OPINIÓN
Creando bienestar
En diálogo con la economista colombiana Ana María Ibáñez, la nobel Duflo se refirió recientemente a su propuesta desarrollada en su libro ‘Buena economía para tiempos difíciles’ que expone cómo “el enfoque en la calidad de vida del promedio de la población prepara a las personas para enfrentar de manera efectiva el crecimiento”.
A la nobel de Economía Esther Duflo no le gusta generalizar. Ella prefiere la economía experimental y el estudio de casos para establecer formas concretas de reducir asuntos de gran complejidad como la pobreza.
Su voz se ha alzado con notoriedad porque como experta propone análisis capaces de cuestionar a partir de evidencias y tiene una visión de la economía como una ciencia al servicio de la solución de problemas reales.
Uno de sus cuestionamientos es sobre la concepción de la riqueza a través del crecimiento de las naciones: insiste en que no es un fin, sino uno de los medios para lograr el que debería ser el objetivo verdadero, que en su calificada opinión es el bienestar humano. Sin duda su intuición fundamentada, orienta, y su visión humanizada, reconforta, en la tarea de reponer los estragos que ha dejado la pandemia en general, pero de forma tan acentuada en poblaciones especialmente vulnerables como la niñez de los países en desarrollo.
En diálogo con la economista colombiana Ana María Ibáñez, la nobel Duflo se refirió recientemente a su propuesta desarrollada en su libro Buena economía para tiempos difíciles que expone cómo “el enfoque en la calidad de vida del promedio de la población, no solo genera mejores tasas de pobreza y de supervivencia, sino que también prepara a las personas para enfrentar de manera efectiva el crecimiento”.
Tendencias
Esta perspectiva ofrece un camino que ya se ha recorrido en otros momentos de la historia y en otros países, para recuperar los niveles en la calidad de vida que se han perdido en algunos casos, o alcanzarlos por fin en otros. En muchos de nuestros territorios, por ejemplo, sabemos bien que la pandemia sirvió para mostrar con crudeza lo lejanos que habían estado siempre.
Esther Duflo insiste en contar con políticas centradas en resultados concretos: “…en algunos países muy pobres que no crecían particularmente rápido tuvo lugar una inmensa reducción en la mortalidad de los niños menores de 5 años, en buena medida gracias al énfasis en el cuidado de los recién nacidos, las vacunaciones y la prevención de la malaria”. Porque agrega, “una gran ventaja de centrarse en intervenciones bien definidas es que estas políticas tienen objetivos mensurables y, por lo tanto, pueden evaluarse de manera directa”.
Las observaciones de la economista francesa estadounidense pueden ser de gran utilidad para resolver el problema tan grande que tiene Colombia con sus menores de 5 años. A juzgar por las cifras que recoge el informe del colectivo Niñez Ya “La pandemia tiene en crisis los derechos de la niñez”, en lo que respecta a la salud y nutrición de la primera infancia el retroceso es evidente. Ningún indicador sale airoso: se afectaron las tasas de mortalidad infantil, mortalidad materna, la atención en salud, la seguridad alimentaria, los índices de desnutrición, las posibilidades de recreación y de socialización, por mencionar las principales.
Por eso, resultaría bastante efectivo poner en práctica lo que ha mostrado la evidencia científica en cuanto a la inversión en la vida de los seres humanos justo en el inicio, porque al tiempo que es una respuesta esencial y humanitaria velar por el bienestar de quienes no pueden hacer nada por sí mismos, el crecimiento sano de la población infantil es pilar inequívoco del crecimiento del país.
Gonzalo Restrepo L.
Presidente Junta Directiva Fundación Éxito