Opinión
¿Cómo ha evolucionado la competitividad en los departamentos de Colombia?
En un momento clave para Colombia, marcado por la transición hacia nuevos liderazgos y equipos de gobierno, este Índice de Competitividad Evolutiva se convierte en un instrumento clave para la toma de decisiones.
El bienestar de todos los colombianos depende en gran medida de la competitividad de cada una de las regiones. Para comprender mejor la diversidad y complejidad del desarrollo en los departamentos, la Universidad del Rosario ha presentado por primera vez el Índice de Competitividad Evolutiva para el periodo 2020-2023, que no solo mide el desempeño actual de los territorios, sino que también rastrea la trayectoria de progreso o retroceso en su competitividad a lo largo del tiempo. Este enfoque histórico es crucial para entender las fuerzas que impulsan o frenan el desarrollo en cada departamento, así como para identificar las buenas prácticas.
El innovador concepto de competitividad evolutiva, presentado por el Centro de Estudios para la Competitividad Regional de la Universidad, es un marco integral en el que convergen el Índice Departamental de Competitividad (IDC), con sus 13 pilares agrupados en condiciones habilitantes, capital humano, eficiencia de los mercados y ecosistema innovador, junto con el Índice de Crecimiento Ponderado (ICP), que refleja la evolución de los indicadores en los últimos cuatro años.
Para una mejor comprensión pedagógica, los hallazgos del análisis se estructuran en cuatro ejes estratégicos que comparto a continuación:
1. En el primer eje se ubican Atlántico, Santander, Caldas, Antioquia, Risaralda y Quindío, que muestran un crecimiento sostenible. Aunque siempre existen oportunidades de mejora continua, estos departamentos tienen una estrategia clara de competitividad con resultados tangibles.
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2. El segundo eje incluye a Bolívar, Cesar, Cundinamarca, Valle del Cauca y Bogotá D. C., que, aunque tienen altos puntajes en el IDC, deben reevaluar sus políticas para fortalecer su competitividad frente a un Índice de Crecimiento Ponderado negativo. Sin duda, requieren un análisis para revertir la tendencia decreciente en sus pilares.
3. El tercer eje presenta los mayores desafíos: en Vichada, Guainía, Guaviare, Putumayo, Vaupés, Amazonas, Caquetá y Córdoba la competitividad es baja y no se observan puntos de inflexión decisivos en sus pilares de desarrollo.
4. Finalmente, en el cuarto eje se encuentran Sucre, Arauca, Chocó, Cauca, Nariño y Putumayo, que, a pesar de tener un índice departamental por debajo del promedio nacional, muestran un crecimiento ponderado positivo, razón por la cual deben acelerar sus estrategias de competitividad.
Es interesante señalar algunos hallazgos del análisis por pilares. Por ejemplo, los pilares de tamaño del mercado y adopción TIC muestran una composición similar, con 16 departamentos que tienen un crecimiento sostenible. Entre ellos sobresalen Antioquia, Atlántico, Bogotá D. C., Bolívar, Boyacá, Caldas, Cundinamarca, Meta, Risaralda, Santander y Valle del Cauca. Hay que destacar que un 88% de los departamentos ha mejorado sus indicadores en la adopción y aplicación de tecnologías de la información y las comunicaciones, al tiempo que un 85% presenta alto grado de progreso en el desarrollo de oportunidades nacionales e internacionales para las empresas regionales.
Se observa, además, que ningún departamento se clasifica en el eje estratégico II para estos pilares, mientras que alrededor de cinco departamentos enfrentan importantes desafíos de competitividad en los mismos, siendo Arauca y Vichada los más notables. Así mismo, entre los departamentos que requieren abordar brechas y acelerar su crecimiento en áreas de oportunidad se encuentran Amazonas, Caquetá, Casanare, Nariño y Norte de Santander.
En contraste, el pilar de infraestructura presenta una dinámica diferente, con solo cuatro departamentos clasificados como de crecimiento sostenible (Atlántico, Casanare, Cesar y La Guajira), mientras que 25 se encuentran en los ejes estratégicos II y III. Es decir, el 76% de los departamentos presenta una reducción en la tendencia histórica de proyectos de infraestructura. Finalmente, es posible identificar que Arauca, Nariño, Putumayo y Risaralda tienen grandes oportunidades de mejora en sus estrategias para impulsar la competitividad en este pilar, pues se ubican en el eje estratégico IV.
Otro caso particular es el del pilar de innovación, en el que 14 departamentos demuestran un crecimiento sostenible, destacando Antioquia, Atlántico, Bogotá D. C. y Bolívar, mientras que solo dos requieren una revisión de sus políticas de competitividad: Amazonas y Risaralda (eje estratégico II). Esto significa que el 42% de los departamentos ha mostrado crecimiento en la calidad de sus productos de investigación, gracias al monitoreo y mejora continua. Sin embargo, 13 departamentos están clasificados en el eje estratégico III, lo que indica que un 39% enfrenta desafíos de competitividad por la falta de creación de nuevas tecnologías y productos derivados de la investigación. Entre estos sobresalen Arauca, San Andrés, Caquetá y Casanare. Por último, Córdoba, La Guajira, Meta y Nariño son departamentos que, a pesar de presentar bajas capacidades en innovación, han venido fortaleciendo sus estrategias para fomentar la competitividad en este pilar.
En un momento clave para Colombia, marcado por la transición hacia nuevos liderazgos y equipos de gobierno, este Índice de Competitividad Evolutiva se convierte en un instrumento clave para la toma de decisiones informadas y la formulación de políticas públicas efectivas que impulsen la competitividad en los territorios y, en consecuencia, mejoren la calidad de vida de la población colombiana.
Mi invitación es a que, considerando las fortalezas y debilidades reveladas por el estudio, cada región concentre sus esfuerzos en la reducción de las brechas identificadas y trabaje por una articulación efectiva entre los diversos actores políticos y sociales para acelerar la competitividad en sus territorios.