OPINIÓN
Coronavirus: poca luz al final del túnel
Contrario a lo que todos quisiéramos, la epidemia del coronavirus aún está lejos de resolverse. Entender esto puede ayudar a que nos cuidemos de mejor forma.
Llevamos diez meses de pandemia. Muy probablemente nos falten otros diez. Estamos atravesando el segundo pico epidemiológico, que será más letal que el primero. Muy probablemente habrá tiempo para un tercero, quizá con mayores impactos que los anteriores. Sin tener certeza sobre tales conjeturas, la historia es buena guía para imaginar lo que nos depara el futuro.
El primer brote de la peste bubónica del Siglo VI mató a la mitad de la raza humana y la peste negra del XIV al 50% de los habitantes de Europa. La fiebre española de hace 100 años (asociada con un virus similar al actual) infectó a una de cada tres personas y eliminó al 5% de la población mundial en poco más de 20 meses. En estos casos, las consecuencias no finalizaron hasta que las epidemias tramitaron su curso infeccioso.
Lo mismo aplica para el coronavirus. Al tratarse de una pandemia de alcance planetario, el virus y la enfermedad que causa no desaparecerán hasta lograr la denominada inmunidad de grupo con la consecuente disminución en capacidad infecciosa. Esto es: que una gran proporción de habitantes padezcan la enfermedad (con el terrible desenlace del porcentaje de muertes) o que logren inmunidad por medio de la vacuna.
Vale decirlo de nuevo: esto no se supera hasta que a muchos nos toque (con la ayuda de medicamentos antivirales) o que muchos nos vacunemos. Literalmente, no hay más remedio. Por ello debemos tener claro que el camino para superar la crisis sanitaria y económica es de mediano plazo. Nada va a suceder en enero, febrero o marzo que cambie esta realidad.
La vacunación ya inició en diferentes lugares del mundo. Con la notable excepción de Israel, este proceso va más lento de lo anticipado. Aquí se pone a prueba que una cosa es salir con micrófono a prometer vacunas gratis para todos, y otra muy distinta vencer los desafíos de producción industrial, logística de transporte y manejo de cadenas de frío. A la fecha, en Estados Unidos se ha vacunado a cerca del 3% de sus habitantes. En México y Chile, a menos del 0.1%. Muchos consideran una utopía que logremos vacunar a más del 50% de la humanidad.
En Colombia esperamos que la vacunación inicie en unas pocas semanas. La mayor pregunta no es cuándo empezamos sino cuándo terminamos. Lograr amplios niveles de cobertura para el tamaño poblacional y las condiciones del territorio nos tomará buena parte del año 2021. Esto a su vez implica que el autocuidado, la bioseguridad en establecimientos comerciales y la posibilidad de cuarentenas parciales seguirán siendo parte de nuestras vidas.
No es momento de bajar la guardia. De muchas formas estamos igual que al inicio de este lío. Depende de nosotros hacer un correcto lavado de manos (que dure al menos lo que gastamos en decir dos veces el abecedario), utilizar bien el tapabocas (que cubra nariz y boca y sin usar repetidamente la misma unidad) y evitar reuniones familiares. No deberíamos necesitar al Estado para que nos obligue a proteger nuestra salud e integridad.
El Gobierno Nacional tiene ahora una gran responsabilidad. No hay nada más importante para el presente y futuro cercano que lograr éxito en el programa de vacunación. Allí hay que centrar todas las capacidades. Y por eso será inevitable que politiqueros y agitadores profesionales utilicen este tema como bastión de sus campañas de odio y desinformación. A ellos muy poco que pedirles. Ojalá los demás recordemos que, a palabras necias, oídos sordos.
Los gobiernos locales tienen mucho que aportar. Una deuda aún pendiente es el desarrollo de campañas masivas (p.e., para el 50% de la población de las ciudades) de pruebas diagnósticas para la detección del virus. Ojalá no olviden que, si se hubieran concentrado desde el principio en la identificación y aislamiento de positivos, nos hubiéramos ahorrado buena parte de los billonarios costos sociales y económicos de las prematuras cuarentenas del segundo trimestre del año 2020.
Corolario: Adjunto algunas gráficas que espero ayuden a desvirtuar el peligroso concepto de que los segundos brotes han sido más benignos. Salvo pocas excepciones que tienen su propia explicación, eso no ha sido cierto alrededor del mundo. Los segundos brotes han sido intensos y letales. Es esperable que los terceros puedan ser peores. No podemos bajar la guardia.