OPINIÓN
Concha Baracaldo, una tragedia para la niñez y las madres comunitarias
Ella ha sido especialmente ciega, sorda y muda a los reclamos de las madres comunitarias, quienes en su diario vivir se juegan la supervivencia de cientos de miles de niños que cuidan con amor.
Colombia es un país que día a día reta nuestra capacidad de asombro frente a los escándalos. En el caso de lo ocurrido con Concha Baracaldo, y al margen de la exótica manera en la que se encontró con el cargo, lo cierto es que ella es símbolo de la dejadez con la que el nuevo gobierno ha tratado el tema de la niñez y las madres comunitarias, puestos en último lugar mientras el Gobierno dedica todos sus afanes, angustias y esfuerzos en garantizar impunidad para las Farc, el ELN y la primera línea.
Pese a que el maltrato a la niñez y a las madres comunitarias en Colombia es el pan de cada día, la señora Baracaldo no había dejado oír su voz ante los medios más que aquella ocasión en la que obligó a todo un auditorio a entonar el Himno a la Alegría. Razones sobradas para su felicidad sí que había, pues no a cualquiera le cae en las manos la dirección de un instituto que maneja ocho billones de pesos al año en presupuesto, y todo sin experiencia previa alguna.
Aunque suene insólito, ella misma dijo en una entrevista que “no era necesario saber de niñez para ocupar la dirección del ICBF”, algo que debería ruborizar a cualquiera, de no ser porque algo similar ocurre en el Ministerio de Minas y Energías, donde Petro puso a una activista en contra de las minas y las energías a cargo. Presenciamos el fin de la carrera meritocrática y técnica en el país y nos preparamos para que el Ministerio de Hacienda, ahora que se vaya Ocampo, sea ocupado por alguien sin capacidades matemáticas básicas.
Dejemos la ironía para volver a la crudeza de la situación: Concha Baracaldo tiene a cargo la atención de 1,7 millones de niños en espera de reestablecimiento de derechos en el país; además, debe hacer frente a la dramática cifra de tres casos de abuso sexual a niños cada hora; también, a los inaceptables casos de mortalidad infantil por desnutrición, especialmente agudos en La Guajira, donde han fallecido por lo menos 30 menores de edad por esas causas desde este 7 de agosto. Asimismo, debe velar por el bienestar y los derechos de casi 70.000 madres comunitarias, esas mujeres que, a pesar de ser las más valiosas del país, lidian con operadores privados que vulneran día a día sus más básicos derechos. Todo esto suena como una situación urgente en la que no hay tiempo para aprender de atención a la niñez, como pretende la señora Concha Baracaldo.
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Ella ha sido especialmente ciega, sorda y muda a los reclamos de las madres comunitarias, quienes en su diario vivir se juegan la supervivencia de cientos de miles de niños que cuidan con amor, y no pueden esperar a que el ICBF avance a paso de tortuga en soluciones mientras se siguen presentando serios problemas en temas como el suministro de mercados, el agobiante papeleo o los impagos de los operadores privados. Tengo la íntima convicción de que la señora Baracaldo aún no sabe de la existencia de las madres comunitarias.
Y el tema de la niñez es también alarmante: por ejemplo, las cifras de mortalidad por desnutrición en La Guajira son tan graves que Petro, alguien incapaz de cualquier autocrítica, salió a señalar esos fallecimientos como un gran fracaso en su gobierno.
El sentido común dictaría que ante su probada incapacidad, la señora Baracaldo debería ser apartada de su cargo de forma fulminante. Por desgracia, más que los derechos de los niños y las madres comunitarias, a Petro le pesa más el no dar el brazo a torcer y no sufrir la derrota de perder a una directora del ICBF en apenas cuatro meses de gobierno.
Siguiendo con la estrategia de comunicación del Gobierno, este se ha dedicado a tachar por método a la oposición como “bruta”. Ante cualquier argumento, cifra, reclamo o denuncia, la respuesta del petrismo y sus influenciadores es hacer menos a la “oposición inteligente”, tal como ellos ironizan al referirse a los que no estamos de acuerdo con Petro.
Yo me pregunto si la verdadera brutalidad no es haber puesto a Concha Baracaldo a cargo del ICBF, siendo precisamente este un gobierno que reclama las banderas de la vida, la atención de los menos favorecidos, la reivindicación de derechos sociales y la lucha contra el hambre. Pues bien, todos esos son problemas reales que afectan a la niñez, y Concha Baracaldo no fue, no es y no será capaz de resolverlos. ¿Cuánto les costará a los niños y madres comunitarias su permanencia en el cargo?