
Opinión
¿Cómo mejorar el sistema pensional? II parte
Han pasado 30 años y nadie niega que se necesita una reforma ante la acumulación de falencias del sistema actual.
El proyecto de reforma del Gobierno junto con las contrapropuestas buscan superar con fórmulas diferentes los muy malos resultados en cobertura, corregir la perversa inequidad y evitar un desastre de sostenibilidad. Por tanto, las discusiones las centran en el pilar universal o solidario y en el pilar contributivo, que, se comprende, son la médula de la reforma.
En el reciente foro ‘Lupa a las pensiones’, organizado por la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (Anif) junto con Fedesarrollo y la Universidad de los Andes, las más de cinco horas versaron sobre eso. Como ocurre desde hace años, la discusión, difícil y profunda, sobre cómo mejorar el esquema de ahorro individual, o lo que en la reforma sería el pilar complementario, brilló por su ausencia.
Tal como señaló en el foro Mauricio Santa María, el problema que hoy hay en Colpensiones es que el 77 por ciento de los recursos que se reciben del presupuesto nacional (50 billones de pesos aproximadamente) son para cubrir a la población con el 20 por ciento de ingresos más altos, y apenas el 0,1 por ciento, para la población con el 20 por ciento de ingresos más bajos. Las personas de más altos ingresos, que tienen las mayores pensiones, reciben el mayor subsidio a costa de los impuestos de todos.
En el sistema del ahorro individual, la mesada pensional depende en más de un 70 por ciento de la rentabilidad del ahorro durante la vida laboral. La falla de los supuestos de 1993 fue contemplar tasas de rendimiento reales altas, que no se han cumplido, situación empeorada por la falta de esquemas de gobernanza del sistema pensional.
Diego Jara, entonces investigador del Banco de la República, en 2006 señalaba los problemas de regulación en Borradores de Economía, número 416, al indicar que “en el caso colombiano, elementos como la estructura de comisiones y la rentabilidad mínima dadas en la regulación pueden desalinear” las preferencias entre los afiliados o ahorradores para pensión y de los administradores de ese ahorro, agregando que “en particular la rentabilidad mínima, causan que las AFP prefieran invertir en portafolios ineficientes. Es decir, es posible que esta regulación no proteja óptimamente los ahorros de los afiliados al sistema de pensiones obligatorias”. Algunas de las tesis señaladas en el texto de Jara fueron recogidas en la misión del mercado de capitales 13 años después, pero el problema de cómo alinear intereses persiste, y los problemas de regulación aún deben superarse del todo.
Una de las fallas desde 1993 es que las AFP no se benefician directamente por tomar decisiones de inversión eficientes. Jara lo ponía más claro: “Para una administradora de fondos puede ser más importante ser eficiente en la consecución de cotizantes en el fondo que ser eficiente en el manejo del dinero de los afiliados”. Y advertía: “La ineficiencia de los fondos de pensiones es un problema que puede tener consecuencias graves en el largo plazo. Por un lado, inversiones ineficientes pueden reducir drásticamente el ahorro pensional. Por ejemplo, una reducción promedio de 1 por ciento en la rentabilidad anual de una cuenta de ahorro individual durante una vida laboral disminuye la pensión en aproximadamente 30 por ciento” (resaltado por fuera del texto).
Como indiqué en mi primera entrega, mis compañeros de universidad empezaron su vida laboral cotizando en el sistema de ahorro individual, pero pocos permanecen en este. No fue que no ahorraran. Es claro que al marcharse a Colpensiones generan una carga fiscal y reciben un subsidio que genera una perversa inequidad, pero es honesto que se le explique al país, sin rodeos, que ese subsidio no sería necesario, en gran parte, sino en toda, sin las fallas en la rentabilidad de los ahorros y la falta de respuestas oportunas. La menor rentabilidad tiene diferentes causas, incluyendo los diferentes errores de regulación, y las múltiples causas deberían desarrollarse en los foros con amplitud para corregir los problemas de diseño. La consecuencia del menor rendimiento son las pensiones bajas, que han generado el desplazamiento de personas de altos ingresos a Colpensiones.
Óscar Becerra, del Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico de la Universidad de los Andes, en el foro Anif enunció temas que hubiera sido magnífico que los desarrollara. Entre ellos, la ausencia de instrumentos financieros y el efecto en bajas pensiones, el reto de tasas de interés reales bajas de largo plazo, el “cómo” mejorar los incentivos de las AFP, que debería llevar a pensionarse con suficiencia a través de estrategias de inversión eficientes. Ojalá pronto se conozca lo que está trabajando Daniel Mantilla, también del Cede, sobre los mecanismos para lograr estrategias de inversión con objetivos que apuntan a un nivel de pensión.
Habrá tercera parte...