OPINIÓN
La consulta anticorrupción
Apoyar la consulta anticorrupción es no solo la forma más práctica e importante de plantarle cara a la corrupción, esa es la única manera de garantizar que el esfuerzo por cambiar la forma de gobernar tenga aliento de largo plazo y no sea flor de un día como ha ocurrido en el pasado.
Los colombianos hemos convivido con la corrupción demasiados años. Aunque suene duro decirlo, la corrupción ha sido parte sistemática del modo de gobernar y de generar riqueza en Colombia. Esto no se debe a ningún elemento genético o idiosincrático, pues prácticamente todas las sociedades han tenido comportamientos similares. La pregunta es cuándo y por qué las sociedades deciden cambiar su actitud ante la corrupción.
Existen muchas interpretaciones sobre la manera en que los países deciden eliminar la corrupción como forma principal de reproducción del poder político y económico. En términos generales, llega un momento en la historia del desarrollo de una sociedad en la cual la corrupción termina siendo terriblemente ineficiente y genera afectaciones a grandes e importantes sectores de la sociedad que han adquirido poder o están luchando por él. Estos grupos encuentran en la corrupción un obstáculo a sus aspiraciones. En ese momento, deciden que sus perspectivas de avance solo se pueden realizar derrotando o modificando el alcance de la corrupción en la política y la economía. Algo así como reducirla a sus justas proporciones, lo que implica que los actos de corrupción sean un desvío excepcional del ejercicio del poder y no su forma natural, como sucede en Colombia.
Un caso paradigmático de esta evolución es explicado por Francis Fukuyama en su libro Orden y decadencia de la política cuando reseña que luego de que Andrew Jackson institucionalizara el clientelismo como forma principal de gestión política, no fue sino hasta la llegada al poder de Theodore Roosevelt que el Ejecutivo decidió modernizarse impulsando un sistema de servicio civil y meritocracia en el sector público que racionalizó la toma de decisiones y quitó el poder a los políticos clientelistas. Roosevelt representaba los intereses de los exportadores que necesitaban erradicar el sistema de favores y construir un Estado eficiente para avanzar en la conquista de nuevos mercados.
En Colombia, el actual sistema político de corrupción se inició en el Frente Nacional y permitió que sectores emergentes desplazaran a las aristocracias regionales. Actualmente, ese sistema funciona gracias a que el voto preferente articula una multitud de pequeños intereses que extraen recursos del Estado por la vía de los beneficios tributarios y la contratación pública. Detrás de la opacidad y desorden que ese sistema genera se agazapan también intereses de la criminalidad. Los principales perjudicados con dicha forma de gestionar los asuntos públicos son grandes capas de jóvenes urbanos y educados que encuentran frustradas sus aspiraciones de ascenso social por un sistema que no premia las capacidades sino los contactos y sectores de clase media, que tampoco obtienen servicios públicos de calidad si quiera proporcional a las contribuciones que hacen en materia de impuestos y seguridad social.
Esa gran masa de jóvenes profesionales y de clase media es la que está detrás del impulso a la consulta anticorrupción que ha liderado la senadora Claudia López. Lo más importante de esta iniciativa es que ha permitido darle un cuerpo político a esos sectores políticos emergentes que luchan por desplazar a una elite dirigente que se nutre y se reproduce gracias a la corrupción.
La corrupción se derrota con la política, con el remplazo de los sectores que se benefician de ella por otros que hagan las cosas distintas. Por esa razón, la consulta anticorrupción es tan importante, porque finalmente un grupo político, de sectores educados, jóvenes, emergentes, de clase media urbana, ha decidido plantarle cara a quienes se han beneficiado de la desviación sistemática de los recursos públicos en su propio beneficio. Y aunque esos sectores se defenderán y para ello torpedearán y pondrán todo tipo de trabas, el conflicto entre ambos sectores está planteado y ese es el inicio de una verdadera transformación que no tengo dudas que más pronto que tarde, finalmente triunfará.
Apoyar la consulta anticorrupción es no solo la forma más práctica e importante de plantarle cara a la corrupción pues aparte de sus planteamientos y contenido, le da cuerpo a un sujeto político que lidere esa lucha, esa es la única manera de garantizar que el esfuerzo por cambiar la forma de gobernar tenga aliento de largo plazo y no sea flor de un día como ha ocurrido en el pasado.
*Director Centro de Análisis y Asuntos Públicos
Exviceministro del Interior