OPINIÓN
¿Cómo sobrevivir al virus contagioso de la ansiedad?
La ansiedad es el lenguaje que usa tu cuerpo para comunicarse con tu alma, es la alarma interna que te indica que estas en peligro físico o emocional.
La ansiedad también es la proyección en el futuro de un problema, con el que suponemos que nos vamos a encontrar y no vamos a ser capaces de enfrentar o de gestionar, a la vez, es la sensación de impotencia ante una situación presente que nos desborda emocionalmente.
En la amenazadora e incierta realidad, vivimos fundamentalmente asustados e inquietos, sin saber cómo podremos pasar de la desesperanza a la confianza; cuando nos encontramos frente a un reto que nos genera impotencia y absoluta vulnerabilidad, este es el reto de sobrevivir. Las emociones desbordadas que nos están envistiendo, se nos han prolongado en el tiempo y se nos están quedando pegadas en el alma, convirtiéndose peligrosamente en estados de ánimos permanentes, lo cual en algunos casos puede desencadenar una depresión.
¿Cómo podremos entonces resistir ante el virus contagioso de la ansiedad?
Silenciosamente este es un virus de alto contagio y se esparce como otro virus poderoso, destructivo y letal. Todos estamos necesitando contención, protección y alguna especie de señal divina, que nos de la seguridad de que todo este mar de dolor y preocupación pasará, que pronto amanecerá, veremos la luz y todos habremos pasado esta noche oscura del alma.
La homeostasis del alma es un término que he creado para explicarle a mis consultantes y lectores, sobre la capacidad que tiene nuestra alma de mantenerse en equilibrio, la homeostasis, es un término usado en la medicina que hace referencia al conjunto de mecanismos que tiene el cuerpo físico para mantener su balance y su equilibrio, un ejemplo de ello es cuando el cuerpo mantiene su temperatura y al aparecer la fiebre, el mismo se va estabilizando y equilibrando.
El alma, es el único refugio que tenemos ahora para protegernos de tanta desolación, el alma, posee la sagrada capacidad y la fortaleza de devolvernos el balance y la estabilidad, aun cuando creemos que vamos a desfallecer.
Esta realidad la viví de cerca esta semana cuando tuve una conversación muy profunda con un consultante, quien me contaba en medio de un devastador cansancio emocional, toda su historia de angustia de los últimos dos años.
Pedro se había mudado a vivir a un país de Europa, con el propósito de construir una nueva vida con su esposa, dejando atrás difíciles conflictos familiares de los cuales querían alejarse, para encontrar nuevas posibilidades.
Un par de días antes del confinamiento y cierre total de la Unión Europea, su esposa dio a luz a un hermoso y sano bebe, apenas regresaron a su nueva casa quedaron atrapados, con todas las dificultades que supone un post parto, estando solos, en un país extranjero, sin ayuda, sin familia y con la ansiedad que genera la amenaza de la vida misma.
Cuando la pareja logro estabilizarse y resistir todos los embates del confinamiento, Pedro se contagia del coronavirus y entra a la unidad de cuidados intensivos al hospital público de la ciudad, a los pocos días después de permanecer en soledad y angustia por una semana, se entera de que su esposa y su bebe también están contagiados, su sistema nervioso se fue tensionando cada vez más.
Encuentran la fuerza para resistir y superar estas dificultades, pero el agobio, el desgaste físico y emocional de cada prueba, empieza a golpear despiadadamente el vínculo. Su esposa entra en desesperación e irascibilidad y el siente que está cayendo en ansiedad y depresión, al sentirse envestido por pelea tras pelea, discusión tras discusión, día tras día, semana tras semana.
Su dura realidad es que no solo se habían contagiado del virus biológico, sino que también se habían contagiado del virus de la ansiedad y la desesperación.
La historia de Pedro y María se ha convertido en la realidad de la mayoría de las personas del planeta y encima si usted vive en un país como Colombia, en el cual reina la neurosis colectiva, la violencia y las explosiones sociales, pues difícilmente podrá mantener la cordura y la homeostasis del cuerpo y del alma se tornarán casi imposibles de lograr.
La homeostasis del alma nos permite centrarnos cuando estamos llegando a un lugar peligroso, nos equilibramos interiormente en frente de los duros desafíos de la actualidad, nuestra alma nos sostiene.
Todos los seres humanos queremos y necesitamos un cambio, somos maleables y tenemos el desafío de regenerarnos como especie, también nuestras neuronas se pueden regenerar y generar nuevas neuronas, ¡además nuestra personalidad es modificable y siempre podremos trabajar en nosotros mismos para evolucionar ¡Es solo cuestión de comprenderlo y creerlo!
El científico español Ramon y Cajal, premio nobel de medicina, magistralmente expreso:
“todo ser humano si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro” de este modo puede aumentar su neuro plasticidad y reinventarse. ¡Nuestra tarea espiritual es salir de la queja y del temor y reinventarnos!
Podemos cambiar nuestras creencias limitantes, aunque la realidad nos atemorice y nos paralice, por eso la clave es poner nuestra atención en todo aquello que construye vida, no en lo que nos destruye, enfocarnos en lo que fluye; el amor, la salud, la fe, la esperanza, encontrar nuestros talentos y potencialidades para poder recrearnos y lograr nuestra mejor versión, para después servir a otros.
Alejarnos de las emociones toxicas, como la violencia, el odio, el resentimiento, es la única respuesta que puede darle el ser a los gritos desgarradores del alma colectiva de la humanidad. Debemos detener este ciclo de dolor...
El despertar de nuestra consciencia, la reeducación de los pueblos, la evolución de la mentalidad de los seres humanos es lo que se está gestando debajo de la costra de dolor que se nos ha creado en estos duros tiempos.
Sentimos que nuestras heridas están activas y que aun están sangrando, sin embargo, es ahí en donde podemos encontrar la motivación para restaurarnos de nuevo y dejarnos intervenir por la presencia divina de Dios.
La soberbia y el ego están siendo desterrados de un solo golpe, cuando reconocemos nuestra vulnerabilidad y nuestra fragilidad como raza, por eso debemos regresar en un viaje espiritual a nuestra esencia, despojándola de toda ansiedad, pues en nuestra esencia ya no hay amenazas ni peligros.
Mi píldora para el alma de esta semana:
Llegará un día en el que puedas abrazar y agradecer tu más grande herida, comprendiendo que fue el punto de partida hacia tu transformación y liberación.
Paula Lopez Espinosa
Escritora de Literatura Espiritual y Coach de vida
@paulalopez_coachdevida