global en tu entorno?
Hoy, todos los seres humanos, médicos, enfermeras, psicólogos, coaches, maestros, padres de familia, jóvenes, niños, trabajadores sociales, directores de instituciones, empleadores y empleados; se encuentran viviendo en estado de alarma, en estado de alerta y en modo de supervivencia.
Como coach de vida dedicada a acompañar y contener a las personas que atraviesan por momentos de prueba y tribulación, soy testigo en mi practica cotidiana, de cómo inclusive quienes nos dedicamos a los temas de salud mental y bien estar emocional, estamos experimentando en nuestra propia piel el exceso de vulnerabilidad y estrés en nuestro sistema nervioso.
¿Esta nuestro organismo preparado para resistir tantas vivencias de desamparo, estrés y desprotección; las cuales nos desbordan emocionalmente?
Nuestro organismo se prepara para el riesgo y luego se relaja, de tal modo que pueda recuperarse para un próximo episodio de ataque o peligro; sin embargo, cuando se vive en estado permanente de riesgo o tensión, nuestro organismo produce una hormona llamada cortisol la cual, al alcanzar niveles muy altos, provoca irritabilidad, cansancio crónico, ansiedad y hasta aislamiento entre otras sensaciones.
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Cuando vivimos en estado de alerta, de angustia, o tenemos un evento traumático como un accidente, una emergencia o una tensión permanente, se produce una especie de intoxicación de cortisol, lo cual va a producir en nosotros reacciones agresivas, beligerantes, irascibles, pues en nuestro subconsciente experimentamos una sensación de amenaza, que nos hace sentir en peligro y nos hace interpretar que necesitamos huir o pelear. Esta situacion en ocasiones llega a desbordarse en nuestro interior de tal modo que se consumen nuestra defensas físicas y emocionales.
¿Como podremos entonces desarrollar hábitos y recursos para vivir serenos en un mundo amenazante?
Siéntate un instante y haz un escáner de tu alma, enumera los cambios vertiginosos que has tenido en los últimos dos años:
Empecemos:
Llega la pandemia y te trae innumerables sensaciones de riesgo y peligro para ti y tus seres queridos, ¿tuviste alguna perdida? ¿Tu trabajo, algún ser querido, una relación amorosa, tu estabilidad financiera, que perdiste?
Empiezas a tener sentimientos de desamparo y desprotección, tu producción de cortisol y adrenalina empieza a aumentar, de la mano de tu estrés, con un agravante, no tuviste la oportunidad de relajar tu organismo para que se recuperara y se preparara para la próxima batalla biológica, emocional y espiritual, te mantuviste en estado de tensión por mas de un año prolongando así el deterioro de tu sistema nervioso e inmunológico.
“Stress” significa: síndrome general de adaptación, es decir que tu ser integral debe esforzarse temporalmente para adaptarse a una nueva situacion de dificultad, pero ¿qué sucede entonces cuando ese stress es crónico y prolongado? ¿Cuándo vives en un estado permanente de riesgo tensión?
Voy a hacerte dos reflexiones espirituales, piensa por un momento en ¿qué ESTA pasando a nivel local y global en tu entorno?
¿qué TE está pasando?
Son dos reflexiones poderosas, las cuales te conducirán a una respuesta contundente, “lo que pasa afuera, es diferente a lo que me pasa, en mi vivencia interna…
¿Qué sucede entonces cuando estas dos realidades se estrellan y me conducen a una especie de neurosis personal, ¿que se funde en una neurosis colectiva?
¡Aquí encontramos la respuesta al caos que muchos enfrentan a nivel personal, conyugal, familiar, laboral, social y mundial!
En ocasiones somos todos psicólogos, médicos, coaches y camilleros de almas, estamos llamados a acompañar y a sanar a quienes acompañamos en nuestra vida a nuestros seres queridos…
Para que haya paz en el mundo debe haber paz en nuestros corazones, que utópica tarea esta de irradiar paz cuando no la logramos encontrar ni en nuestro interior.
Hoy te invito a que pares el tranvía de tu vida, hoy te pregunto si en medio de tus labores cotidianas no sientes a veces que te está persiguiendo un tranvía, como si te fuera a atropellar…
Hoy podrías preguntarles a tus afectos mas cercanos si te aman o te soportan…
Yo personalmente sentí que mi alma no era infalible, que mi alma era de piel y que también se rasgaba y sangraba cuando no podía más, que no podía seguir intentando ser una mujer de hierro para enfrentarme a tanta vulnerabilidad, recordé como lo digo siempre en mis escritos, que a veces somos de hierro y a veces de cristal, me di cuenta de que, si no paraba y me bajaba del mundo, la vida me pararía de un solo golpe.
En un instante mi propia vida y la de mis hijas voló en mil pedazos en un casi fatídico accidente que nos pretendía arrebatar la vida y nuestras ilusiones, fue ya encerradas en una ambulancia cuando se nos presentó la película de toda nuestra historia en un segundo, de repente escuche la voz de Dios que me susurraba al oído la siguiente pregunta que hoy te hago. ¿si hoy te hubiera pedido la vida, que te hubieras llevado contigo? ¿Qué hubieras elevado hasta mi presencia para presentarme como tu legado existencial?
Dios nos dio una segunda oportunidad, hoy aquí y ahora tu estas viviendo tu segunda oportunidad, entonces mi propuesta es:
que el eje de tu pensamiento no sea tus problemas ni tus preocupaciones, intenta cada mañana buscar nuevas posibilidades para encontrar nuevas maneras de vivir y no abandonar tu propia vida, aun si te sientes encarcelado e intimidado por un mundo violento e inseguro, aun si en el mundo el protagonista es el ego, el odio y la codicia, tú tienes la opción y la libertad de elegir la actitud con la que enfrentas la adversidad, yo estoy dando esa batalla cada día aun sintiéndome presa de mis miedos y mis inseguridades, unamos a todas las almas que buscamos intensamente un sentido de trascendencia y aun quebrantadas y rotas pensemos que podemos seguir iluminando el mundo que habita en la tinieblas…
Mi píldora para el alma:
Una vela como tu vida, puede quebrantarse, sin embargo, no por el hecho de estar rota, la vela se apaga, incluso así quebrantada y rota sigue iluminando.
La vela rota se consume y con su esencia se va pegando, se va restaurando así misma, así es tu vida, hasta que al final de consumirse deja una huella para que llegue otra vela, otra vida y se adhiera a esa huella que ha dejado tu vela tu existencia.
Tu vida aun quebrantada y rota sigue iluminando…