OPINIÓN
¿Confidencial o mandado?
Argumentar en un confidencial que la institucionalidad de Estados Unidos le puso el tatequieto a Trump y, en Colombia, las instituciones no lo hicieron con Santos y el Acuerdo de Paz es no contar el cuento completo.
La sección de Confidenciales o Alto Turmequé y similares en diarios, revistas y portales son espacios para echar chismes y afirmar, con cierto grado de impunidad editorial, cosas sin verificación de datos y hechos; mandar puyas, congraciarse con potenciales anunciantes o líderes de opinión, echar cepillo y hacer mandados. Ese último parecería ser el caso del confidencial que publicó el portal de Semana ayer, luego de la locura sucedida en Washington el miércoles, comparando la actuación de Trump ante los violentos sucesos con la de Juan Manuel Santos, como presidente, frente a la aprobación del Acuerdo de Paz refrendado por el Congreso colombiano.
El triunfo del No en el plebiscito fue reconocido por el propio Santos, cabeza del Ejecutivo, y la institucionalidad. Allí ya surge la primera gran diferencia frente a Trump.
El tema ha sido ampliamente debatido, cuestionado, revisado y utilizado para hacer política en el país en los cuatro años tras la refrendación del nuevo acuerdo que firmaran la entonces guerrilla de las Farc y el gobierno, luego de hacer cambios que incorporaron buena parte de la batería de modificaciones presentadas por los voceros del No y otros grupos de la sociedad civil.
Argumentar, de manera ligera, que la institucionalidad de Estados Unidos le puso el tatequieto a Trump y, en Colombia, las instituciones no lo hicieron con Santos y el Acuerdo, va más allá de simplificar y ahorrarse palabras en el confidencial. Es no contar el cuento completo. Como lo dijo públicamente y en su momento el propio expresidente Uribe Vélez, lo que pedía el Centro Democrático y el movimiento del No, pasado el plebiscito, fue “que hubiera unos correctivos rápidamente”.
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Las instituciones respetaron y reconocieron el resultado; hubo más de 57 movilizaciones en todo el país (la voluntad del pueblo, también), sin violencia y dentro de la institucionalidad; el Ejecutivo abrió vías de diálogo para lograr nuevos consensos, los detractores del Acuerdo participaron en el proceso de debate y cambio del Acuerdo.
Ese es el Acuerdo que está siendo implementado hoy. Sí hubo cambios y un proceso de consulta y renegociación que fue aceptada por el Centro Democrático, que el propio exsenador Uribe Vélez propició a través de una mesa técnica con participación del gobierno Santos, Farc y líderes del No. Hubo, además, una comisión de diálogo previa, en la que estuvieron sentados Iván Duque, Marta Lucía Ramírez y Carlos H. Trujillo. Se dieron varios encuentros y así surgió la idea de la mesa técnica para los ajustes. Y hasta allí llegaron, de diversas partes y grupos –víctimas incluidas y movimientos de la sociedad civil a favor y en contra del Acuerdo- ajustes, cambios solicitados, revisiones. En total, más de 450, luego agrupados en 60 temas. Se fijó una fecha de cierre para recolectar las propuestas, cosa que al liderazgo del No de disgustó, a pesar del “rápidamente” y de tener preparada desde antes la lista de cambios que pretendía, fundamento para la campaña del No.
El 3 de noviembre de 2016, tras las revisiones y encuentros con los voceros del No y otros grupos de la sociedad civil colombiana, el gobierno de Santos y líderes de las Farc firmaron un nuevo Acuerdo. Los negociadores afirmaron que de las 57 observaciones de los líderes del No, todas fueron incorporadas excepto una, sobre participación política de las Farc. Hay varios documentos y artículos de seguimiento que se pueden consultar.
El mecanismo de refrendación fue avalado por la Corte Constitucional, que fijó unos plazos, y realizado por el Congreso. La Cámara de Representantes y el Senado aprobaron el Acuerdo por mayoría, eso sí con el voluntario retiro de las bancadas del Centro Democrático, conservadora y otros políticos alineados con el No. Es decir, participaron en los espacios y formatos propios de la institucionalidad. El resultado de ese proceso institucional y constitucional a los del No les pareció insuficiente. Y apoyados en ese argumento han hecho campaña y sobre el mismo han colgado el retrovisor. Es más, de rebote les dio presidente y mando del Ejecutivo hasta el 2022, además de mayorías de coalición en el Congreso. Eso es institucionalidad, a pesar de la pobre calidad o debilidad de nuestras instituciones.
Y el tema les sigue sirviendo, como sucede hoy, aprovechando la crisis de Estados Unidos para hacer campaña comparando dos realidades, personajes, sucesos y contextos que no tienen nada qué ver. Un confidencial efectista, pero forzado y dañino. El verdadero confidencial es quién lo mandó a hacer.